Este domingo 30 de octubre, en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, el ultraderechista saliente Jair Bolsonaro se enfrentaba a otro ex jefe de Estado, el candidato de izquierdas Lula. Perdió por un escaso margen porcentual. ¿Por qué el bolsonarismo ha resistido en Brasil? Aquí nueve razones.
1. Un discurso casi hegemónico sobre la seguridad pública
"Aunque no haya hecho nada durante su mandato, Jair Bolsonaro ha impuesto su discurso sobre este tema y convenciendo a una parte de la población, simplemente porque ningún líder político se ha ocupado del tema", afirma Rafael Alcadipani, miembro del Foro Brasileño de Seguridad Pública. Según el presidente saliente, el importante descenso de las muertes violentas en 2021, hasta su nivel más bajo desde 2007, con 41.000 víctimas, es una consecuencia directa de "la fuerza disuasoria que permite el acceso a las armas" que él ha venido impulsando.
En realidad, el descenso se debe al final de una violenta guerra de bandas y a la actuación de los gobiernos locales. En un país traumatizado por la violencia, Bolsonaro ha apoyado explícitamente la actuación de la policía local, que en gran medida le devuelve el favor. El eslogan "Un buen bandido es un bandido muerto" sigue siendo especialmente eficaz. "La exterminación parece ser una solución sencilla. Pero si matar fuera la receta mágica, Brasil sería el país más seguro del mundo", dice Rafael Alcadipani.
2. Proximidad al poderoso sector agroindustrial
Aparte de la minoría que se preocupa por la mala reputación medioambiental del país, nunca fue negado el apoyo del sector agroindustrial conseguido por Bolsonaro durante su conquista del poder, y los buenos resultados económicos no son la única explicación. "Algunos de los temas que defiende la izquierda la alejan de este sector", dice Rafael Cortez, analista de riesgo político de Tendências Consultoria. Una parte del sector agroindustrial teme la invasión de tierras, mientras que otros son más conservadores o se sienten acosados por el Estado en cuestiones medioambientales. Lula critica duramente a los que deforestan ilegalmente y su adversario no elige entre buenos y malos pero sigue alabando su importancia.
Los empresarios agrarios están muy organizados y son muy influyentes, tanto en el centro del poder en Brasilia como en regiones aisladas. "Su importancia no es tanto electoral, dado su número relativamente pequeño en Brasil, sino más bien política", explica el analista. Esta proximidad también ha garantizado al presidente saliente una serie de donaciones de campaña: 33 de sus 50 mayores donantes están vinculados a la agroindustria.
3. Una élite económica desanimada, pero aún ganada en parte
El apoyo entusiasta tras las elecciones de 2018 ya pasó. Cansados de la constante agitación política y de las amenazas a la democracia, "muchos actores destacados han expresado públicamente su descontento o han declarado su apoyo a Lula", afirma Simone Deos, profesora de la Universidad Estatal de Campinas. Pero muchos siguen siendo leales a Bolsonaro. "Aunque la economía va mal en términos generales, a algunos les va bien. Los mercados y el sector financiero en particular", dice.
A pesar de las indirectas de Lula, su programa económico y social venía siendo preocupante. De forma anónima, el director general de una gran empresa lamentaba los "excesos del actual presidente", pero celebraba "el importante proceso de desburocratización", al tiempo que rechazaba adherirse a "la agenda de Lula, demasiado intervencionista y poco clara". Los intereses económicos no son los únicos a tener en cuenta. "Algunos están sobre todo convencidos por los valores ideológicos y morales que muestra Jair Bolsonaro", dice Simone Deos.
4. Los militares, la columna vertebral del gobierno
Jair Bolsonaro, ex militar odiado por sus superiores, terminó acercándose a un grupo de generales descontentos con su pérdida de influencia desde el fin de la dictadura. "Ha servido a los intereses de este grupo, que ha ocupado altos cargos durante los últimos diez años", afirma Piero Leirner, profesor de la Universidad Federal de São Carlos.
La imagen positiva de las fuerzas armadas en el país le ha permitido, a su vez, consolidar su reputación de defensor del orden, a la vez que se ha aprovechado del mito del soldado incorruptible. El ejército ha estado ocupando los principales puestos en un gobierno con 6.000 militares. Una vez más, se eligió a un general de la reserva como vicepresidente.
Frente a los intentos de Jair Bolsonaro de desacreditar los resultados de las elecciones en caso de perderlas, la actitud ambigua de las fuerzas armadas le ha permitido mantener la presión. El ejército ha hecho un informe sobre la fiabilidad de las urnas electrónicas durante la primera vuelta, pero no se hará público hasta después de la segunda.
5. El apoyo inquebrantable de una mayoría de evangélicos
Cuatro años después de convencer a una gran mayoría de evangélicos, el presidente saliente ha venido dominando a su adversario en este electorado que representa al menos el 30% de la población y ha contado con la movilización activa de muchos pastores en todo el país. "Los evangélicos siempre han sido más bien conservadores. Pero ha habido una estrategia de los líderes carismáticos para evitar cualquier divergencia política", afirma el pastor Sérgio Dusilek, que en septiembre fue víctima de una oleada de amenazas en Internet tras posicionarse en contra de esta politización.
