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La pandemia llena de cadáveres las orillas del Ganges

Cadáveres enterrados a orillas del Ganges, en el distrito de Unnao.

Côme Bastin (Mediapart)

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Nos encontramos cerca de un crematorio artesanal, en el distrito de Unnao. Una veintena de lugareños observan las llamas de la pira. Prohit Katam, un sacerdote local que dirige la ceremonia, ha bendecido previamente el cuerpo con agua del río Ganges. En sus manos tiene un cuaderno: el registro de los muertos. “Normalmente, me piden 10 cremaciones al mes, pero, desde abril, llevo 50. No sé si han fallecido de covid, ya que la gente tiene miedo a ser estigmatizada y no les hacen las pruebas a las personas de su entorno”.

Aunque no se contabilizan como tales, resulta difícil no relacionar este aumento exponencial de los fallecimientos en los pueblos con la segunda oleada de covid en India. Sobre todo porque hay algo más triste e inquietante que el número de muertos. No muy lejos de la pira, unos cincuenta cadáveres se descomponen a orillas del Ganges, envueltos en un simple paño de tonos vivos.

“En lo peor de la segunda ola hubo muchos muertos. Los lugareños no tenían acceso a ningún medicamento y los hospitales estaban lejos y saturados”, cuenta Vishal Maurya, un joven periodista de Unnao. “Un día decidí ir a las orillas del río y vi a gente muy pobre enterrando los cuerpos de sus seres queridos en la arena”.

Por desgracia, la situación no es ni mucho menos aislada. Caminamos por el río Ganges hasta Shringverpur, un famoso ghat (escalinata a orillas del río, destinada a las cremaciones) dominado por un antiguo templo hindú. “A la izquierda, los que tienen dinero para comprar leña queman a sus familiares. Algunos se bañan en el Ganges. A la derecha, montones de cuerpos enterrados en la arena. ¡Hay varios cientos de cadáveres aquí!”, se lamenta Gopal Pandey.

¿Qué explicación se puede dar de estos olvidados de la pandemia, que escapan a las pruebas, a las estadísticas y a los ritos mortuorios? “La falta de dinero es la primera razón. Con la explosión de las muertes, los crematorios se han visto desbordados”, explica Charan Singh Verma, investigador en desarrollo del Giri Institute de Lucknow. “El coste de las cremaciones ha aumentado considerablemente. ¡El precio de la madera se ha multiplicado por diez! Algunos sacerdotes aprovechaban para pedir más dinero por las ceremonias”.

El Gobierno denuncia una invención de la oposición

Hay crematorios eléctricos menos costosos, principalmente en las ciudades. Pero para el activista, miembro de la red People's Health Movement, las limitaciones presupuestarias no lo explican todo. “Creo que el Gobierno está intentando ocultar el elevado número de muertos relacionadas con el covid en Uttar Pradesh. De estos cuerpos que hay en el Ganges, nunca sabremos cuántos murieron por el virus”.

Según el portavoz del Gobierno, Navneet Seghal, el escándalo de los cadáveres del Ganges es una invención de la oposición. Estas muertes no tienen nada que ver con la pandemia. “Es una práctica religiosa tradicional de ciertos grupos enterrar a sus muertos cerca del Ganges. Esto no es nuevo, lleva 20 años sucediendo. Ocurre que a veces la hierba está más alta, por lo que los cuerpos son menos visibles”.

Oficialmente, 10.000 personas han muerto en la segunda oleada de coronavirus en Uttar Pradesh, el estado más poblado de la India, con 204 millones de habitantes. Una cifra muy inferior a la de otros estados. “No se ha producido ni una sola muerte por falta de oxígeno”, justifica Navneet Sehgal. “Una vez enviamos un equipo de la Policía a un hospital que decía no tener suficiente. Todavía quedaba oxígeno para 24 horas. Así que emprendimos acciones legales contra el establecimiento”.

Uttar Pradesh, gobernado por el partido nacionalista BJP, tiene como ministro principal a Yogi Adityanath, un monje hindú extremista. En medio de la segunda ola, declaró que no había escasez de infraestructuras hospitalarias. Y amenazó a los que afirmasen lo contrario. Vasu Gupta pagó los platos rotos cuando intentó ayudar a los pacientes a conseguir oxígeno en Lucknow. “Tengo un negocio que distribuye bombonas de oxígeno. Publiqué un vídeo en Instagram diciendo que recibía miles de llamadas para pedirme oxígeno. A las 4 de la mañana, un funcionario me llamó y me calificó de mentiroso. Tres días después, mis cuentas de WhatsApp e Instagram estaban bloqueadas”.

Vasu Gupta no se dejó intimidar y publicó un nuevo vídeo. Se pregunta por qué el Gobierno ataca a quienes ayudan al pueblo. “Las fuerzas especiales hicieron una redada en mi negocio y me acusaron de traficar con oxígeno. Presenté los documentos necesarios y me soltaron. A muchas personas de mi entorno les bloquearon sus cuentas de correo o los arrestaron. En diferentes ciudades y ONG. Porque, en algún lugar, los voluntarios sacan a la luz los fallos del Estado”.

