Las materias primas vuelven a estar de moda. Los coches eléctricos, los molinos de viento, la inteligencia artificial… todos necesitan en mayor o menor cantidad materias primas estratégicas que son extremadamente limitadas en el mundo, y su acopio es uno de los motivos de los choques y las alianzas geopolíticas. Adrián Godás (O Carballiño, 25 años) es una de las promesas del sector en España, y acaba de publicar Bajo Tierra (Arpa), su primer libro, en el que repasa el pasado y el futuro de la minería global. El experto garantiza que la península ibérica será uno de los puntos calientes en los próximos años gracias a las grandes reservas subterráneas de Andalucía y Extremadura. "Los tres polos mineros europeos son la península ibérica, los Balcanes y Escandinavia. No sé si España podría ser el número uno, pero junto a Portugal está en el top tres, sin duda", afirma en una conversación con infoLibre.
El potencial subterráneo de la península está en el sur, desde Portugal hasta Córdoba, pasando por Huelva y Sevilla, aunque también en puntos de Extremadura y Castilla y León. Allí, relata el autor, se encuentra la llamada Faja Pirítica "una anomalía geológica con una enorme concentración de metales sulfurosos densos; probablemente la mayor concentración del mundo", afirma Godás. "Allí hay oro, cobre, plata, zinc, plomo, uranio… También hay metales críticos. Hay un poco de litio, aunque no de muy buena calidad, y hay uno de los mayores yacimientos de antimonio de Europa, que por cierto es un metal que China ya ha vetado su exportación", concreta el experto. "También hay reservas muy importantes en Galicia y Asturias… pero allí la oposición local es más fuerte".
Godás, licenciado en Economía, lleva desde los 18 años en el mundo de la minería. Cuenta que entró de casualidad, como podría haber acabado en cualquier otra rama, porque no tiene lazos familiares con la profesión. "Coincidió que varias empresas españolas empezaron a invertir en el sector y empecé a ir a conferencias, leer libros, conocer directivos. Y me encantó". En los años siguientes se fue especializando y viajó a decenas de minas europeas, canadienses y australianas.
Esa experiencia en un sector muy pequeño, donde todos se conocen, le ha llevado a hablar con directivos de todo el mundo, y por eso está tan convencido del potencial español. "No haría falta inventar nada, llevamos extrayendo plata en España desde la época de los romanos. Sé de buena tinta que hay mucho interés en el antimonio de Extremadura, en la potasa de Navarra… pero cuando viene el extranjero se enfrenta a políticos, a la oposición local… y flipan. Hasta que no hay un permiso sobre la mesa, no quieren saber nada".
En el norte de Portugal, sin ir más lejos, están preparando la apertura de la primera mina de litio en Europa, un metal indispensable para fabricar prácticamente cualquier batería. En España, la reapertura de Aznalcóllar también debería ser inminente —ahora está temporalmente paralizada por un recurso de Ecologistas en Acción—, y surtiría al continente con cobre, zinc y plomo, también indispensables para la carrera industrial. Todo ello, con el apoyo de la Unión Europea, que el año pasado aprobó la Ley de Materias Críticas Fundamentales, que fija la meta de extraer dentro del continente el 10% de los metales críticos que consume.
Estos proyectos no contarán, sin embargo, con la alfombra roja de los vecinos y activistas. La minería es uno de los sectores que más oposición política y ecologista levantan en este momento y prácticamente ninguna excavación se libra de manifestaciones, titulares en la prensa y exámenes técnicos propios y ajenos. "Es verdad que hay muchísimo conflicto, en España se nota muchísimo. Cada vez que quieres hacer un proyecto tienes una oposición local y de ecologistas muy, muy fuerte", opina Godás. "Es un debate que cada vez va a ser más frecuente. Yo estoy encantado de que se abran nuevas minas, porque desarrollan la economía rural, aunque siempre exigiendo que se cumpla la normativa", añade.
El autor recuerda que unos promotores intentaron reabrir hace pocos años de una mina de tungsteno en Santa Comba (Galicia) y llegaron a recibir cartas amenazantes de políticos nacionales. "Los australianos quedaron poco menos que traumatizados porque era una mina pequeñita que ya había sido explotada en el pasado", afirma el entrevistado. El libro aborda también muchos otros enfrentamientos entre mineras y ecologistas, y critica que en algunas ocasiones se vetan proyectos de manera injustificada, aunque Godás también entiende el papel que juegan los críticos. "Creo que es bueno que haya ecologistas porque ejercen de contrapeso para que las cosas se hagan bien", afirma.
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Uno de los capítulos del libro aborda la mala reputación que arrastra la minería, "y no es difícil entender por qué", se lee. Históricamente, fue una profesión de esclavos y exconvictos, pero todavía hoy se leen historias terroríficas sobre niños excavando a mano, ríos contaminados hasta convertir en tóxica el agua y soldados de gatillo fácil que vigilan las excavaciones. Pero Godás trata de hacer una separación entre las "minas buenas y malas" para aclarar que hay de todo. Él separa la minería artesanal de la industrial. La primera es aquella de "pequeñas cooperativas o pequeños empresarios que muchas veces no es ni legal ni está regulado", pero que todavía hoy emplea al menos a 20 millones de personas en el mundo, según el Banco Mundial. La segunda es la minería moderna, que minimiza el impacto ambiental y donde los trabajadores ganan sueldos astronómicos, como en Canadá, aunque también puede encontrarse en el Sur de América y en lugares puntuales de África.
La minería artesanal salió a la luz en todo el mundo con la película Diamantes de sangre (2006), protagonizada por Leonardo DiCaprio, que muestra las excavaciones de diamantes en Sierra Leona, pero que hoy podría rodarse en el Congo. Afortunadamente, recoge Godás en su libro, estos ejemplos dramáticos han terminado cambiando la legislación internacional sobre la minería. Por ejemplo, Estados Unidos aprobó en 2010 la regulación Dodd-Frank, que obligó a rastrear el origen de las piedras preciosas y que ha llevado a que menos del 1% de los diamantes vendidos ahora sean "de sangre". Otro caso es la reciente campaña global para controlar las represas de escombros mineros que derivó del accidente de 2019 en Minas Gerais (Brasil), en el que murieron 270 personas.
Godás justifica que traer minas a Europa, pese a que levanta fuertes asperezas, ayuda a acabar con estas prácticas. "Si no lo minas tú, se va a minar en otro país. Un ejemplo es del níquel y el estaño indonesio, donde empresas como Tesla y otras automovilísticas tienen acuerdos comerciales para comprar, y han creado lo que grupos verdes llaman el nuevo aceite de palma porque arrasan con la selva tropical".
Las materias primas vuelven a estar de moda. Los coches eléctricos, los molinos de viento, la inteligencia artificial… todos necesitan en mayor o menor cantidad materias primas estratégicas que son extremadamente limitadas en el mundo, y su acopio es uno de los motivos de los choques y las alianzas geopolíticas. Adrián Godás (O Carballiño, 25 años) es una de las promesas del sector en España, y acaba de publicar Bajo Tierra (Arpa), su primer libro, en el que repasa el pasado y el futuro de la minería global. El experto garantiza que la península ibérica será uno de los puntos calientes en los próximos años gracias a las grandes reservas subterráneas de Andalucía y Extremadura. "Los tres polos mineros europeos son la península ibérica, los Balcanes y Escandinavia. No sé si España podría ser el número uno, pero junto a Portugal está en el top tres, sin duda", afirma en una conversación con infoLibre.