Puerto Rico busca una salida a la crisis política

Fabien Escalona | Elisa Perrigueur (Mediapart)

Tras unos primeros intentos infructuosos se anuncia una tentativa de salida del impasse político en Puerto Ricoimpasse. El puesto de gobernador de esta isla caribeña quedó vacante por la dimisión de Ricardo Rosselló, obligado a una salida inédita tras la difusión de conversaciones privadas con otros consejeros que contenían palabras homófobas y misóginas y se hablaba de corrupción, conocidas a través de la mensajería Telegram, lo que provocó la ira de la población.

Según la Constitución, el secretario de Estado de Asuntos Públicos, Anthony Maceira, número dos del Gobierno, deberá sustituir al actual gobernador. Pero Maceira aparece también en estas conversaciones, que le han hecho dimitir, por lo que no podrá ocupar ese puesto. Siguiendo las reglas constitucionales en vigor, correspondería a Wanda Vázquez, secretaria de justicia puertorriqueña, hacerse cargo. Estos últimos días esta mujer se enfrentaba a manifestaciones que le exigían renunciar e incluso dimitir. Los manifestantes le reprochaban haber protegido a los miembros del Nuevo Partido Progresista, al que pertenecen el gobernador saliente y ella. El 28 de julio Vázquez tuiteó que no quería asumir ese cargo.

El tiempo apremia para el gobernador Ricardo Rosselló, que tenía hasta el 2 de agosto para encontrar un sustituto. La tarea no era fácil, pues toda su administración está salpicada por el escándalo. El miércoles 31 de julio por fin anunció su apuesta por Pedro R. Pierluisi, que fue delegado de Puerto Rico en la Cámara de Representantes de Washington entre 2009 y 2017. Este hombre, de 60 años, está afiliado al mismo partido que Rosselló y ahora debe ser confirmado por el poder legislativo de un territorio de 3,2 millones de habitantes.

Según el New York Times, su nombramiento no está asegurado. Hay en el Nuevo Partido Progresista una lucha interna que enfrenta al gobernador dimisionario Rosselló con Thomas Rivera Schatz, el actual presidente del Senado, que quiere ser gobernador y podría intentar privar de voto al sucesor de su rival (aunque sólo sería gobernador interino hasta las nuevas elecciones).

Además, han sido ya anunciados posibles conflictos de interés de Pedro Pierluisi. Si éste no llegara a ser investido, el puesto iría a parar a Wanda Vázquez, dejando intacto el callejón sin salida político de la actual administración.

Una dimisión histórica en la 'Grecia del Caribe'

Cuando el gobernador saliente anunció su dimisión el 25 de julio en una alocución televisiva, miles de personas lo festejaron por las calles de San Juan y en los cuatro costados de la isla. Se oyeron gritos de alegría, caceroladas y cánticos de alborozo al mismo tiempo que se enarbolaban banderas puertorriqueñas entre el gentío que se movilizaba contra Rosselló desde hacía dos semanas.

Puerto Rico vivía en efecto al ritmo de manifestaciones a veces violentas al grito de "Ricky, renuncia". El movimiento se propagó hasta Los Ángeles, Boston y Nueva York, donde viven importantes comunidades puertorriqueñas.

El cantante Ricky Martin, portando la bandera arcoiris, mencionado personalmente en las conversaciones de Telegram, estaba también presente entre la muchedumbre. "Estos mensajes muestran la intolerancia, la arrogancia, la homofobia, el machismo y la violencia de nuestros responsables políticos. No podemos dejar Puerto Rico en manos de tales dirigentes", escribía el cantante en Twitter el 13 de julio. Otros famosos se sumaron también al movimiento, como el actor Benicio del Toro o el compositor Lin-Manuel Miranda.

Estas revelaciones han puesto de relieve, en redes sociales, una lucha que ya es imponente y "multiclase", según términos de Christophe Ventura, director de investigación en el IRIS: "Las palabras del gobernador en Telegram ilustran la arrogancia y el desprecio del poder hacia todo un sector de la sociedad: las personas LGTB, los pobres, etc. El gobernador no tenía ningún apoyo y todos los opositores han salido a la calle".

El escándalo provocado por las conversaciones en Telegram es la "gota que colma el vaso" pero el malestar es bastante más profundo, dice Christophe Ventura. En las manifestaciones se han oído eslóganes como "Ricky está vendiendo lo que queda de país". El partido independentista puertorriqueño, que reclama una verdadera soberanía para la isla, ha participado también en el movimiento. Hay que decir que Puerto Rico vive bajo un régimen particular que le reduce a un "Estado libre asociado" a Estados Unidos.

