Hubo un tiempo, no hace tanto, en que Macron hablaba ante el Parlamento Europeo como si fuera su patio trasero. Tras la marcha de Angela Merkel en 2021, parecía incluso disponer de un bulevar para consolidar su estatura continental durante su segundo mandato.
Pero los días en los que The Economist llamaba a Macron "el salvador de Europa" han pasado. Su declaración sobre la necesidad de "no humillar a Rusia" en junio de 2022 ya había dañado su imagen. Su forma autoritaria de aprobar la reforma de las pensiones en Francia, a través del artículo 49.3, unida a la polémica sobre Taiwán a su regreso de China, han debilitado aún más al "Macron europeo".
Durante la sesión plenaria del Parlamento Europeo celebrada esta semana en Estrasburgo, hubo un momento revelador el martes por la mañana: tres horas de acalorado debate sobre las relaciones UE-China, incluidas en el orden del día tras las polémicas palabras del jefe de Estado francés sobre su voluntad de no "seguir" a Estados Unidos en Taiwán.
Uno de los primeros en hablar fue el conservador alemán Manfred Weber, líder del PPE (el mayor grupo en número de eurodiputados): "Esto es un shock para nosotros", dijo el político bávaro. “Los comentarios que hizo, una vez más y por desgracia, van en contra de la voluntad europea. El daño es considerable. Ponen en peligro las relaciones transatlánticas".
"No nos sorprendamos, a partir de ahora, si los dirigentes americanos se hacen la pregunta: ¿por qué nuestros contribuyentes deben gastar una fortuna para defender a Ucrania, cuando Europa, al menos Francia, no está dispuesta a defender a Taiwán?”, añadió.
La crítica, formulada por un peso pesado de la derecha en la Eurocámara, mereció una airada respuesta de Stéphane Séjourné, próximo a Macron y jefe del tercer grupo (Renew): "No me puede dar lecciones un partido político que lleva diez años construyendo metódicamente nuestra dependencia europea, en los frentes industrial, energético y diplomático" con China.
Para un presidente francés que quería desempeñar un papel de liderazgo en Europa, este une a todos, pero contra sí mismo
Y como ya había señalado a Mediapart la semana pasada Laurence Boone, secretaria de Estado para Asuntos Europeos, Séjourné se refiría al foro "16 + 1", aquellos países de la UE que habían aceptado más inversiones chinas durante la década de 2010, "donde organizábamos metódicamente la venta de nuestras infraestructuras portuarias y aeroportuarias a los chinos, y eran los gobiernos del PPE en particular los que tenían toda la responsabilidad en ello".
El debate subía de tono y el nombre de Macron no dejaba de salir a relucir. El ecologista belga Philippe Lamberts, que ya se había mostrado hostil con el presidente francés cuando fue a Estrasburgo en 2018, no mencionó su nombre en el pleno, pero se resarció en rueda de prensa: "Este hombre tiene un talento increíble para cargarse su propia agenda política. Lo que dice, la forma en que lo dice, son las armas más poderosas para destruir su propia agenda", dijo el copresidente del grupo de Los Verdes.
"Para un presidente francés que quería desempeñar un papel de liderazgo en Europa, este une a todo el mundo, pero contra sí mismo. No era la mejor manera de construir Europa", dijo el ecologista, cansado también del "viejo trasfondo antiamericano" que persiste, según él, en muchos círculos de Francia.
¿Caer en la trampa tendida por Pekín?
"Las palabras de Emmanuel Macron son contraproducentes: jugar al 'poli bueno' y luego al 'poli malo' con China no funcionará", advirtió Christophe Hansen, democristiano luxemburgués. "Nuestros dirigentes deberían pensárselo dos veces antes de atribuirse todos los méritos de la UE en nombre de los asuntos nacionales", dijo Tonino Picula, socialdemócrata croata.
Carlo Fidanza, eurodiputado italiano de Fratelli d'Italia, el partido de extrema derecha de la presidenta del Consiglio, Giorgia Meloni, se unió al coro del descontento: "El presidente Macron jugó el papel del nuevo De Gaulle durante su viaje a China, para recuperar el consenso en Francia, pero ha dividido a Europa y debilitado su flanco oriental."
El martes se mezclaron en el hemiciclo dos tipos de críticas. Eurodiputados, muchos de Europa central y oriental y/o conservadores, reprocharon a Emmanuel Macron haber "abandonado" a Taiwán, pisoteando los derechos humanos, pero olvidando también los intereses económicos de la Unión (en particular para la fabricación de microprocesadores). Aunque el presidente francés haya vuelto, el 11 de abril, a la posición más tradicional del statu quo sobre Taiwán, durante su visita a los Países Bajos.
Otros eurodiputados, de un espectro político más amplio, denunciaron las declaraciones en solitario de Emmanuel Macron, a pesar de que había iniciado este viaje, de forma original, junto a la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen. Aunque muchos aplauden su concepto de "autonomía estratégica" para Europa, consideran que ha contribuido sobre todo a dividir Europa, cayendo en la trampa tendida por Pekín. Algo especialmente perjudicial puesto que la UE había logrado cerrar filas y mostrar un frente unido desde el comienzo de la ofensiva en Ucrania en febrero de 2022.
