Odiada pero indispensable, la Autoridad Palestina está al borde del colapso

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Gwenaelle Lenoir (Mediapart)

Ramala (Cisjordania) —

La Autoridad Palestina es un objeto político e institucional extraño. Un presidente sin Estado, un gobierno sin capital, funcionarios sin territorio nacional, diputados sin parlamento, aduaneros sin fronteras, marinos sin armada y pilotos de caza sin aviones. Una entidad oficial, Autoridad Palestina, con mayúscula, sobre la que es  legítimo preguntarse cuáles son sus prerrogativas.

"Trabajé en el ministerio de Planificación cuando estaba el primer ministro Salam Fayyad de 2009 a 2015. Hemos puesto en marcha instituciones estatales sólidas, incluso el Banco Mundial lo reconoce. Todo está preparado para un Estado. Pero sin un proceso democrático, sin soberanía, sin recursos, es inútil. Y la Autoridad no tiene nada de eso. Es totalmente impotente", afirma desilusionado Ibrahim Rabaia, investigador en ciencias políticas. "Hoy no tiene poder para dirigir unas políticas, si es que quienes la dirigen tienen alguna".

Tiene al menos una dirección postal: la Mouqata'a, como se conoce en árabe a su sede administrativa de Ramala. Es un vasto complejo renovado de piedra amarilla que ocupa varias manzanas de la ciudad. Además de las oficinas del presidente de la Autoridad, Mahmud Abbas, alberga el mausoleo de su predecesor, Yaser Arafat, fallecido en noviembre de 2004.

La Mukata'a (Distrito en árabe) representa todas las vicisitudes de esta Autoridad, que acaba de cumplir treinta años. Fue acantonamiento militar, tribunal y prisión bajo las consecutivas ocupaciones extranjeras, con los británicos, los jordanos y luego los israelíes, y se convirtió en la sede de la Autoridad Palestina cuando ésta se creó a raíz de los Acuerdos de Oslo de 1993.

El primer presidente de la nueva entidad, Yaser Arafat, fue elegido en 1996 y estableció allí sus oficinas y su administración. Fue asediado por los tanques israelíes desde 2001 hasta su muerte en 2004, y la Mukata’a volvió a convertirse en una prisión no oficial, destartalada y semidestruida.

La Autoridad Palestina está desnuda

El entierro del viejo líder palestino tuvo lugar dentro de la Mukata'a, ya que las autoridades israelíes no permitieron enterrarlo en Jerusalén. Se supone que la tumba es provisional, como la Autoridad Palestina. Pero ahí sigue, como ella.

En efecto, el aparato gubernamental del proto-Estado palestino debía ser provisional, hasta las negociaciones finales, que estaban previstas para 1999.

No tiene dinero, ya no tiene un papel político y no puede impedir la expansión de los asentamientos israelíes ni los ataques de los colonos

La promesa de un Estado y la promesa de democracia, contenidas en los Acuerdos de Oslo, se han hecho añicos por la continuación del conflicto y la desidia de la comunidad internacional. Las últimas elecciones presidenciales se celebraron en 2005, cuando Mahmud Abbas, también conocido como Abu Mazen, fue elegido jefe de la Autoridad, cargo en el que permanece desde entonces. Las últimas elecciones legislativas se celebraron en 2006. Ganó Hamás, pero a los principales patrocinadores políticos y financieros internacionales, encabezados por Estados Unidos, no les gustó y todo quedó congelado.

La Autoridad, en un conflicto fratricida con Hamás, perdió además el control de la Franja de Gaza. Ahora sólo controla el 40% de Cisjordania que depende de su gobierno para asuntos civiles. E incluso así, su margen de maniobra se ha ido reduciendo con los años.

"No tiene dinero, ya no tiene un papel político, no puede impedir la expansión de los asentamientos israelíes ni los ataques de los colonos. La Autoridad Palestina está al borde del colapso", afirma Ghassan Khatib, profesor de estudios internacionales en la Universidad Bir Zeit y respetado analista.

Recursos presupuestarios, control territorial, posibilidad de presión política: como el rey, la Autoridad Palestina está desnuda.