En un principio, la isla fue cedida por España en 1898 al final de una guerra perdida contra los Estados Unidos, entonces en pleno ascenso. Su estatuto colonial perduró hasta poco después de la posguerra, cuando fueron concedidas por Washington una autonomía relativa y la elección del gobernador por la población. Sin embargo, Puerto Rico no es miembro de pleno derecho de los Estados Unidos sino más bien, como señala el historiador Daniel Immerwahr en una reciente obra, uno de los múltiples "territorios" que pertenecen a la primera potencia mundial que no pueden decir nada sobre su destino (leer aquí el análisis de Romaric Godin, en francés).

Existe un delegado de Puerto Rico en la Cámara de Representantes, pero sin derecho a voto. No hay ningún representante en el Senado y los puertorriqueños no tienen derecho a voto en las elecciones presidenciales por mucho que su territorio dependa de la política estadounidense. La subalternidad de la isla se traduce en un tratamiento diferenciado de su población. En los años 1959-60 ésta fue sometida a experimentos médicos sobre medios contraceptivos sin tener en cuenta el consentimiento y la salud de las interesadas.

"Además del legado histórico de una soberanía política muy limitada, existen problemas sociales cruciales. La tasa de pobreza roza el 40% y hay pocos sectores económicos florecientes, aparte del turismo americano", indica Christophe Ventura. Puerto Rico fue un destino apreciado por las grandes compañías americanas, que se beneficiaban de exoneraciones fiscales federales. Esas ventajas terminaron no obstante en 2006, provocando numerosas salidas y la caída en recesión.

En 2016 Puerto Rico fue incluso puesta bajo tutela por Washington y más tarde una comisión de control denominada "Junta" le aplicó una severa cura de austeridad. A imagen del FMI, fueron impuestas reformas y recortes presupuestarios a cambio de una ayuda financiera, por lo que a veces se ha llamado a la isla la Grecia del Caribela Grecia del Caribe. "La isla entró en un nuevo ciclo de neoliberalismo con la Junta. Ahora bien, el resultado de esa austeridad es sobre todo el aumento de la precariedad", estima el investigador del IRIS.

La posición geográfica de la isla no arregla nada: expuesta a catástrofes naturales, ha conocido el huracán María en septiembre de 2017, que causó cerca de 3.000 muertos. En una entrevista concedida a Mediapart sobre su último libro, Naomi Klein subrayaba la drástica alternativa que se anunciaba para el futuro de la isla. Por un lado "personas muy ricas ven Puerto Rico como una página en blanco para construir un terreno de juego y una residencia de vacaciones para millonarios que quieren aprovecharse del sol y de unos impuestos extremadamente bajos. (Por otro lado) también hay movimientos muy fuertes, en especial por el hecho de contar con una historia anticolonial importante, que aportan otra visión de cómo hay que transformar la isla, descentralizando el poder, recuperando una soberanía alimentaria y energética además del poder de decidir su propio destino".

La presencia de Donald Trump en la Casa Blanca no ayuda a esta última opción. El presidente americano cuestionó el último balance oficial de víctimas, en septiembre de 2018, acusando a los demócratas de haber inflado las cifras para ponerle en dificultades. Además se ha retratado en varias ocasiones por sus palabras denigrantes a propósito de esta catástrofe. A los habitantes que advertían de la ineficacia y la lentitud de los socorros les respondió que era porque algunos puertorriqueños "quieren que se les haga todo".

El historiador Pedro Caban quiere creer sin embargo que, de la misma forma que los huracanes de 1928 y 1932 habían puesto en marcha un proceso de salida de la pura relación colonial, el huracán María podría llevar a una revisión de las relaciones entre Puerto Rico y los Estados Unidos. Por más que el interés estratégico de la isla haya sido reducido desde el fin de la Guerra Fría, la diáspora puertorriqueña es mucho más poderosa que antes. De ahí el malestar palpable de los dirigentes estadounidenses en la crisis actual. Según Christophe Ventura, "están afectados antes que nada por lo que pasa ya que son los padrinos del poder instalado y no disponen verdaderamente de alternativa en la medida en que el único partido que podría hacer algo es un partido de oposición independentista. En todo caso hay que considerar la medida histórica de la dimisión del gobernador: es la primera vez que ocurre a pesar de que en el pasado ha habido poderosas movilizaciones".

Puerto Rico, del mismo modo que otros países del mundo después de la crisis de 2008, parece vivir un "momento destituyente". Este momento se inscribe en la historia muy particular de la puesta bajo tutela estadounidense que aparece cada vez más disfuncional y anacrónica. Una historia que tiene el mérito de recordar cómo la dimensión imperial de la primera potencia mundial no se traduce únicamente por sus capacidades de coerción e influencia "en el exterior", sino también por un archipiélago de territorios siempre bajo control y por lo tanto bajo su responsabilidad. ________________

  Traducción: Miguel López

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