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Putin impone su sueño imperial con la invasión de Ucrania

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François Bougon

Xi Jinping y Vladimir Putin son aliados como en los buenos tiempos de la Guerra Fría. Incluso lo pusieron en escena en la inauguración de los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín a principios de febrero.

Ambos se declaran también historiadores, no en su tiempo libre para satisfacer una sed de conocimiento desinteresada, sino al servicio de sus respectivas ambiciones imperiales.

La historia forma parte, pues, de sus proyectos políticos, hasta el punto de que no adherirse a la versión heroica oficial establecida por Pekín y Moscú puede llevar al encarcelamiento de historiadores formados y a la disolución de la asociación Memorial. El escritor Michel Eltchaninoff, autor de Dans la tête de Vladimir Poutine, señala que la nueva Constitución de 2020, en su artículo 67, estipula que se debe proteger la verdad histórica, preservando los ideales y la fe en Dios legados por los antiguos.

En este contexto, la agresión militar contra Ucrania fue precedida por una larga reescritura de la historia, que Putin ha estado llevando a cabo todos estos años hasta presentar su quintaesencia por escrito el pasado verano –en un artículo titulado Sobre la unidad histórica de rusos y ucranianos– y oralmente el pasado lunes, dos días antes de la ofensiva militar rusa contra su vecino.  

Ucrania, cuna de Rusia

El lunes por la noche, para anunciar el reconocimiento de las dos repúblicas separatistas de Donetsk y Lugansk, en el este de Ucrania, preludio de la invasión del país, Vladimir Putin subrayó el lugar especial que ocupaba Ucrania para la Gran Rusia que quiere reconstruir.

"Me gustaría subrayar una vez más que Ucrania no es un país vecino más para nosotros. Es una parte integral de nuestra propia historia, cultura y espacio espiritual. Son nuestros amigos, nuestros familiares, no sólo nuestros colegas, amigos y antiguos compañeros de trabajo, sino también nuestros parientes y familiares cercanos. Desde la antigüedad, los habitantes de las tierras históricas del suroeste de la antigua Rusia se llaman a sí mismos rusos y cristianos ortodoxos. Era así antes del siglo XVII, cuando parte de estos territorios se reunificaron con el Estado ruso y después".

Al igual que en enero de 2016, Putin achacó a Lenin la culpa original –un derecho de autodeterminación de los integrantes de la URSS como Ucrania, que permitió la descomposición del país–, mientras que Stalin se había declarado a favor de la preeminencia rusa.

Putin quiere restaurar la dignidad de Rusia, lo que representa históricamente, y así restaurar el imperio

Una vez en el poder, lamentó Putin, "puso en práctica sus propias ideas sobre el Estado. Pero no introdujo cambios apropiados en los documentos sistémicos, en la constitución del país, no reconsideró formalmente los proclamados principios leninistas de la construcción de la URSS".

Según el presidente ruso, "el colapso de [su] país unido fue causado por los errores históricos y estratégicos de los líderes bolcheviques, de la dirección del Partido Comunista, cometidos en diferentes momentos de la construcción del Estado, de la política económica y nacional". "El colapso de la Rusia histórica llamada URSS está en su conciencia", dijo.

Para Catherine Gousseff, historiadora y directora de investigación del CNRS, "se trata de un discurso neoimperial". "Putin quiere restaurar la dignidad de Rusia, lo que representa históricamente, y por tanto restaurar el imperio. Esto es lo que sugiere, refiriéndose al 'colapso de [su] país', diciendo que la Rusia histórica se llamaba entonces la URSS". 

"Hay muchas incoherencias en su discurso", continúa. "Putin dice que los ucranianos deberían llamar a su país 'la Ucrania de Vladimir Lenin', que murió en 1924. Pero Ucrania, en sus fronteras actuales, data de 1945, por lo que son dos países diferentes. De hecho, fue durante el pacto germano-soviético de 1939 cuando asistimos a la expansión hacia el oeste de la Unión Soviética, y fue en ese momento cuando los soviéticos se anexionan el oeste de Ucrania para 'reunificar' las tierras ucranianas, en palabras de Stalin. En 1945, la Ucrania soviética incluía también Bucovina del Norte (anexionada de Rumanía) y Rutenia Subcarpática, que había pertenecido a Checoslovaquia durante el periodo de entreguerras".

