Es un fallo del que apenas se ha hablado en Europa occidental, mientras que en Rusia y en Ucrania, algunos han hecho el agosto con él. El pasado lunes día 3, la misión especial de observación en Ucrania (Special Monitoring Mission o SMM por sus siglas en inglés) de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) publicó en su boletín diario una información sensacionalista que, tras una verificación, se demostró errónea.
En el antepenúltimo párrafo, informó de que durante la inspección de cinco lugares donde los combatientes separatistas de la República Popular de Donetsk depositan sus armas, los observadores pudieron hablar con “un hombre armado que vigilaba una de las instalaciones y que afirmó que pertenecía, como todos los hombres presentes en el lugar, a la 16ª brigada aerotransportada de Orenbourg (Rusia). Ninguno de ellos llevaba insignia distintiva”, decía la publicación.
Sitiada en el lugar desde 2014, la misión de la OSCE, que cuenta con 513 observadores de 40 países distintos, emite diariamente minuciosos informes sobre la aplicación de los acuerdos de Minsk 2: en particular, respecto al cese del fuego y la retirada de armas pesadas en el frente. Publica también cada día una “tabla de violaciones del cese del fuego”.
El martes 4 de agosto, la información sobre la supuesta presencia de soldados rusos en Ucrania estuvo ampliamente contada por los medios de comunicación ucranianos y ciertas páginas web rusas independientes. Pero algunas horas después, se puso en evidencia: no existe en el seno de las fuerzas armadas rusas ninguna “16ª brigada aerotransportada de Orenbourg”, como mucho, una vigesimosexta brigada especial de los servicios secretos de la armada (GRU, por sus siglas en ucraniano), de la que tres miembros murieron en Ucrania a principios de mayo, como ya lo contaron entonces varios activistas, apoyándose en sólidas pruebas (que pueden comprobarse en este enlace).
El ministerio ucraniano de Información se vio obligado a reaccionar en su página de Facebook, explicando que se trataba “bien de una operación especial que pretendía desacreditar a los medios ucranianos y a la OSCE, o bien una chorrada de los terroristas rusos” (apelación que designa a los combatientes separatistas de Donbass). Ante lo que parece más que nada una metedura de pata, la misión de la OSCE prefirió guardar silencio. Mientras, otros se regocijaban.
La web Sputnik, la voz oficial del Kremlin en Francia, publicó un artículo irónico sobre “la brigada fantasma” descubierta por la OSCE. Dmitri Peskov, el portavoz del presidente ruso Vladimir Putin, se apresuró en remarcar que este tipo de “alegaciones” ya habían tenido lugar otras veces y que “no habían dado nada en concreto”.
Toda una serie de elementos demuestran, sin embargo, la presencia de soldados rusos en el este de Ucrania. El marzo pasado, la Novaïa Gazeta recogió el testimonio muy detallado de un soldado buriata de la quinta brigada de tanques en Oulan Oudé, ligada a la unidad militar nº 46108. Se prestó voluntario para combatir con varios de sus compañeros en Donbass, cerca de Debaltsevo, donde sufrió graves quemaduras en la cara.
A mediados de julio, una investigación de Gazeta.ru, llevada a cabo en el seno de la 33ª brigada motorizada de la unidad militar nº 22179, contaba la historia de diez soldados profesionales –los kontraktniki— que, acosados por su mando para comprometerse “voluntariamente” en el este de Ucrania, habían preferido desertar.
La tarea de la “16ª división aerotransportada” finalmente se borró del panorama mediático, barrida por otro episodio que hizo arder las redes sociales, esta vez contra Moscú. Varias webs, entre ellas stopFake.org, revelaron que el comité de investigación ruso, que acaba de editar un libro sobre Los crímenes cometidos en el este de Ucrania por los soldados y los combatientes nacionalistas pro-Kiev, cuya portada era un ordinario fotomontaje. Se trataba de una vista aérea de Donestk ardiendo, tras intensos bombardeos, imagen sobre la que se colocaron llamas mediante Photoshop.
Así prosigue la guerra de información que se libra entre Moscú y Kiev, mientras que en el este de Ucrania los incidentes que provocan muertes y los actos bárbaros son cotidianos, implicando a las dos partes, como lo recordó recientemente un informe de Amnistía Internacional.
En este contexto tan tenso y lleno de trampas, los observadores de la OSCE son los únicos en rendir cuenta, cada día, de la situación, marcando las infracciones de ambos bandos. Con la voluntad manifiesta de ser imparcial y de no echar más leña al fuego.
El 3 de agosto, la misión especial de observación SMM eligió Twitter para remarcar el recrudecimiento de los disparos de artillería, en violación flagrante del alto al fuego en Horlivka (a 38 kilómetros al noreste de Donetsk, una zona bajo control de las fuerzas separatistas) y en Kurdiumivka (a 52 kilómetros al noreste de Donetsk, una ciudad controlada por el ejército ucraniano). Y no sobre su encuentro con un supuesto soldado ruso.