Incluso Guy Verhofstadt, ex primer ministro belga y aliado de Macron en la escena europea, bromeó al tomar la palabra, de vuelta de su convalecencia, dirigiéndose a Josep Borrell, jefe de la diplomacia de la UE presente en el hemiciclo, : "Me alegro de que tuvieras Covid hace unos días, y de que no hayas ido a China: habríamos añadido una capa más a la cacofonía europea."
Preocupación sobre una victoria de Marine Le Pen en 2027
Macron se ha visto zarandeado y Ursula von der Leyen parece ser la ganadora. La presidenta de la Comisión ha impuesto –¿por cuánto tiempo?– el comienzo de una línea europea sobre China. A grandes rasgos, no se trataría de un "desacoplamiento" violento, sino de una reducción progresiva de la dependencia europea de Pekín, con la esperanza de no encontrarnos en la misma situación que con Rusia al inicio de la guerra de Ucrania, con los gasoductos en poder de Moscú.
Como prueba de que hubo un debate con frentes invertidos, los apoyos a Emmanuel Macron procedieron más bien de diputados de extrema derecha seducidos por el discurso antiamericano del presidente francés. Y aunque Manon Aubry le criticó duramente, algunos miembros de su grupo, La Gauche, se mostraron más suaves. Özlem Demirel, miembro germano-turco de Die Linke, declaró: "Emmanuel Macron dice que los ciudadanos de la UE no quieren una Tercera Guerra Mundial, y tenía razón al decirlo".
En cuanto a Manu Pineda, eurodiputado ecologista-comunista español (IU), contactado por Mediapart, considera "correcta" la demanda de autonomía de Macron: "Tal y como están las cosas, nuestras relaciones con China no se basan en los intereses de la UE, sino en los de Washington, y esto debe acabar." Pero advierte: "La credibilidad de Macron es más que dudosa, y sus declaraciones sobre China y Taiwán pueden desviar la atención de sus problemas internos. Hemos visto cómo los franceses han sido brutalmente reprimidos en las calles por defender sus derechos a una pensión digna."
Ese es el otro asunto que ensombrece el horizonte de Macron en Europa: no tanto la reforma de las pensiones en sí –probablemente habría mayoría en el Parlamento Europeo para defenderla si se votara mañana–, sino la forma en que el presidente francés la llevó a cabo: el 49.3, con el telón de fondo de la violencia policial en las manifestaciones.
“De lo que me hablan los colegas en relación con Francia es ante todo del proceso político, más que de la reforma de las pensiones en sí", afirma Raphaël Glucksmann, eurodiputado del PS-Place Publique. “Somos la única democracia (de la UE) en la que se puede aprobar una ley que pone patas arriba el país sin que se haya votado".
Y continúa: "La preocupación europea se deriva de esto: si un presidente joven, centrista y proeuropeo es capaz de semejante deriva de poder, ¿cómo reaccionarán las instituciones si Marine Le Pen llega al poder? Es una cuestión de calado, tanto para los colegas europeos como para cualquier ciudadano francés.”
Nadie se hace aún esa pregunta por los pasillos del Parlamento, pero muchos piensan en ello, preocupados por que el ejecutivo francés esté preparando el terreno para una victoria de la extrema derecha. Tras la victoria de Giorgia Meloni en Italia, es difícil saber cómo se recuperaría la UE.
Con un particular sentido de la oportunidad, esta sesión en Estrasburgo coincidió también con la votación de una batería de textos sobre el "pacto verde" europeo, el proyecto apoyado por la Comisión Europea, pero también por los liberales de Renew, que sin duda harán campaña sobre sus resultados en las elecciones europeas de mayo de 2024.
La delegación macronista en el Parlamento Europeo quiere creer que al final su trayectoria dará sus frutos, y hará olvidar los sinsabores del presidente en Francia: "El núcleo del electorado de Macron, incluidos los que se preocupan por las pensiones, sigue siendo pro-europeo, y Europa sigue siendo un compromiso totalmente federativo", afirma Pascal Canfin. Sobre la declaración del Presidente sobre Taiwán, le resta importancia y habla de un "rumor en torno a unas palabras que han sido en gran parte resumidas, distorsionadas y amplificadas" y cuyo efecto internacional no será duradero.
En el seno de la delegación, recuerdan también que las últimas elecciones europeas, en 2019, se celebraron unos meses después de la aparición de los "chalecos amarillos", lo que no impidió al partido ocupar el segundo lugar, justo detrás de RN (partido de Le Pen, ndt) en términos de votos. Siguen convencidos, a estas alturas, de que pueden repetir los resultados.
Caja negra
Las citas proceden de los debates e intervenciones que tuvieron lugar en el Parlamento Europeo los días 18 y 19 de abril de 2023.
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Traducción de Miguel López