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El rescate de las víctimas de los bombardeos israelíes, una labor humanitaria de altísimo riesgo

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Leila Aad (Mediapart)

Beirut (Líbano) —

Las llamadas empezaron hace unas tres semanas. Saad el-Ahmar, jefe de la Defensa Civil libanesa del distrito sur de Beirut, y su equipo acababan de rescatar a varios heridos, entre ellos niños, sepultados bajo los escombros, tras un mortífero ataque israelí contra una zona residencial del extrarradio sur. El equipo estaba a punto de dirigirse al distrito vecino de Lailaké para apagar un incendio provocado por una nueva serie de bombardeos cuando la Dirección General de Defensa Civil libanesa recibió una llamada telefónica.

“Era un mensaje en árabe de los israelíes, diciéndonos que no fuéramos al distrito porque iban a bombardearlo”, cuenta Saad el-Ahmar desde el cuartel de Choueifat, cerca de Beirut. “Tuvimos que irnos. Y es cierto, atacaron la zona inmediatamente después. Todavía había gente viviendo en la zona en ese momento. Civiles.”

Este primer aviso a la Defensa Civil de Beirut se produjo pocos días después del comienzo de la gran ofensiva israelí lanzada el 23 de septiembre, concentrada principalmente en el sur y el este del país, así como en las afueras de la capital, con el objetivo declarado de “degradar a Hezbolá”.

Desde entonces no han cesado las llamadas, explica el jefe del parque de bomberos, impidiendo a los socorristas acceder a las zonas afectadas. En el sur del Líbano, varios bomberos contactados con los que hemos contactado afirman que con frecuencia son objeto de disparos de advertencia, que les obligan a dar media vuelta en plena misión de rescate.

Pero a veces los bombardeos se producen sin previo aviso. La semana pasada, en Derdghaya, al este de Tiro, en el sur del Líbano, un ataque israelí contra una iglesia mató a cinco socorristas de la Defensa Civil libanesa, entre ellos el jefe de la sección regional de Tiro. Hace diez días mataron a diez bomberos en un ataque aéreo israelí contra un edificio municipal, a 10 kilómetros de la frontera entre ambos países.

Ataques “deliberados”

Según cifras de las autoridades libanesas, desde el 8 de octubre de 2023 los bombardeos israelíes han matado a más de 150 trabajadores sanitarios y socorristas, la mayoría desde la ofensiva del pasado septiembre. Algunos están afiliados al Comité Islámico de la Salud (CSI), vinculado a Hezbolá. Otros trabajaban para entidades vinculadas al gobierno libanés o asociaciones no políticas.

Según Saad el-Ahmar, en los bombardeos israelíes han muerto dieciséis bomberos de la Defensa Civil libanesa, y la Cruz Roja libanesa también cuenta varios socorristas heridos por los ataques.

El derecho internacional protege a todo el personal médico por igual, independientemente de su afiliación, explica Ramzi Kaiss, investigador en Líbano de la ONG Human Rights Watch. “El hecho de que el personal sanitario esté afiliado a una organización de defensa civil de Hezbolá no lo convierte en un objetivo legítimo. El derecho internacional humanitario protege a todos los trabajadores sanitarios. Esa protección cesa sólo cuando el personal médico o las instalaciones sanitarias se utilizan para cometer 'actos hostiles' contra fuerzas enemigas”, subrayó.

Israel acusa a Hezbolá de ocultar sus armas y combatientes en “infraestructuras civiles” y en vehículos, lo que el grupo niega. Firass Abiad, ministro libanés de Sanidad, denunció ataques “deliberados” contra el sistema sanitario y el personal de rescate, y acusó a Israel de “crímenes de guerra”.

Sobre el terreno, los bomberos también se sienten atacados. “Llevamos a la vista el logotipo de Defensa Civil, nuestros camiones son rojos, son insignias reconocidas internacionalmente”, afirma Hussein Faqih, jefe del parque de bomberos de Nabatieh, de la Defensa Civil libanesa. Explica que, a pesar de estar claramente identificados, sus equipos en el sur del Líbano han sido últimamente objeto de repetidos ataques, ya sea durante misiones de rescate o directamente en sus cuarteles. El centro de Kfar Sir, una ciudad del sur del Líbano, por ejemplo, resultó gravemente dañado por un misil israelí que cayó a escasos metros.

“Proteger”, cueste lo que cueste

Líbano atraviesa una aguda crisis económica desde hace varios años y su Defensa Civil está mal equipada para afrontar los nuevos retos de la guerra. “No tenemos nada, ni chalecos antibalas ni máscaras antigás”, explica Saad el-Ahmar. A pesar del peligro y de la falta de recursos, el equipo libanés de Defensa Civil se mantiene firme. “No dormimos, permanecemos activos día y noche, veinticuatro horas al día, siete días a la semana. No descansamos, y menos en tiempos de guerra”.

Saad el-Ahmar explica la enorme cantidad de trabajo que sus equipos tienen que hacer cada día debido a la violencia de los bombardeos. “Vemos ataques que arrasan edificios de varias plantas. Vemos morir a familias enteras.” Además de las misiones de rescate y extinción de incendios, sus equipos llevan a cabo misiones diarias de búsqueda de personas desaparecidas, algunas de ellas desde hace varias semanas. Saad el-Ahmar calcula que todavía hay muchos cadáveres bajo los escombros en los suburbios del sur. La situación dificulta el acceso a los lugares bombardeados, aunque los ataques contra la zona sur de la capital han disminuido recientemente.

Pero eso no detiene a Mariyam Kashakeh, una voluntaria de 22 años: “Por supuesto, cuando vemos que matan a nuestros compañeros, es algo que no podemos ignorar. Salimos de misión con ese escenario en la cabeza. Es un sentimiento difícil, es miedo, pero estamos aquí para proteger, en tiempos de paz como en tiempos de guerra, ese es nuestro deber.”

Traducción de Miguel López

Las llamadas empezaron hace unas tres semanas. Saad el-Ahmar, jefe de la Defensa Civil libanesa del distrito sur de Beirut, y su equipo acababan de rescatar a varios heridos, entre ellos niños, sepultados bajo los escombros, tras un mortífero ataque israelí contra una zona residencial del extrarradio sur. El equipo estaba a punto de dirigirse al distrito vecino de Lailaké para apagar un incendio provocado por una nueva serie de bombardeos cuando la Dirección General de Defensa Civil libanesa recibió una llamada telefónica.

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