Río de Janeiro: un territorio sin ley minado por la corrupción

2

Jean-Mathieu Albertini (Mediapart)

En las escaleras de la Asamblea de Río de Janeiro (Alerj), una decena de policías riegan generosamente con gas lacrimógeno a los manifestantes que se dispersan antes de volver a congregarse masivamente ante las verjas instaladas desde el año pasado. La escena es habitual. Funcionarios sin sueldo, jubilados sin pensión, policías que cobran con retraso y que están desbordados por la inseguridad; motivos para manifestarse no faltan en un Estado declarado en quiebra. La culpa es de las abultadas inversiones, a menudo sobrefacturadas; de la bajada del precio del barril de petróleo y, sobre todo, de la corrupción generalizada llevada a su extremo.

El pasado 17 de noviembre, los manifestantes exteriorizaban su enfado contra Jorge Picciani (Partido del movimiento Democrático Brasileño, PMDB), sempiterno presidente de la Asamblea de Río, en libertad después del voto favorable de los diputados locales. La decisión llevaba a la fiscal general de la República a calificar a Río de “territorio sin ley”.

Jorge Picciani –y varios de sus cómplices– permanecía en prisión preventiva, fruto de las operaciones efectuadas en el marco de una pieza separada del caso Lava Jato (lavado exprés). Entre otras, pesan contra él acusaciones por corrupción, blanqueo de dinero, asociación criminal... Según el Ministerio Público Federal (MPF), Picciani “forma parte de una organización a la que también pertenece el exgobernador Sérgio Cabral y que arrasa de forma ininterrumpida desde los 90”.

Para João Mauro, coordinador de movilizaciones de la ONG Meu Rio, “este dúo puso en marcha una industria de la corrupciónindustria que ha arruinado el Estado. Todo pasaba por Cabral. Picciani controlaba la asamblea con mano de hierro”. Según la Policía Federal, a cambio de chantajes, la Asamblea aprobó más de 100.000 millones de reales (35.000 millones de euros) en exención de impuestos, “el mayor fraude de la historia de Brasil”, según el coordinador de Meu Rio.

Cinco días después, el Tribunal Superior suspendía la liberación de Jorge Picciani, decidida por los diputados. Actualmente, permanece en la prisión de Benfica, donde se encuentran encarcelados todos los detenidos en la operación Lava Jato. El exgobernador Garotinho, entrevistado en junio pasado, decía a Mediapart, socio editorial de infoLibre: “Su caída es más lenta porque no tiene la misma actitud que Cabral, que hacía ostentación de su riqueza con joyas, viajes... pero es inexorable. No va a pasar de 2017”. Al día siguiente del arresto de su gran rival, Garotinho también era detenido; lo mismo que su mujer, Rosinha, que le sucedió en el cargo de gobernador. Todos los exgobernadores, desde 1998, y los presidentes de la Asamblea, desde 1995, están a día de hoy entre rejas.

El último hombre fuerte

Además de una crisis económica grave, el Estado de Río de Janeiro sufre una profunda conmoción política. “Hasta el año pasado, el PMDB de Río, hegemónico en el Estado, era la principal fuerza política de este partido. Con esta última redada, prácticamente está liquidado”. Ya en 2016, el alcalde de Río fracasó a la hora de imponer a su delfín; el exgobernador Sérgio Cabral fue detenido –lo mismo que Eduardo Cunha, otro hombre fuerte del partido en Río y extodopoderoso presidente de la Cámara de los diputados federales, condenado a 15 años de prisión por corrupción–. Pezão el actual gobernador, sobre quien pesan importantes fuertes sospechas de corrupción y minado por la impopularidad, es más discreto. “De momento, puede contar con la inmunidad inherente a su cargo, pero si no resulta reelegido, también corre el riesgo de acabar en la cárcel”, recuerda Mauro.

En el último año, Jorge Picciani, hombre en la sombra, emergió en medio del caos y controlaba indirectamente el Gobierno, sobre todo con el nombramiento de personas de su entorno, en los puestos más importantes. “Sin duda ninguna, antes de su arresto, era el hombre más importante del Estado”, confirma Mauro. Cuando el gobernador Pezão tuvo que apartarse de la política durante seis meses por razones de salud, Picciani tomó posiciones en el Gobierno. Sin él, Pezão, debilitado, no habría podido adoptar las reformas impopulares, conocidas como “paquete de maldades” exigidas por el Gobierno federal para conceder una ayuda sustanciosa a un Río de Janeiro en quiebra.

Pero, en verdad, hace más de 25 años que Jorge Picciani es una figura imprescindible. Elegido en seis ocasiones, desde 1990, diputado del Estado de Río, “sin embargo, no es muy conocido por el gran público, pero los que le rodean, en el mundo político, lo temen. Negocia entre bambalinas. Y generalmente no se le puede decir que no a nada”, explica Mauro. Durante el primer mandato de Lula, el ministro de la Casa Civil (equivalente al primer ministro) le visitaba discretamente. “Desde que está al frente de la Asamblea, no se hace nada sin su aprobación”. El joven activista de Meu Rio recuerda aquella vez que tuvo problemas con él. “Nos encontrábamos en una ardua negociación del proyecto de ley de un diputado. Nos recibió a mediodía. A las tres de la tarde, el problema se había resuelto. Por contra, cuando te conviertes en su enemigo, todo es más complicado”.

