Yanis Varoufakis: “El tecno-feudalismo ha sustituido al capitalismo”

Yanis Varoufakis, en una imagen de archivo.

Romaric Godin (Mediapart)

Las consecuencias de la actual crisis del capitalismo interesan cada vez a más economistas. Al menos a aquellos que no se contentan con una visión apologética del actual modo de producción. Hay un análisis que empieza a surgir en este contexto, el del “tecno-feudalismo”, es decir, la idea de que el actual modo de producción está dominado por grandes empresas tecnológicas que obtienen sus ingresos de rentas digitales en lugar de un sistema de beneficios basado en mercados competitivos.

La idea fue desarrollada en Francia por Cédric Durand en su libro Tecno-feudalismo (edit. La Découverte, 2020). Yanis Varoufakis, ex ministro de Finanzas griego durante el auge de la crisis en 2015, defiende la misma idea desde un ángulo ligeramente diferente en su último libro, Los nuevos siervos de la economía (edit. Les liens qui libèrent, 2024), traducido ya al francés. Cuando se publicó en inglés en 2023, el título era Technofeudalism: What Killed Capitalism (Tecno-feudalismo, lo que ha matado al capitalismo).

Mientras que Cédric Durand se centró en la dinámica interna de la “ideología de Silicon Valley” y su vínculo con la crisis del capitalismo, Yanis Varoufakis retoma las reflexiones de su trabajo teórico anterior, El Minotauro global (edit. Capitán Swing, 2012). En él describía la lógica de la financiarización del capitalismo antes de la crisis de 2008, basada en el reciclaje por Wall Street de los excedentes comerciales alemanes y chinos.

Ese mundo se derrumbó con Lehman Brothers, y el rescate de los bancos centrales permitió, según Varoufakis, a las grandes empresas tecnológicas construir un nuevo sistema de dominación capitalista. Para el ex ministro griego, este sistema ya no es capitalista, en la medida en que se basa en los mercados y el beneficio. Pero para existir, debe injertarse en el capitalismo tradicional, donde dominan la competencia, el beneficio y los mercados.

El texto de Varoufakis es fiel al propio personaje, lleno de referencias a la cultura pop y escrito como una especie de larga carta a su padre. No se sabe si esos métodos favorecen o no la lectura. El uso del término “tecno-feudalismo” y la proclamación de la muerte del capitalismo en favor de “algo peor” forman parte de ello. Se trata de una provocación deliberada para suscitar una reacción que puede considerarse saludable: ya no es posible librar luchas sociales y políticas como antes.

Piruetas

Queda por ver si necesitamos este concepto de un nuevo feudalismo o si, por el contrario, necesitamos comprender lo que queda de capitalismo en esta nueva estructura. Es un debate teórico que puede parecer muy técnico e inútil, pero en realidad es crucial: en un régimen tecno-feudal, el foco principal de la lucha debe estar en los gigantes de la tecnología, que son las fuerzas dominantes de la historia. El capitalismo parecería incluso un “mal menor” en este contexto, y la lucha contra el sector capitalista avasallado resulta un tanto inútil.

Pero al centrarnos en la crítica de la renta digital, ¿no estamos pasando por alto lo que este régimen tiene en común con el capitalismo, la separación entgre el trabajo y la mercancía y la centralidad de la extracción de valor? Desde este punto de vista, Varoufakis hace piruetas al hacer del tecno-feudalismo una nueva forma de dominación del capital, lo que le permite volver a los objetivos clásicos de la lucha anticapitalista.

El tecno-feudalismo parece más un nuevo modo de coordinar la producción que un nuevo modo de producción en sí mismo. En este caso, sin embargo, estaríamos más cerca de una forma de oligopolio que el propio sistema sería capaz de integrar y superar para preservar el núcleo del reactor del sistema: la dominación del capital.

Mantener el término capitalismo permitiría, por tanto, no hacerse ilusiones en una lucha parcial contra una faceta de un sistema y no contra su propio motor. De hecho, el libro de Varoufakis no profundiza mucho en que el tecno-feudalismo está cambiando profundamente en el mundo del trabajo.

Lo que queda es la idea de una deriva rentista en el capitalismo que, se piense lo que se piense del concepto de tecno-feudalismo, se basa en hechos evidentes. El poder creciente de las grandes empresas digitales está cambiando profundamente el funcionamiento de la economía, y es esencial integrar esta dimensión en las luchas sociales. En este sentido, el libro del exministro griego aporta elementos de reflexión y debates importantes.

Mediapart: Usted describe el advenimiento del “tecno-feudalismo” como una consecuencia de la financiarización del capitalismo, que describió en El Minotauro global. ¿Cómo se organizó el cambio?

Yanis Varoufakis: Las heridas de la crisis de 2008 todavía no han cicatrizado. Nunca ha sido posible volver a la época anterior. Para volver a poner en pie el sistema financiero tras la crisis, los bancos centrales crearon enormes cantidades de dinero: nada menos que 35 billones de dólares. Al mismo tiempo, se impuso la austeridad en todas partes, lo que provocó una reducción de la demanda y la inversión. ¿Dónde invertir esos 35 billones de dólares? Los únicos capitalistas que invertían entonces eran las grandes empresas tecnológicas.

Los bancos centrales permitieron así la aparición de lo que yo llamo “capital nube” que, según mi hipótesis, es una forma nueva y tóxica de capital. Fuentes informadas de las grandes tecnológicas me han confirmado que la mitad del dinero para estas inversiones procedía de los bancos centrales.

