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El Gobierno recompone las alianzas con sus socios: salva el paquete fiscal y allana el camino de los presupuestos

El socialista Antonio Costa pelea este domingo por una complicada mayoría que le permita un tercer mandato

El secretario general del Partido Socialista, Antonio Costa, durante un acto de campaña, en Fafe.

Ludovic Lamant (Mediapart)

El primer ministro socialista Antonio Costa, de 60 años, en el poder desde 2015, espera ser reelegido para un tercer mandato en las elecciones legislativas anticipadas que se celebran este domingo 30. Pero si el PS no consigue la mayoría absoluta con la que sueña, que parece inalcanzableCosta puede tener dificultades para encontrar nuevos aliados que le mantengan en el cargo, ahora que las relaciones se han enfriado con sus antiguos socios de izquierdas, el Bloque de Izquierda (BE) y el Partido Comunista (PCP).

El auge de la variante ómicron ha alterado la campaña y algunos observadores prevén un índice de abstención muy elevado. Todo, o casi, ha sucedido en la televisión y las redes sociales. En un gesto inédito, las autoridades organizaron un primer escrutinio anticipado el pasado domingo 23 de enero, en el que participó alrededor del 80% de los 250.000 votantes registrados, entre ellos Antonio Costa.

Al menos otras 13.000 personas, en cuarentena por Covid o que viven en residencias de la tercera edad y están preocupadas a la hora de acudir a las urnas, también podrán votar desde casa gracias al despliegue de voluntarios que irán puerta a puerta por el país.

Algo más del 9% de la población portuguesa estaba aislada a principios de la semana, bien infectada por el covid o por contacto estrecho con contagiado, una proporción muy superior a la vaticinada por los expertos, y que también está alterando el pronóstico electoral. Hay 10,8 millones de personas llamadas a las urnas, de las cuales 9,3 millones viven en territorio portugués.

Estas elecciones legislativas anticipadas llegan en el peor momento posible. Y se deben a la negativa, en octubre, del Bloque de Izquierda y de los comunistas a apoyar el proyecto presupuestario del PS para 2022, que en su opinión no era suficientemente ambicioso en puntos clave como el salario mínimo. Desde entonces, cada parte ha acusado a la otra de ser responsable de la convocatoria electoral. Tanto el Bloco como el PCP culpan al PS de haber convocado las elecciones con la esperanza de obtener la mayoría absoluta que algunas encuestas vaticinaban en su momento.

De 2015 a 2019, los socialistas gobernaron en minoría, con el apoyo del Bloque y el PCP en la Asamblea, una alianza inestable e inesperada apodada la geringonça (cosa), que sin embargo se basó en un acuerdo de gobierno muy preciso, duramente negociado entre los tres socios, de más de 130 páginas. Esta alianza, que se parecía más a una izquierda plural, fue la primera desde la Revolución de los Claveles de 1974, y pasó la página de los años de austeridad asociados al conservador Pedro Passos Coelho.

Después de 2019, los socialistas han gobernado en minoría, sin el apoyo formal del Bloque o del PCP. La convocatoria de nuevas elecciones no sorprendió a todo el mundo. “Si miras cómo ha sido el mandato desde 2019, los socialistas han votado con el PSD [partido de derechas presidido por Rui Rio] en el 60% de los textos... Y al final, cuando tienen que votar los presupuestos del año siguiente, miran al Bloque y al PCP”, argumenta André Freire, politólogo del Instituto Universitario de Lisboa.

Costa y Rio intentan convertir la campaña en un duelo

En el debate televisado entre Antonio Costa y Rui Rio, su principal oponente y exalcalde de Oporto, el 13 de enero, Costa insinuó que si no obtenía la mayoría absoluta, intentaría gobernar con el apoyo del PAN, el partido de los derechos de los animales. Este partido dice no ser ni de derechas ni de izquierdas, pero ha votado con el PS en casi el 70% de las ocasiones. Pero muchos dudan de que este apoyo sea suficiente para construir una mayoría en la Asamblea.

Otra alternativa pasa por una alianza con Livre, la formación de izquierdas bastante confidencial liderada por el exeurodiputado Rui Tavares, que fue noticia a principios de 2020 tras la exclusión de su única eurodiputada, Joacine Katar Moreira, que también es una figura antirracista. En este momento no hay garantías de que Livre atraiga suficientes votos para permitir que Costa sea reelegido. Consciente de los límites de estas opciones, Costa intentó reabrir la puerta al diálogo con sus antiguos socios de la izquierda hacia el final de la campaña, aunque ello supusiera un cambio de estrategia de 180 grados.