“En contra de lo que dice el Gobierno, los hospitales estuvieron completamente colapsados. Había escasez de oxígeno, de camas y el coste del tratamiento era demasiado alto para los pobres”, afirma Sandeep Yadav, presidente de la rama juvenil del partido Samajwadi, la principal fuerza de la oposición en Uttar Pradesh. “Los cadáveres que se ven a lo largo del Ganges son la prueba de ello. Es una situación apocalíptica”.

Cuerpos en descomposición hasta donde alcanza la vista

El día anterior se manifestó para exigir al Gobierno que hiciera algo al respecto. “Lanzamos una campaña para ofrecer madera a los más pobres. Pero la Policía nos lo impidió. Así que ayer nos reunimos en los ghats de Shringverpur, ¡con el torso desnudo en el Ganges! Me llevaron a la comisaría junto con otros opositores”.

Algunos periodistas se han visto amenazados por sus artículos sobre la falta de oxígeno. Pero el 10 de mayo, el ministro de Trabajo indio escribió a Yogi Adityanath sobre la falta de oxígeno en Uttar Pradesh. Cuando se le preguntó, el Gobierno dijo que estaba luchando contra la desinformación: “Un miembro de la oposición publicó fotos de cadáveres en el Ganges que en realidad eran de 2014. Presentamos una denuncia contra él y las retiró. Ahora se queja, ¡pero lo único que tenía que hacer era pensar!”.

Al recorrer el río sagrado, queda patente que no hay necesidad de desenterrar fotos antiguas para presenciar el espectáculo. Nos dirigimos a la confluencia de los ríos Ganges y Yamuna, un lugar sagrado en el hinduismo donde los peregrinos se reúnen en masa cada 12 años. Hoy, sólo hay cadáveres, descomponiéndose hasta donde alcanza la vista. Las primeras lluvias comienzan a caer en las zonas inundables.

"Con el monzón, los cadáveres se olvidarán en el fondo del agua"

Nos dirigimos a la ciudad santa de Benarés para entrevistarnos con Visham Bhar Mishra. Este sacerdote brahmán es especialista en prácticas funerarias. “El Gobierno dice que hay una tradición de enterrar a los muertos en las orillas. No es verdad. En el hinduismo, las cenizas del difunto son las que se echan al Ganges, para acercarse al paraíso. Salvo contadas excepciones, los cadáveres no pueden dejarse cerca del río”.

Visham Bhar Mishra es responsable de una ONG para la protección del Ganges, que recorre con frecuencia en barco. Nunca ha visto tantos cuerpos en las orillas. “Incinerados o enterrados, lo cierto es que están muertos. Eso es lo que el Gobierno quiere ocultar; estas personas murieron de covid sin ser contabilizadas. Están esperando a que llegue la temporada de lluvias para acabar con el problema. Con el monzón, los cadáveres se olvidarán en el fondo del agua”.

La segunda ola de la pandemia ha pasado, pero los cadáveres siguen pudriéndose en el Ganges. Imágenes que conmocionan a todo el país. El pasado 1 de junio se presentó una petición ante el Tribunal Supremo de la India para que sean incinerados. “Ha habido denuncias porque diferentes animales atacan a los muertos”, explica el presidente de los Jóvenes Abogados Indios, Sanpreet Singh Ajmani, promotor de la petición.

Para él, corresponde al estado de Uttar Pradesh actuar antes de que suban las aguas. “Dos sentencias del Tribunal Supremo demuestran que los muertos tienen derecho a ser incinerados de forma digna. Por lo tanto, las autoridades deben tomar todas las medidas para proporcionar las infraestructuras necesarias para las cremaciones. Los cuerpos enterrados deben ser desenterrados, antes de que acaben en el Ganges”.

“El Gobierno tardó en reaccionar ante la segunda oleada, estaba demasiado ocupado con las elecciones a jefes de aldea”, juzga Tanmay Chatterjee, abogado del Tribunal Superior de Uttar Pradesh y miembro del partido del Congreso. “Varios sindicatos afirman que 1.700 profesores murieron durante la celebración de la votación. ¡Pero el Gobierno dice que fueron 3 o 4! No ha habido seguimiento ninguno en el campo. ¿Has ido a ver los cuerpos en Shringverpur? No hay ni un equipo realizando tests. Los datos oficiales son totalmente falsos”.

Es difícil evaluar, tanto en Uttar Pradesh como en el resto de la India, el desfase entre las cifras y la realidad. The New York Times, con la ayuda de epidemiólogos, basándose en varios estudios, ha intentado hacer cálculos. La hipótesis más probable es que en el país se hayan producido al menos 1,6 millones de muertes, es decir, entre 4 y 5 veces más que las estadísticas oficiales. Los cementerios improvisados a lo largo del Ganges son una cruel ilustración de ello.

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Traducción: Mariola Moreno

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