Los certificados energéticos que impulsan la eficiencia de los edificios cogen fuerza pero no llegan a los hogares

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Los Certificados de Ahorro Energético (CAE), una de las principales herramientas del Gobierno para subvencionar las obras de eficiencia energética en edificios, acaba de cumplir un año. Este sistema permite a la industria, las oficinas y las viviendas recibir ayudas para costear reformas como mejorar la envolvente de la fachada o instalar paneles solares y bombas de calor. En sus primeros doce meses, expertos del sector afirman que su funcionamiento ha sido mucho mejor de lo esperado, aunque los hogares apenas están participando porque para ellos el incentivo económico es muy pequeño.

Según los datos del Ministerio de Transición Ecológica, los CAE han cubierto en 2024 obras que han ahorrado 1.600 gigavatios hora (GWh) de energía. Carlos Ballesteros, director general de la Asociación Nacional de Empresas de Servicios Energéticos (Anese), afirma que esa cifra es muy superior a lo que esperaba el sector. "El máximo que había fijado el Gobierno para este año eran 2.800 GWh de certificados, por lo que estamos en casi un 60% del tope. Es un resultado espectacular. Ni en la mejor de las estimaciones pensábamos que llegaríamos a 1.000 GWh, la verdad", reconoce Ballesteros.

Los Certificados de Ahorro Energético los puede solicitar cualquier persona o empresa que consiga ahorrar energía a través de una reforma, incluso con el pequeño gesto de comprarse una nevera de bajo consumo, aunque está pensado especialmente para grandes inversiones, como sustituir luminarias o modernizar maquinaria pesada. Por cada kilovatio hora de luz ahorrado (en un periodo de un año) con esa actuación, el beneficiario recibe un CAE, y ese certificado se puede vender a las empresas energéticas (eléctricas, petroleras y gasistas) que operan en España, debido a que estas compañías tienen la obligación de adquirir una cantidad de certificados de ahorro todos los años, en función de su tamaño. Es el sistema más eficaz para forzar a las grandes energéticas a subvencionar y promocionar el ahorro de energía en la sociedad.

La puesta en marcha de los CAE en 2024 ha sido un éxito, según los expertos, gracias al sector industrial, que recibe grandes ayudas para renovar maquinaria a través de estos certificados. Pero la otra pata que debería beneficiarse de este mecanismo, las viviendas, apenas se ha aprovechado de estas ayudas. A falta de cifras oficiales, el portavoz de Anese calcula que alrededor del 80% de los certificados los han solicitado empresas industriales, el 20% el sector servicios y el 20% los hogares.

"Lo que ocurre es que el sistema está diseñado para que encaje perfectamente con las necesidades de la industria. Como los certificados compensan el ahorro energético a corto plazo [un año], favorece las actuaciones de gran envergadura. Mientras que las reformas con una rentabilidad a largo plazo [como mejorar el aislante de una fachada] se ven penalizadas", añade Ballesteros.

Peio Mendia, del Consejo General de Colegios de Administradores de Fincas, confirma que los hogares se están quedando al margen del sistema de certificados de ahorro. Cuando el ministerio lo presentó hace un año, lo vendió como la gran apuesta para lograr cumplir con la normativa europea, que marca que los edificios residenciales deben reducir 16% su consumo energético antes de 2030, y al menos un 20% de aquí a 2033. Pero este experto cree que los CAE son muy insuficientes para convencer a un vecindario de meterse en una obra de miles de euros.

"Las ayudas del plan Next Generation ya son prácticamente imposibles de conseguir y los CAE no van a ser su sustituto para incentivar la rehabilitación de viviendas. Los certificados son un pequeño extra para obras que disfruten de otras subvenciones, pero pensar que por sí mismos van a impulsar las reformas es irreal", sentencia Media.

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Según los cálculos de Mendia, los fondos Next Generation —que durante los últimos años han incentivado la reforma de miles de fachas en España— cubren entre el 40% y el 80% de una intervención en un edificio, mientras que los CAE apenas subvencionan el 5%. "Si instalar un SATE (aislante térmico) en una fachada son 20.000 euros, los fondos europeos te cubren ahora 16.000 euros, frente a los 1.000 euros que puedes sacar en certificados CAE", concreta. 

Como las ayudas Next Generation están ya en la recta final —terminan en julio de 2026—, los expertos insisten en que hay que retocar los CAE para que den un incentivo real a los vecindarios y sean el sustituto de los fondos europeos. Carlos Ballesteros, de Anese, propone introducir un factor multiplicador para aumentar las ayudas en determinadas intervenciones de viviendas. Por ejemplo, si reformas la fachada e instalas ventanas aislantes, en vez de recibir los CAE equivalentes a ese ahorro, recibir el doble, o el triple. Para que la subvención sea lo suficientemente atractiva.

Otra fórmula podría ser copiar el sistema francés de certificados. Allí, donde funciona desde hace más de una década, calculan el ahorro energético de una intervención por la cantidad de kilovatios ahorrados a largo plazo (tres años), en lugar de un año, como en España. De esta manera, las obras que son más eficientes a largo plazo, como las intervenciones en viviendas, recibirían más CAE que en el mecanismo actual, y por lo tanto, más dinero.

Los Certificados de Ahorro Energético (CAE), una de las principales herramientas del Gobierno para subvencionar las obras de eficiencia energética en edificios, acaba de cumplir un año. Este sistema permite a la industria, las oficinas y las viviendas recibir ayudas para costear reformas como mejorar la envolvente de la fachada o instalar paneles solares y bombas de calor. En sus primeros doce meses, expertos del sector afirman que su funcionamiento ha sido mucho mejor de lo esperado, aunque los hogares apenas están participando porque para ellos el incentivo económico es muy pequeño.

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