Allí siguen las avestruces. En el soleado zoo de la imponente residencia de Mejyhiria, al norte de Kiev, los animales se mueven a sus anchas. Nunca han dado muestras de la menor inquietud por la ausencia de su dueño, el expresidente ucraniano, el autoritario y corrupto Viktor Yanukóvich. El 21 de febrero de 2014 huyó precipitadamente tras el sangriento desenlace de la “revolución de la dignidad”. Al día siguiente, el pueblo revolucionario tomaba esta propiedad de más de 135 hectáreas, de la magnífica vivienda de madera de primera construida por la empresa Honka, de la pista de tenis, del helipuerto, del club de yates, de la réplica de galeón, del zoo.
Al borde del mar de Kiev, hay un embalse artificial sobre el curso del río Dnipro; todo aquí está bien conservado y parece tranquilo. Sin embargo, más de tres años después, Mejyhiria permanece en un limbo jurídico, como todos los negocios vinculados con el antiguo régimen. El parque ha sido nacionalizado y abierto al público, pero la suerte de los edificios todavía deberá dirimirse en un proceso judicial que se eterniza. Ni siquiera se sabe de quién son las avestruces. (En este vídeo se puede ver la “propiedad presidencial”).
Durante el tiempo que se mantuvo en la Presidencia (2010-2014), Viktor Yanukóvich dijo disponer de sólo dos hectáreas de esta propiedad. Aseguró entonces que había disfrutado de la residencia de forma gratuita por “invitación de amigos”. Amigos ocultos tras todo un entramado societario offshore. El beneficiario final resultó ser la empresa Tantalit, en realidad, una tapadera de varias propiedades de lujo de los Yanukóvich en Ucrania.
Desde su exilio en Rusia, el autócrata caído ha repetido esta versión de los hechos, justificando su presencia por los favores que hacía a “sus amigos”. “¡Me encargaba de los avestruces!”, llegó a responder en una célebre entrevista concedida a la BBC, en junio de 2015. Y el periodista insistió: “¿Me está diciendo que el presidente de un país vivía, así, en el zoo de otra persona?”. Por kafkiano que resultase el momento, que fue objeto de numerosas mofas en internet, el trasfondo del problema está ahí. Viktor Yanukóvich nunca ha admitido sus errores. Sus montajes financieros, extraordinariamente complejos, a día de hoy todavía no han podido ser desmantelados por completo. Y, por tanto, la Justicia todavía no se ha pronunciado sobre culpabilidad del antiguo régimen.
En el Maidán, durante el invierno de 2013-2014 y a decir de los nuevos dirigentes del país, la atrocidad de los crímenes de la familia Yanukóvich –entiéndase como el grupo de colaboradores próximos al presidente– parecía innegable. Pese a todo, más de tres años después, sólo un caso de corrupción menor, que salpica al exministro de Justicia Oleksandr Lavrynovych, ha sido juzgado. Varios casos importantes han sido clasificados. Daria Kaleniouk, directora adjunta del Centro de Acción contra la Corrupción (AntAC), considera que el sistema judicial ucraniano, desde los fiscales a los jueces, “no tiene ni las capacidades, ni la voluntad de acabar las investigaciones”.
Sin embargo, en opinión del fiscal general Iouriy Loutsenko, la situación cambia todas las semanas. Este antiguo héroe de la revolución naranja de 2004, condenado a dos años y medio de cárcel tras las persecuciones políticas del régimen de Viktor Yanukóvich, es un hombre cercano al presidente actual, Petro Porochenko. Y ha hecho de los crímenes del antiguo régimen su prioridad. Tras la inacción de sus predecesores, luchó por la apertura, el 4 de mayo, de un “juicio sin precedentes” contra Viktor Yanukóvich, juzgado en rebeldía por “alta traición”.
Acusa al exjefe del Estado de haberle pedido a Vladimir Putin que enviase tropas a Ucrania, en la primavera de 2014, y de haber fomentado movimientos separatistas en varias regiones del país. “Viktor Yanukóvich y allegados” tienen las manos llenas de la sangre de al menos 10.000 muertos y de 23.000 heridos, según el fiscal general. “Este juicio no es una venganza, es el medio para que la Justicia triunfe por fin y se aplique la ley”, dice Iouriy Loutsenko.
Para que se pudiese iniciar el proceso, ha sido necesario incluso cambiar la ley para poder hacer juicios en rebeldía. La maniobra hace temer a Halyna Coynash, experta del Grupo de Derechos Humanos de Kharkiv, que Viktor Yanukóvich pueda encontrar ahí un resquicio para discutir el veredicto ante el Tribunal Europeo de Derechos del Hombre, cuando se emita.