En cuanto al conservador Rui Rio, está convencido de que, a sus 64 años, ha llegado por fin su hora. El líder del PSD, aunque quede segundo, no descarta gobernar: podría inspirarse en lo que Costa infligió a la derecha en 2015 (el socialista sólo quedó segundo pero negoció la mayoría absoluta con las formaciones de izquierda). El PSD podría formar una alianza con el CDS (derecha) o con Iniciativa Liberal (IL), un pequeño partido cuyo resultado podría resultar decisiva –algunos editorialistas apuestan, tras la geringonça de 2015, por una liber-geringonça, una asamblea igualmente inestable, pero ultraliberal...

Pero esto obliga a Rui Rio a negociar también con el nuevo partido de extrema derecha, Chega, dirigido por André Ventura. El partido, cuyo discurso se basa en una virulenta crítica a las comunidades gitanas, a las que acusa de aprovecharse de las ayudas públicas, cuenta por ahora con un solo diputado de 230, pero las encuestas le auguran más, según el modelo español de Vox. Por el momento, Río ha descartado que vaya a haber ministros de Chega en una posible coalición de la derecha. Ventura, antaño en la ejecutiva del PSD, ha advertido que sólo apoyaría una coalición de derechas si su partido obtuviera al menos el 7% de los votos.

La batalla por el tercer puesto continúa

Rui Rio se siente aún más confiado porque recuerda el precedente de las elecciones municipales de Lisboa de septiembre de 2021; las encuestas daban al alcalde saliente, el socialista Medina, una mayoría aplastante, pero fue una coalición de derechas, liderada por Carlos Moedas, la que finalmente ganó por sólo 2.300 votos, poniendo fin a 14 años de reinado de la izquierda en la capital. Una conmoción para Costa, y una seria advertencia para el futuro.

Los dos líderes, Costa y Río, tienen todo el interés en reforzar el bipartidismo de la campaña: será “él o yo” para el puesto de primer ministro, en resumen. Costa insta al voto útil, aboga por la estabilidad política del país en tiempos de pandemia y defiende sus planes de construir hospitales con fondos europeos del plan de recuperación post-Covid. Remite a Rui Rio a los años de austeridad de Pedro Passos Coelho.

Por su parte, Río defiende un programa de recortes fiscales para las empresas (que incluye un fuerte y temporal recorte del IVA en los restaurantes en 2022-2023) y juega con los temores del electorado centrista al evocar una nueva alianza entre los socialistas y el Bloco de extrema izquierda. Pero los dos líderes se mantuvieron en la fase de un enfrentamiento apagado, prueba, sin duda, de que muchas de las propuestas del PSD podían gustar al PS, y viceversa.

Más allá de la batalla entre el PS y el PSD, el suspense por el tercer puesto está en pleno apogeo. Chega sueña con repetir su resultado en las elecciones presidenciales de enero de 2021, cuando Ventura quedó tercero, por delante de los candidatos de los comunistas y del Bloque de Izquierda. El pequeño partido Iniciativa Liberal se sitúa al alza en los últimos sondeos, previsión que hay que tomar con mucha cautela porque la participación real es difícil de prever. En cuanto a los izquierdistas más o menos radicales, que fueron maltratados durante las últimas elecciones (presidenciales y municipales), quieren su venganza. En particular, Catarina Martins, la única mujer al frente de uno de los principales partidos, que advirtió que sólo aceptaría volver a apoyar a un ejecutivo del PS con un contrato de gobierno por escrito, basado en el modelo de 2015.

En un artículo publicado en el diario Público el 4 de enero, varios académicos y periodistas se pronunciaron a favor de una “mayoría plural de izquierdas”. No son tan nostálgicos de la alianza de izquierdas del periodo 2015-2018 como preocupados, por el debate público, por una hegemonía del PS sobre la izquierda. El reflejo del voto útil podría ayudar aún más al PS. La ecología política sigue tan dividida como siempre, entre el Bloco, el Partido Verde (PEV, asociado al PCP), Livre y el PAN.

En esta campaña exprés, que sólo se puso en marcha realmente tres semanas antes de las elecciones, surgieron pocos temas fuertes. Sanidad, por supuesto, fue el tema central en un país que se encuentra entre los más pobres de la UE y donde nada menos que 1,1 millones de portugueses –el 10,8% de la población– no tienen médico de cabecera. Los antiguos socios de izquierdas del PS acusaron a Costa de acelerar la privatización de la sanidad en el país al infrafinanciar la sanidad pública.

Los candidatos también debatieron sobre la organización institucional del país, ya que Antonio Costa había anunciado un referéndum sobre la “regionalización” de Portugal en 2024, es decir, la formación de ejecutivos regionales, una organización administrativa que no existe en Portugal y que se supone que ayudará a reducir las desigualdades territoriales. Un proyecto que Rui Rio no ha hecho suyo explícitamente.

 

Traducción: Mariola Moreno

Leer el texto en francés:

 

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