No es nada sorprendente. El surgimiento del capitalismo a partir del feudalismo se organizó en países como el Reino Unido y Francia, donde había un Estado fuerte. Hoy son los bancos centrales, otro poder estatal, los que han hecho posible la transición al “tecno-feudalismo”.

Uno de los puntos centrales de su tesis es que el tecno-feudalismo ha sustituido al capitalismo. Pero si el capitalismo es el modo de producción en el que reina el capital, ¿en qué cambia la situación fundamentalmente el dominio del “capital nube”?

Tanto el capitalismo como el tecno-feudalismo están dominados por el capital, y se podría decir que el tecno-feudalismo es una forma de capitalismo. Pero yo veo una diferencia fundamental. En las definiciones generalmente aceptadas del capitalismo, derivadas en particular de Adam Smith, hay dos pilares centrales del capitalismo: el mercado y el beneficio. En el tecno-feudalismo, sin embargo, estos dos pilares son inoperantes.

El mercado es sustituido por plataformas centralizadas que se parecen más a un "Gosplan” privado [el Gosplan era la administración central que gestionaba el plan soviético -ndr] y los beneficios son sustituidos por las rentas que pagan los capitalistas clásicos para acceder a esas plataformas. El capital en nube es, por tanto, una mutación del capital, una forma diferente de capital que no produce medios de producción, pero que domina la producción.

Podría haber llamado a este sistema “capitalismo en nube”, y habría sido correcto, pero creo que debemos centrarnos en el hecho de que esta organización es radicalmente diferente. A principios del siglo XIX, habría sido justo hablar de “feudalismo industrial” o “feudalismo de mercado”, pero cuando acuñamos el término “capitalismo”, nos dimos cuenta de la nueva naturaleza de lo que se ponía en marcha.

¿No hay mercado realmente en el tecno-feudalismo? Parece que varios actores compiten por repartirse los mercados.

No se trata de competencia, sino de rivalidad. La rivalidad existía entre los señores feudales. Algunos desaparecieron pero otros prosperaron absorbiendo a sus rivales. El sistema feudal no era estático.

En el caso que nos ocupa, si tomamos como ejemplo Instagram y TikTok, vemos que no hay mercados competitivos. Uno no se va al otro porque esté decepcionado. Competencia significa poder cambiar de proveedor de servicios sin coste alguno. Aquí hay un coste no monetario. Tengo un millón de seguidores en Twitter y un centenar en Bluesky: la existencia de Bluesky no permite ofrecer una alternativa al uso de Twitter. Es verdad que es posible escapar a esa hegemonía a título personal, pero la lógica general es la de la captura.

Usted cree que la renta ha sustituido al beneficio como motor del sistema, pero como las grandes empresas tecnológicas siguen dependiendo de la producción capitalista tradicional, ¿no sigue siendo central la producción de valor y, por tanto, el beneficio?

Evidentemente, el beneficio no ha desaparecido. Simplemente, ahora está dominado por la renta. Pero no hay duda de que la producción de plusvalía sigue siendo una parte importante del sistema. Sin embargo, hay un nuevo elemento, y es el “trabajo gratuito” realizado por los usuarios de la plataforma que alimentan los algoritmos, que no produce valor como tal, pero que los tecno-capitalistas utilizan para mejorar sus algoritmos y capturar más plusvalía a través de la renta.

¿Significa eso entonces que en el tecno-feudalismo siguen siendo relevantes  las contradicciones inherentes a la producción de valor en el capitalismo ?

Sí, pero porque esas contradicciones son específicas del capital, que es a la vez una mercancía y una relación social, no del capitalismo. En el tecno-feudalismo, esa contradicción no sólo persiste, sino que es aún más prevalente.

Entonces, ¿el crecimiento es una necesidad para el tecno-feudalismo?

En efecto, el tecno-feudalismo necesita el crecimiento del sector capitalista tradicional para mantener el pago de rentas al “capital en la nube”. Por eso este sistema es mucho más inestable que el capitalismo tradicional.

¿La dependencia del tecno-feudalismo del sector capitalista tradicional no lleva a cuestionar la idea de que se trata de un nuevo modo de producción?

No, porque, por ejemplo, el capitalismo ha coexistido mucho tiempo con un sector feudal persistente que se manifiesta en las rentas financieras o inmobiliarias. Del mismo modo, los tecno-feudales necesitan al sector capitalista, pero lo dominan. Están en el centro del sistema.

Usted intenta extraer las consecuencias políticas de este nuevo régimen. Una de las consecuencias importantes, en su opinión, es la imposibilidad ya de políticas socialdemócratas...

La socialdemocracia fue un intento de sentarse alrededor de una mesa para ver qué se podía mejorar del capitalismo, cómo se podía redistribuir el valor y cómo se podía regular. Ahora todo eso parece imposible. ¿Cómo podemos reunir a Elon Musk y a los trabajadores en una mesa de negociación? ¿Cómo podemos regular este sistema globalizado de rentas? En realidad, la socialdemocracia sólo fue válida durante un breve periodo en la inmediata posguerra, y ya no es relevante.

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Me parece que el tecno-feudalismo debería llevarnos de nuevo a la cuestión de la propiedad. ¿Por qué Uber o Airbnb poseen datos cuyo uso tiene un coste social y medioambiental? ¿Por qué no podemos imaginar algoritmos públicos gestionados por los ciudadanos y destinados a maximizar el bienestar de la comunidad? La solución es siempre la misma: democracia en el centro de trabajo.

 

Traducción de Miguel López

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