Producía un minucioso informe sobre la situación en Horlivka: “La misión SMM ha visto restos de bombardeos (tejados destruidos, rastros de explosiones de obús causando destrozos en edificios de viviendas cuyas ventanas habían saltado por los aires). En la calle Ambramov, había un importante cráter (de más de dos metros de diámetro) cerca de una casa. Según el análisis del cráter efectuado por la SMM, los tiros venían del nornoroeste. Un residente de la zona declaró que el bombardeo se produjo sobre las 2,30 horas y que nadie fue herido. Los impactos de dos cráteres han sido analizados en el bulevar Rudakov y la SMM concluyó que el origen de los tiros pudo provenir del nornoroeste. Según un testimonio, en este lugar un hombre fue herido y hospitalizado. (…) Una mujer indicó que justo después de los bombardeos que comenzaron a las 19 horas del 31 de julio, su hija de 11 años y su tía de 67 habían resultado heridas”. En Kurdiumivka, la SMM pudo analizar “22 cráteres” causados en una mañana por intensivos disparos de artillería proveniente del sursureste y que alcanzaron a los almacenes de munición, hiriendo a tres soldados ucranianos.
A este trabajo de documentación de violaciones al alto el fuego se le suma el trabajo de escuchar a la población. En su boletín del 5 de agosto, la misión cuenta el testimonio de cuatro mujeres, recogido en Markivka (a 108 kilómetros al norte de Lougansk, zona controlada por Kiev). Ellas explican que el ejército ucraniano acaba de reclutar por la fuerza a cuatro hombres. En el hospital de Markivka, la misión encontró el rastro de cuatro hombres de entre 20 y 40 años que esperaban pasar una visita médica antes de su movilización. Interrogados, todos confirmaron haber sido parados en la calle o interpelados en su lugar de trabajo por soldados con armas y conducidos al centro de reclutamiento, sin la presencia de la policía o de la administración.
En una rueda de prensa este 6 de agosto en Kiev, Alexandre Hug, jefe adjunto de la misión, relató que la situación es extremadamente tensa, muy “volátil” alrededor del aeropuerto de Donetsk, donde se escucharon cerca de 500 explosiones la semana pasada. Confirmó la intensificación de los combates en Horlivka, precisando que “la mayor parte de los ataques constatados tuvieron lugar en las zonas residenciales” y que “la mayor parte de las víctimas son civiles”. Una situación que durará mientras que las dos partes mantengan sus posiciones en las zonas residenciales.
Hoy, la SMM, cuyo mandato ha sido prolongado hasta marzo de 2016, se rompe los cuernos con la retirada de armas en el frente. En aplicación del acuerdo de Minsk-2 de febrero de 2015, que prevé la puesta en marcha de una franja desmilitarizada de una longitud de entre 50 y 140 kilómetros, las “artillería pesada” ha sido en principio ya retirada. Pero los dos bandos se acusan mutuamente de haber conservado armas de este tipo.
La misión de la OSCE se ha visto en varios casos sin poder disponer de un inventario exhaustivo de armas ni de un acceso completo a los lugares donde pueden almacenarse, ni en el campo de los separatistas rusos ni por parte del ejército ucraniano.
La cuestión de la retirada de “armas ligeras” (las unidades con carros de combate y vehículos blindados equipadas con armas de un calibre menor a los 100 milímetros), al menos a tres kilómetros de la línea del frente, se estanca igualmente. Un acuerdo preliminar había sido ratificado el 21 de julio bajo el auspicio de la OSCE. Pero el lunes 3 de agosto por la tarde, después de días de negociaciones en Minsk, el encuentro del “grupo de contacto” –que contaba con Rusia, Ucrania y separatistas de Donbass— llegó a un acuerdo que los combatientes se negaron a firmar.
La víspera de las negociaciones, el ejército ucraniano informó de cuatro muertos y quince heridos en sus filas. Según Andriy Lissenko, su portavoz, los combates más intensos se desarrollaron en los barrios del oeste de Donetsk, el bastión de los separatistas, a los que acusó de utilizar armas pesadas.
Según la agencia Reuters, que se basa en informaciones recogidas por el ejército de Kiev, 29 soldados ucranianos fallecieron y otros 175 resultaron heridos en el este de Ucrania en julio, a pesar del cese del fuego que entró en vigor en febrero.
Del lado de los prorrusos, la agencia de noticias separatistas Dan informó, el lunes 3 de agosto, de un balance de 22 civiles y combatientes separatistas muertos y de 29 heridos el último mes en los ataques perpetrados por las fuerzas gubernamentales.
Ver másMuere un observador de la OSCE al explotar su coche en la línea de contacto del este de Ucrania
El último informe de la ONU publicado el 1 de junio 9 cifra al menos en 6.417 los muertos y en 15.962 los heridos desde abril de 2014.
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Traducción: Marta Semitiel
Es un fallo del que apenas se ha hablado en Europa occidental, mientras que en Rusia y en Ucrania, algunos han hecho el agosto con él. El pasado lunes día 3, la misión especial de observación en Ucrania (Special Monitoring Mission o SMM por sus siglas en inglés) de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) publicó en su boletín diario una información sensacionalista que, tras una verificación, se demostró errónea.