El exgobernador Garotinho conoce bien a Jorge Picciani y a Sergio Cabral. Sus dos mejores enemigos son aliados desde 1991. También para él, está claro: “Sin el aval de Picciani, tu proyecto no vale nada en la asamblea”. Resultado: nadie se opone frontalmente a él: siempre que ha aspirado a ocupar la Presidencia de la asamblea, nunca ha encontrado adversario.

Incluso después de su arresto, 39 diputados de 70 votaron a favor de su puesta en libertad. De ellos, 11 prefirieron abstenerse, en lugar de votar en contra. Para Mauro, “está en prisión, pero se sienta a la mesa, puede comprometer a la mitad de los diputados”.

La corrupción se ha generalizado a un nivel nunca visto hasta ahora”, prosigue Mauro. “Cuando Cabral llegó al poder, se hizo con todos los chanchullos existentes. Ni siquiera Garotinho había llevado la corrupción tan lejos”. Según el propio Garotinho, Picciani, por su conocimiento de los mecanismos de corrupción, controlaba también la asamblea gracias al chantaje sistemático de los diputados implicados en asuntos turbios.

Aumento patrimonial del 2.000%

Y un buen enemigo político, Anthony Garotinho no se va por las ramas: “Picciani es una persona brutal que se impone por la fuerza y el dinero. No tiene ideología ninguna”. Él que ha seguido el ascenso de Picciani desde su alianza con Cabral lo asegura: “Desde el comienzo, su proyecto era controlar prioritariamente el Poder Legislativo”. Con ayuda de un sustituto que permaneció cuatro años en el puesto (y detenido al mismo tiempo que Picciani), el dúo dirige la asamblea Alerj desde hace 25 años.

Gracias a esto, Picciani tiene una increíble capacidad para actuar entre bambalinas. Una técnica típica del PMDB, salido directamente del único partido permitido durante la dictadura y que reúne a gente de todo tipo. “El PMDB se adapta a cualquier situación para mantenerse en el poder. Se concentra en los intereses generales para negociar con el poder federal. Aunque no presente nunca candidato a las presidenciales, se encuentra siempre próximo al poder”, explica el activista de Meu Rio. Sin ser nunca directamente elegido, tres miembros del PMDB (el de Michel Temer) ya se han convertido en presidentes de la República.

Y Jorge Picciani destaca en este ejercicio de adaptación. En 2014, respaldó al rival de Dilma Rousseff en las presidenciales y después a Dilma, una vez elegida. “De este modo pudo colocar a uno de sus hijos en el Gobierno, pero cuando vio venir la caída de Dilma, se posicionó a favor del impeachment y Michel Temer puso en marcha las puertas giratorias: designó ministro a uno de sus cuatro hijos”, sigue Mauro. Un nepotismo que no sorprende a nadie en Brasil. Las dinastías son legión en el país y numerosos cargos electos son “hijos de” o “mujer de”. La familia Garotinho es un buen ejemplo.

Político avezado, Picciani se mantiene como hombre en la sombra. En las elecciones federales, no le resulta sencillo convencer. Su única tentativa en la que aspiró a senador, en 2010, fue un fracaso, después del cual permaneció cuatro años apartado del poder, pero siguió ejerciendo su influencia antes de recuperar la dirección de la Asamblea en 2014.

Su potencia le viene también de su inmenso patrimonio que, desde que llegó a la política, ha aumentado un 2.000%. “Las bases de la política en Brasil se resumen en el dinero o la personalidad. O tienes una personalidad fuerte que atrae la atención o eres rico”, dice Mauro.

Caída

En 2003, Jorge Picciani daba que hablar por primera vez a raíz de una visita de inspectores de trabajo a una de sus granjas. Allí descubrieron a trabajadores en régimen de esclavitud. El revuelo mediático no le impiden continuar su carrera política sin cortapisas. “En Brasil, el Poder Judicial mantiene oscuros vínculos con la política. La injerencia del político en la Justicia crece a medida que se aleja de los principales Estados”, explica Mauro. El caso de la dinastía Sarneyen el Maranhão es significativa. Después de más de 50 años en el poder, se han abierto causas... pero han quedado guardadas en un cajón. “Los testigos se suicidan, las pruebas desaparecen pasto de las llamas... ahora esta historia de esclavitud se produce en una propiedad ubicada un punto recóndito de Mato Grosso, así que quedará en nada”, lamenta el coordinador de movilizaciones de Meu Rio.