El hombre soviético

En la visión histórica de Putin, Occidente, liderado por Estados Unidos, y la OTAN sólo tienen un objetivo: destruir a Rusia instrumentalizando a Ucrania. "El pretexto para un nuevo ataque de sanciones siempre se encontrará o simplemente se inventará, sea cual sea la situación en Ucrania. El objetivo es el mismo: ahogar el desarrollo de Rusia. Y lo harán, como ya lo han hecho antes, incluso sin ningún pretexto formal, simplemente porque no estamos ni estaremos nunca dispuestos a comprometer nuestra soberanía, nuestros intereses nacionales y nuestros valores", dijo el lunes por la noche.

Esta forma de pensar de Putin está profundamente arraigada en la cultura soviética, señala Sabine Dullin, profesora universitaria y autora de L'Ironie du destin (Petite Bibliothèque Payot, 2021).

"Donde es soviético es en su visión de la frontera y de los Estados vecinos", dice. "La idea de una 'frontera gruesa' [reforzar la frontera para evitar la invasión], porque en su discurso del lunes por la noche llegó a decir que Rusia estaba siendo atacada por Ucrania. Desde la guerra civil, desde la intervención extranjera, existe esta visión de fortaleza asediada, de estar rodeada. Esto ya no es así porque la ideología comunista se ha perdido. Además, los Estados vecinos siguen siendo considerados como lugares de armas para las grandes potencias. Ucrania no es soberana, es un Estado títere en manos de Occidente. Se trata de una visión arraigada en el periodo soviético".  

Las lecciones de Kenia y de Polonia

Frente a la verborrea de Putin, fue quizás en la ONU donde se escuchó la lección más certera. No procedía de enemigos occidentales, sino de un antiguo país colonizado, Kenia. 

"Kenia y casi todos los países africanos nacieron del fin de un imperio", dijo el embajador de Kenia ante la ONU, Martin Kimani, en una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad sobre la agresión rusa a Ucrania. "Nuestras fronteras no fueron trazadas por nosotros mismos. Se dibujaron en las lejanas metrópolis coloniales de Londres, París y Lisboa, sin tener en cuenta las antiguas naciones que separaban".

Y continuó: "Hoy, al otro lado de la frontera de cada país africano, viven nuestros compatriotas con los que compartimos profundos lazos históricos, culturales y lingüísticos. En el momento de la independencia, si hubiéramos optado por crear Estados en función de la homogeneidad étnica, racial o religiosa, seguiríamos luchando en guerras sangrientas décadas después. En cambio, acordamos que nos conformaríamos con las fronteras que heredamos, pero que perseguiríamos la integración política, económica y jurídica del continente. En lugar de formar naciones que siempre miran hacia atrás en la historia con peligrosa nostalgia, elegimos mirar hacia adelante, hacia una grandeza que ninguna de nuestras muchas naciones y pueblos había conocido."

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Una lección que el profesor Putin, atrincherado en el Kremlin y rodeado de una guardia de seguidores, no escuchó. Y hoy un país europeo vuelve a ser atacado por otro y se ve sumido en un sangriento conflicto. Todo por una peligrosa "nostalgia" neoimperial. 

Para entender lo que se está desarrollando ante nuestros ojos, la historiadora Catherine Gousseff recomienda la lectura de un pasaje de un libro de entrevistas con el historiador y exministro de Asuntos Exteriores polaco Bronislaw Geremek (fallecido en 2008): "El sueño desempeña un papel muy importante en la política, porque organiza la imaginación y da sentido a la acción. En el sueño europeo hay integración económica y política, pero también apertura al Este, incluidas las antiguas repúblicas europeas de la antigua Unión Soviética. La frontera de Europa no ha sido construida por la historia, la geografía o la cultura. Es una frontera al estilo americano, una frontera móvil y siempre lo ha sido. Rusia debe aceptar la idea de que una frontera no es un muro, una barrera hermética entre dos civilizaciones. Pero nosotros también debemos ser realistas. Rusia es otra cosa, Rusia es un imperio".

Texto en francés:

Xi Jinping y Vladimir Putin son aliados como en los buenos tiempos de la Guerra Fría. Incluso lo pusieron en escena en la inauguración de los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín a principios de febrero.

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