Un presupuesto en manos de Israel

En términos económicos, tiene las manos atadas. No es nada nuevo: desde su creación, depende de los donantes y del Estado judío. Como no controla las fronteras, Israel se encarga de recaudar los impuestos y derechos de aduana en nombre de la Autoridad y luego se los transfiere, lo que puede convertirse en un arma política.

Por ejemplo, desde octubre de 2023, el ministro de Finanzas israelí, Bezalel Smotrich, ha decidido, en contra de los acuerdos firmados y la prohibición de castigos colectivos del Derecho internacional, quedarse con el dinero que, según sus cálculos, estaba destinado a la Franja de Gaza.

Como rechazo de este hecho consumado y esta diferencia de trato entre la Franja de Gaza y Cisjordania, la Autoridad Palestina se negó a aceptar transferencia alguna.

"El presupuesto de la Autoridad es de 14.000 millones de euros y esos impuestos representan el 63% del total", señala el economista Ismat Quzmar, miembro del MAS, instituto independiente de investigación económica. "Desde el 7 de octubre, las autoridades israelíes retienen parte de esos ingresos. En febrero, por ejemplo, sólo transfirieron 34,58 millones de euros de los 74 que correspondían a ese mes. Sin embargo, tenemos que pagar los sueldos de 150.000 funcionarios en Cisjordania y en Gaza, y prestar servicios básicos a la población como educación y sanidad".

La Autoridad Palestina es demasiado importante como para permitir que quiebre

Ante el riesgo de quiebra de la Autoridad, Noruega, que preside el grupo de donantes internacionales para Palestina, ha ideado un mecanismo cuando menos tortuoso: Oslo se queda con las sumas confiscadas por Israel, posteriormente Ramala acepta las demás, y así paga a los funcionarios... Bueno, en parte, porque sólo perciben el 50% del salario.

"Estados Unidos y la Unión Europea temen mucho un hundimiento de la Autoridad y una explosión de violencia incontrolada en Cisjordania", resume Ismat Quzmar. "En resumen, es demasiado importante para permitir que quiebre. La comunidad internacional ha gastado mucho dinero en treinta años, más de 40.000 millones de euros. Y el aparato de seguridad israelí no quiere que desaparezca, porque valora su cooperación."

Pero, paradójicamente, Tel Aviv se ha pasado el tiempo devaluando y desmonetizando a la Autoridad Palestina.

Una Autoridad convertida en una carga para la población

"Israel la ha dejado fuera de juego. Primero Ariel Sharon como primer ministro, al decidir retirarse unilateralmente de la Franja de Gaza. En lugar de negociarlo con Mahmud Abbas, que entonces habría podido afirmar que su política de negociaciones había sido un éxito, dio a Hamás el placer de afirmar que era la fuerza la que había ganado la partida", explica Ghassan Khatib. "Eso continuó con Netanyahu, que se negó a hablar con Mahmud Abbas. Hoy hemos llegado a un nivel superior: gente como Ben Gvir y Smotrich [ministro de Seguridad Nacional y ministro de Finanzas, ambos de extrema derecha -ndr] no ven el sentido de tener una Autoridad Palestina. Están dispuestos a deshacerse de ella."

Benyamin Netanyahu ha abierto una brecha más en la legitimidad de la Autoridad al negarle cualquier papel en la posguerra en Gaza. No cabe duda de que difícilmente podría desempeñar papel alguno en un territorio del que está excluida desde 2007, pero barrerla de esta manera equivale a negarle su condición de interlocutor político.

La opinión pública palestina no se equivoca. En su último sondeo de opinión, realizado a finales de mayo, el Palestinian Center for Policy and Survey Research (PCPSR) constata que el 90% de los encuestados en Cisjordania y la Franja de Gaza pide la dimisión de Mahmud Abbas, y el 60% es partidario de disolver la Autoridad Palestina. Una gran mayoría (69%) considera que la Autoridad se ha convertido en una carga para la población palestina.

La Autoridad y el Ejército israelí trabajan codo con codo para silenciarnos

Esta impopularidad no es algo nuevo. Desde hace años, los habitantes de Cisjordania critican a la Autoridad por los acuerdos de cooperación en materia de seguridad firmados con Israel y acusan a las numerosas fuerzas de seguridad –no menos de 60.000 hombres, es decir, más de un tercio de todos los funcionarios– de comportarse como aliados o incluso auxiliares del Estado judío.