No fue hasta el 29 de marzo de 2017 cuando Jorge Picciani volvió a ser interrogado: ese día, cinco de los siete inspectores del Tribunal de Cuentas del Estado (TCE) de Río de Janeiro resultan detenidos, sospechosos de participar en una causa de corrupción en la que el 20% de los contratos públicos se destinaban a sobornos. Pese a su nombre, el TCE no está vinculado con el Poder Judicial, sino al Alerj. Picciani, acusado de haber hecho de intermediario, también fue interrogado por la Policía Federal antes de quedar en libertad.

Además, el nombre de una empresa de construcción de su propiedad apareció en la operación Lava Jato. En 2012, esta empresa ya salió a la luz en el momento en que un antiguo le vendió todas sus acciones, ¡un año después de su muerte.

Sus grandes fazendas, gestionadas por uno de sus hijos, Felipe Picciani, también han despertado el interés de los inspectores, Felipe es acusado de inflar facturas en subastas de lujo. Un negocio ideal para blanquear dinero: simular fuertes ganancias es fácil, dado que el precio de venta en subasta también es subjetivo. Su hijo finalmente fue detenido cuando él y comparten su celda.

“Lo organizó todo para protegerse en Río. Pero cuando la Policía Federal se interesa por él, resulta más complicado. Al menos es lo que se rumorea en los pasillos”, confiaba a Mediapart Eliomar Coelho, un diputado local del Psol. Y la operación Lava Jato finalmente llegó a Río, con las delaciones que la han convertido en un éxito, su ejército de fiscales y de policías federales. Desde entonces, todas las sospechas que pesaban sobre Piccini han quedado confirmadas.

Después de su arresto, por vez primera, 19 diputados locales votaban abiertamente en su contra en la asamblea, que decidía sobre su puesta en libertad. Una primera fanfarronada contra su autoridad, pero aún insuficiente y que demuestra que Jorge Picciani sigue siendo influyente.

Otro de sus hijos, diputado local, tomó el relevo organizando la votación de la Asamblea, dispuesta a liberarlo. La comisión de ética interna encargada de decidir sobre la casación de su mandato la dirige una persona de su entorno. “Como para Cunha, sus aliados no lo dejarán caer a menos que su posición se haga insostenible. Cunha ha caído porque estaba bajo el foco, organizando el impeachment de Dilma Roussff. Ahora bien, él es mucho más discreto”, explica Eliomar Coelho. “Da muy pocas entrevistas y no le gusta aparecer ante las cámaras. Y con todo lo que sucede en estos momentos, los brasileños ya han olvidado su arresto”. El tercer arresto de Garotinho en menos de un año, por ejemplo, fue noticia horas después del arresto de Jorge Picciani.

Sus abogados y aquellos que le apoyan luchan ahora para que se reconozca el derecho de la asamblea local de liberar y restituir en el cargo a un diputado suspendido y encarcelado. Detenido en flagrante delito, Jorge Picciani ha perdido su inmunidad parlamentaria. Pero si no es condenado antes de las elecciones, no descarta su reelección. “Recobrará entonces su inmunidad y no podrá ser juzgado ante el Tribunal Supremo. El proceso va a durar varios años”, dice Mauro. “El pueblo brasileño es un poco esquizofrénico: odia a los políticos que considera corruptos pero acaba eligiendo entre corruptos, en lugar de elegir al que he presta un servicio”, ironiza.

Mientras, en la cárcel de Benfica, los exdirigentes de Río, aliados y enemigos, se encuentran juntos y discuten. Garotinho dice sentirse amenazado: Picciani supuestamente le dijo que “iba a descerrajarle un tiro en plena cabeza”. Garotinho jura que le han agredido sicarios de sus rivales: la investigación concluye que se automutiló antes de ser trasladado a otra prisión para castigarlo.

Los que permanecen en Benfica sufren el sonido que sale de los enormes altavoces ubicados la favela situada junto a la cárcel y donde, cada fin de semana, se organizan “bailes del sufrimiento” para impedir que los exjefes de Río duerman. Los cantantes se suceden y hacer rimas con la desgracia que viven las viejas glorias políticas, destituidas; recuerdan los delitos que cometieron y las consecuencias de éstos sobre la vida de los más pobres.

El Supremo de Brasil suspende los indultos aprobados la semana pasada por Temer

Ver más

Traducción: Mariola Moreno

Leer el texto en francés:

En las escaleras de la Asamblea de Río de Janeiro (Alerj), una decena de policías riegan generosamente con gas lacrimógeno a los manifestantes que se dispersan antes de volver a congregarse masivamente ante las verjas instaladas desde el año pasado. La escena es habitual. Funcionarios sin sueldo, jubilados sin pensión, policías que cobran con retraso y que están desbordados por la inseguridad; motivos para manifestarse no faltan en un Estado declarado en quiebra. La culpa es de las abultadas inversiones, a menudo sobrefacturadas; de la bajada del precio del barril de petróleo y, sobre todo, de la corrupción generalizada llevada a su extremo.

Más sobre este tema
>