Pero desde la apertura del juicio, que se anunció a bombo y platillo, no ha pasado nada. Las audiencias se han pospuesto. Una vez fue porque Viktor Yanukóvich no llegó a conectarse para una videoconferencia desde el tribunal de Rostov del Don, en Rusia, donde ha encontrado refugio. Otra, su abogado se quedó sin voz. El juicio finalmente ha quedado fijado para el día 16 de junio. Y todo apunta a que durará más de un año. Pocos son los que creen que se hará Justicia y que Viktor Yanukóvich sea detenido y encarcelado.
Según las informaciones disponibles, el expresidente no vive en Rostov. En esta ciudad, próxima a su Donbass natal, sólo aparece cuando lo necesita. En realidad, supuestamente vive en una villa del prestigioso barrio de Roublievka, en las afueras de Moscú. Oficialmente separado de su mujer, se dice que vive con Liubov Polejay, su amante de tiempos de Mejyhiria. El exilio no parece resultarle ningún problema.
El nervio de la guerra, el dinero
Si regresase a Ucrania, Viktor Yanukóvich debería hacer frente a varias causas de forma continuada, además del juicio por traición. Por usurpación de poder en 2010. Por haber socavado las capacidades de las Fuerzas Armadas. Por su responsabilidad en las violencias homicidas de la revolución. O por su complicidad en el rapto, en 2013, del arzobispo Oleksander Drabinko y de dos religiosas del patriarcado de Moscú de la Iglesia ortodoxa. De momento, ninguno de estos casos se han llevado a los tribunales, aunque las investigaciones alimentan regularmente los informativos de la televisión.
En este contexto donde el hombre es intocable, las miradas se concentran en el quid de la guerra: el dinero. Iouriy Loutsenko calcula que la familia Yanukóvich llegó a malversar 40.000 millones de dólares durante el tiempo que permaneció en el cargo. Pero, más de tres años después de la caída del régimen, prácticamente no se ha recuperado nada. Según un informe del AntAC de diciembre de 2016, ese año debían recuperarse 7.700 millones de jrivnia (unos 261.000 euros), que tenían que ir a parar a las arcas del Estado. Realmente sólo se han recuperado 149.193 jrivnias (¡unos 5.000 euros!). Pese a todo, en 2017, el primer ministro Volodymyr espera poder engrosar el presupuesto del Estado con 12.000 millones de jrivnias (unos 407 millones) procedentes de su fortuna.
También aquí, el fiscal Iouriy Loutsenko insinúa que se hacen progresos rápidos. El 28 de abril, anunciaba la confiscación de 1.400 millones de euros procedentes de las cuentas bancarias vinculadas a Serhiy Kourchenko, un joven miembro de la familia. “Si hubiese habido que efectuar la operación de confiscación en líquido, con billetes de 100 dólares, el dinero incautado pesaría 15 toneladas”, se felicitó Iouriy Loutsenko. Los fondos recuperados oficialmente se han destinado a políticas sociales y a desarrollo regional. Para el fiscal, esta decisión abre la vía a un proceso de incautación de 50 millones de euros, bloqueados en bancos en Letonia, y marca una etapa fundamental en la lucha contra la cleptocracia de antaño.
Pero tampoco aquí son pocas las críticas. El juicio se despachó en dos semanas después de la celebración de audiencias a puerta cerrada. Un proceso, supuestamente, chapucero. Si el veredicto se recurre, no es de descartar que los fondos vuelvan a manos de sus dueños. “Y en ese caso, habrá que indemnizarles con los intereses correspondientes. No resulta difícil imaginar la vergüenza que supondría para Ucrania”, avisa el jurista Hennadiy Drouzenko.
Este caso ha recordado la complejidad de los entramados financieros. Las sumas circularon a través de “500 sociedades offshore”, antes de volver a Ucrania, según Iouriy Loutsenko. Marcados con la etiqueta de fondos extranjeros, fueron invertidos en Obligaciones del Estado, remunerados al 8%. “Me sorprende que la mafia colombiana no haya recurrido a este sistema”, bromea Iouriy Loutsenko. Al notable desafío que supone desentrañar las redes financieras internacionales, se añaden las limitaciones técnicas y salariales de los investigadores ucranianos. En varios países como Gran Bretaña, Suiza o Mónaco, se han descongelado las cuentas bancarias en los últimos meses. El levantamiento de las sanciones a menudo se justifica por la falta de cooperación y de comunicación de los fiscales ucranianos. “A los fiscales, simplemente no les interesa recuperar este dinero”, denuncia Daria Kaleniouk del AntAC.