Esa alianza, que se inició en el Parlamento en torno a la crítica de los temas LGBTQI+, se fortaleció durante el proceso de destitución de Dilma Roussef (PT) y se extendió a un gran número de iglesias evangélicas, continúa el pastor. "Él no creó este movimiento, pero supo perfectamente cómo insertarse en él. Hoy en día, decir que es ‘imposible ser creyente y de izquierdas’ ha encontrado un eco en la sociedad".
6. Dominio en el terreno digital
En 2010, uno de los hijos de Bolsonaro introdujo a su padre en las redes sociales. En 2014, todavía como diputado pero ya con 500.000 seguidores en su página de Facebook, cuadruplicó los votos a su favor en las elecciones legislativas. Desde entonces, Jair Bolsonaro ha estado sumergido en este mundo digital, que ha resultado esencial para su éxito y su ejercicio del poder.
Con más de 50 millones de seguidores acumulados, es uno de los políticos más seguidos del mundo. Las plataformas digitales que contribuyeron a su victoria en 2018 se han hecho más permanentes y diversas, convirtiéndose en un ecosistema estable y monetizado. Apoyándose también en las apps de mensajería, el bolsonarismo "ha ocupado estos espacios, bastante descuidados por la izquierda, de forma permanente, transformándose en fuentes de información fiables", explica el antropólogo Orlando Calheiros, que dirige un podcast. La circulación masiva de noticias falsas radicaliza a sus partidarios y también ha podido servir para confundir a los votantes indecisos.
7. Control de la maquinaria estatal
Desde el comienzo de la campaña, el presidente saliente ha estado repartiendo cantidades masivas de ayuda social para fortalecer su candidatura. "En el pasado se hicieron esfuerzos para regular la ventaja que se le daba al candidato presidencial, pero Bolsonaro los ha barrido, aprovechando su posición como nunca antes se había hecho", dice Maurício Santoro, profesor de la Universidad Estatal de Río de Janeiro.
Aunque el impacto de estas medidas en el voto parece que ha sido limitado, ha resultado aún más indispensable para el jefe del Estado una reforma de la reserva parlamentaria que fue lanzada en medio de la pandemia. Apodado el "presupuesto secreto" por su falta de transparencia, "ese maná financiero no contabilizado pudo servir, entre otras cosas, como fondos de campaña para las elecciones legislativas, asegurando así a Jair Bolsonaro un poderoso apoyo parlamentario, tanto a nivel local como nacional". Gracias a este acuerdo con el Gran Centro, una aglomeración de partidos políticos no ideológicos, pudo salvar su mandato en momentos críticos.
8. La encarnación del "antipetismo”
Muy presente en el país, ese sentimiento de rechazo global al Partido de los Trabajadores nació y ha evolucionado con el PT. Sirve de aglutinante para que Jair Bolsonaro reúna un electorado con intereses diversos. En los últimos años, "este sentimiento ha cristalizado en torno a la corrupción", comenta Ricardo Musse, profesor de la Universidad de São Paulo. Pero aunque en 2018 el tema estuvo en el centro de los debates con la operación Lava Jato (o Autolavado, casos de corrupción empresarial y de lavado de dinero, ndt), en el momento de mayor poder, ha perdido un poco de preponderancia.
"El esclarecimiento de los métodos ilegales de la operación Lava Jato y la actitud parcial del juez Sergio Moro ha cambiado el juego. Tras la anulación de las condenas a Lula, ya no le queda ningún juicio pendiente.” El hecho es que mientras el PT ha intentado desarrollar una contranarrativa sobre este tema durante la recta final de la campaña, dejó en gran medida el campo abierto a su adversario, que ha intentado revivir la memoria de los escándalos del pasado.
9. El unificador de otro Brasil
A pesar de las condiciones particulares de la elección de 2018, el ascenso de Bolsonaro al poder no fue una anomalía, dice Fabio Baldaia, profesor del Instituto Federal de Bahía. El presidente saliente estableció una fuerte conexión con lo que el investigador llama "el Brasil profundo, un Brasil que siempre ha existido, que tiene que adaptarse a una realidad concreta muy diferente a la que dibujan las instituciones. Eludir las normas se convierte entonces en algo cultural".
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Se considera que el Estado es demasiado burocrático y obstaculiza el desarrollo individual. Este concepto también se encuentra en el fenómeno de la deforestación o el trabajo precario que posibilitan las plataformas de Internet. Inspirada en la extrema derecha globalizada, esta corriente consigue agregar una serie de valores propios de Brasil y arraigados en diversos sectores, añade Fabio Baldaia, como "el conservadurismo, la familia como elemento de estabilidad en un mundo cambiante, un simplismo asumido que promete soluciones simples a problemas complejos, o el autoritarismo tradicional de la política brasileña".
Traducción de Miguel López