En este ámbito, Israel no parece tener motivos para quejarse de la Autoridad.

"La Autoridad confisca las armas de los jóvenes combatientes de la resistencia en el norte de Cisjordania, a pesar de que son los únicos que resisten las incursiones del ejército israelí", dice indignada Nour*, una estudiante de 20 años. "Mantiene la paz en Cisjordania en nombre del ocupante", añade Yasmine*, otra joven. "Está bajo su control, y si se le ocurre rebelarse, no durará ni un segundo".

Como prueba de ello señalan la represión de las manifestaciones de apoyo a Gaza. "Ahora la gente ya no se atreve a acudir a concentraciones y manifestaciones", dice Yasmine.

La Autoridad debe cambiar de estrategia y demostrar que actúa a favor del pueblo

"Estamos convencidos de que la Autoridad y el ejército israelí trabajan codo con codo para silenciarnos", afirma Mohand Karajeh, abogado y fundador de la ONG Lawyers for Justice, que ha recibido amenazas tanto de colonos israelíes como de personas cercanas a la Autoridad. "Muchas de las personas activas en la huelga de profesores que fueron detenidas por la Autoridad durante ese movimiento también fueron detenidas por los israelíes después del 7 de octubre".

En la primavera de 2023, los profesores de Cisjordania y la Franja de Gaza dejaron de trabajar durante varios meses, exigiendo un aumento de sueldo y elecciones profesionales, a lo que se negó la Autoridad, que temía que Hamás estuviera en una posición de fuerza.

Omar Assaf, ex dirigente del Frente Democrático para la Liberación de Palestina (FDLP, marxista) y uno de los líderes de la primera Intifada (1987-1993), está convencido de la colaboración en materia de seguridad entre la Autoridad y los servicios israelíes.

Encarcelado varias veces en las prisiones israelíes entre 1978 y 1995, este profesor de árabe ahora jubilado fue encarcelado cuatro veces por la Autoridad: "Por haber participado en las huelgas de profesores, por formar parte de la Conferencia Popular Palestina, que exige la revisión de la OLP (Organización para la Liberación de Palestina, que representa a todos los palestinos, salvo los movimientos islamistas -ndr), y porque exijo que se esclarezca el asesinato de Nizar Banat".

Nizar Banat fue detenido por los servicios de seguridad palestinos en 2021. La muerte bajo tortura de este militante anticorrupción, denunciada por la mayoría de los palestinos, provocó importantes manifestaciones.

Omar Assaf, de 73 años, fue detenido por el ejército israelí tras los atentados del 7 de octubre. Se niega a verlo como una simple coincidencia. "Es como si intercambiaran listas", sonríe.

"La Autoridad debería cambiar de estrategia y demostrar que actúa en nombre del pueblo", afirma Qaddoura Fares, figura de Al Fatah y presidente del comité para asuntos de presos y ex detenidos. "Por ejemplo, debería enviar agentes de policía a los pueblos y ciudades atacados por los colonos. Incluso sin armas. Al menos estarían al lado de sus conciudadanos."

Ghassan Khatib señala que esta Autoridad encarna parte del proyecto nacional palestino: "Queremos un Estado, y representa un paso importante en esta lucha. Por tanto, nuestro interés nacional no es disolverla, sino consolidarla."

Cuando los países occidentales hablan de la posguerra en Gaza, hablan también de una Autoridad "reformada". Sin embargo, no es seguro que el significado sea el mismo para ellos, los aliados de Israel, y para el pueblo palestino.

 

Caja negra

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* Los nombres con asterisco son ficticios.

 

Traducción de Miguel López

La Autoridad Palestina es un objeto político e institucional extraño. Un presidente sin Estado, un gobierno sin capital, funcionarios sin territorio nacional, diputados sin parlamento, aduaneros sin fronteras, marinos sin armada y pilotos de caza sin aviones. Una entidad oficial, Autoridad Palestina, con mayúscula, sobre la que es  legítimo preguntarse cuáles son sus prerrogativas.

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