No obstante aún hay determinadas sanciones individuales que se siguen aplicando y son aquellas impuestas sobre todo por Estados Unidos y la UE. Pero de forma general, la presión sobre los dignatarios de la familia en el exilio disminuye. Varios de ellos recientemente quedaron eliminados de la lista de los más buscados por la Interpol; entre ellos se encontraba el ex primer ministro Mykola Azarov o el mafioso Iouriy Ivaniouschenko. El 3 de mayo, en vísperas de la apertura del juicio por alta traición, el nombre del propio Viktor Yanukóvitch también desaparecía de la lista.
Los exiliados incluso contraatacan, gracias a sus recursos y a su red de abogados. Se han presentado denuncias ante el TEDH que les sirven de plataforma para presentarse como víctimas de una Justicia selectiva. En Ucrania, los representantes del antiguo régimen también son muy activos. A través de sus empresas supuestamente circula el mismo dinero malversado que militantes civiles y fiscales quieren recuperar. De forma paralela, el imperio económico de Rinat Akhmetov, durante mucho tiempo aliado íntimo de Viktor Yanukóvitch, sigue siendo muy funcional, pese a la guerra del Donbass.
Además, han florecido en el panorama político ucraniano partidos herederos del difunto Partido de las Regiones, que obtuvo mayoría presidencial. El Oppozitsniy Blok (Bloque de oposición), Vidrodjennia (Renacimiento) y Volia Narodu (Voluntad del pueblo) están bien instalados en el Parlamento y han aumentado las bases territoriales en las elecciones locales de octubre de 2015. Esta continuidad se ha consolidado ante la persistencia de que se recupere el sistema administrativo, policial y judicial del antiguo régimen. Las tentativas de renovación han tenido efectos limitados. En cuanto a la oficina del fiscal, “su reforma casi no se ha puesto en marcha, pese a los reiterados anuncios de Iouriy Loutsenko”, denuncia Alya Shandra, militante proucraniana de Euromaidan Press.
El fervor reformista y la fiebre patriótica una vez venidos a menos, parece que de nuevo el motor principal de la política ucraniana son las negociaciones políticas. Los parlamentarios rechazaron votar, el 18 de mayo, una ley que sancionaba a 21 personalidades vinculadas con la familia, entre ellos Viktor Ianoukovitch. Sin más explicaciones. Alya Shandra también se indigna por la inacción del fiscal en la investigación sobre Yuriy Boïko, exviceprimer ministro con Viktor Ianoukovitch y jefe actual de l’Oppozitsniy Blok. Sospechoso de malversación al menos 180 millones de euros de dinero público, puede ser tratado con deferencia con el objeto de que se convierta en candidato de contrapunto en las presidenciales de 2019 y favorecer con ello la reelección de Petro Porochenko.
Ahora son las autoridades del Maidán las que se encuentran en el punto de mira por su incapacidad, la ausencia de resultados y las supuestas negociaciones y negociaciones bajo cuerda. La preocupación de la sociedad civil y de los socios occidentales de Ucrania se hizo notoria recientemente por las presiones ejercidas contra los militantes que luchan contra la corrupción. Según un informe reciente de Amnistía Internacional, Ucrania, una vez más, aparece en la parte baja de la tabla, en el puesto 131 de 176.
En Mejyhiria, la suntuosa residencia del jefe de Estado depuesto permanece bajo el control y es mantenida, desde 2014, por voluntarios del Maidán. Petro Oleynik, un ucraniano del oeste, tiene el manojo de llaves y conduce a los visitantes a descubrir los tesoros de Viktor Yanukóvih. “Mis camaradas y yo estamos agotados, por supuesto. Hace tres años que no voy a casa, pero no me iré hasta estar seguro de que todo esto permanecerá accesible al pueblo ucraniano. Quizás nunca se haga Justicia y Yanukóvich no pague, pero teniendo este templo de la corrupción no necesitamos un fallo judicial para saber lo que ha hecho”. ___________
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Traducción: Mariola Moreno
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Allí siguen las avestruces. En el soleado zoo de la imponente residencia de Mejyhiria, al norte de Kiev, los animales se mueven a sus anchas. Nunca han dado muestras de la menor inquietud por la ausencia de su dueño, el expresidente ucraniano, el autoritario y corrupto Viktor Yanukóvich. El 21 de febrero de 2014 huyó precipitadamente tras el sangriento desenlace de la “revolución de la dignidad”. Al día siguiente, el pueblo revolucionario tomaba esta propiedad de más de 135 hectáreas, de la magnífica vivienda de madera de primera construida por la empresa Honka, de la pista de tenis, del helipuerto, del club de yates, de la réplica de galeón, del zoo.