No está siendo un curso fácil para la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera. Aunque la tormenta política ha amainado en favor de otras polémicas reales o ficticias, el precio de la electricidad sigue siendo un quebradero de cabeza. La subasta marginalista sigue en máximos históricos por el precio del gas y la tarifa regulada, que traslada estos costes a diario, sigue sin ser reformada ante la falta de consenso en el sector. Sin embargo, este martes su gestión ha disfrutado de un espaldarazo, aunque sea menor: el think tank europeo Ember Climate ha publicado un informe que señala que España es el país de la Unión Europea en el que más creció la generación eléctrica renovable de 2019 a 2021. Solo está por detrás de Países Bajos en cuanto al crecimiento del porcentaje de electricidad generada en comparación a otras fuentes. Ello respalda una tendencia que ya apuntaban los datos oficiales de Eurostat y que confirman las buenas sensaciones del sector, aunque hay escollos y dificultades que superar todavía.
El informe de Ember Climate, que cada año analiza el sector eléctrico europeo, se deshace en elogios hacia el país y hacia su gestión. En estos dos años, España ha sido el país donde se ha registrado un crecimiento mayor en la generación eléctrica renovable. Y en cuanto a solar y eólica en concreto, su porcentaje con respecto a la generación total escala a un ritmo vertiginoso solo por detrás de Países Bajos, que está por debajo en cuanto a la cifra total. El siguiente gráfico lo ilustra de manera clara.
Además, Ember Climate muestra que, en estos dos años, España lidera dentro del bloque comunitario la transición energética, puesto que este crecimiento renovable se ha acompañado del práctico fin de la generación eléctrica mediante carbón, la tecnología más sucia de todas; lo que le ha hecho convertirse en el país que más ha decrecido sus emisiones de gases de efecto invernadero. Antes de ser ministra, Teresa Ribera fue muy crítica en 2017 con la intención del por entonces ministro de Energía, Álvaro Nadal, de torpedear la intención de las eléctricas de cerrar sus centrales, que tenían que abordar costosas reformas para cumplir la legalidad europea. Cuando se hizo con la cartera en 2018, la ahora vicepresidenta las dejó caer. Los resultados son palpables.
El think tank dedica sus elogios a "la historia solar de España", que instaló 3.958 MW de energía solar fotovoltaica en 2019 y otros 2.833 en 2020. "Es un ejemplo a seguir para otros países de Europa, casi duplicando la generación solar (...) España tiene la luz del sol y el marco político para que esta aceleración continúe. La ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, se ha ganado los aplausos" por permitir la caída del carbón y poner las cosas fáciles a la industria solar.
"España está demostrando al mundo cómo deshacerse rápidamente de los combustibles fósiles", declaró Charles Moore, director de Ember en Europa. "Pero aún queda trabajo por hacer. La continua dependencia de España de los combustibles fósiles ha hecho que siga viéndose afectada por la crisis mundial del gas. Es hora de redoblar los esfuerzos para generar energía eólica y solar asequible. Los beneficios cada día son más claros".
Los datos de Ember Climate confirman la tendencia que ya mostraban las cifras sobre renovables publicadas por Eurostat. Hace solo dos semanas actualizaron su tabla hasta 2020, y para obtener los datos de 2021 tendremos que esperar a enero de 2023. Aunque no se mide exactamente lo mismo, ya que la oficina estadística comunitaria calcula el porcentaje de energía renovable con respecto al total de la energía consumida (incluyendo, por ejemplo, el petróleo), la mejora de España ya era palpable.
En 2020, el país mejoró en tres puntos su porcentaje de implantación renovable. Entre 2017 y 2019, solo había logrado mejorar su estadística en nueve décimas, e incluso se produjo un ligero retroceso en los dos primeros años. Por entonces, España estaba por debajo de la media de la Unión Europea en cuanto al crecimiento, pero en 2020 se colocó por encima, también de países como Alemania, Italia o Francia (que es el único país que ha incumplido sus objetivos de la pasada década por su apuesta por la nuclear).
El abaratamiento de los costes de estas tecnologías, sobre todo de la fotovoltaica, ha tenido mucho que ver: pero también las puertas abiertas de la política energética de Ribera. En una de sus primeras decisiones durante su primera legislatura, suprimió el conocido impuesto al sol; y ha organizado varias subastas de renovables, consideradas un "éxito" por todos los actores, mediante las cuales las productoras reciben un precio fijo a largo plazo, menor del que obtendrían acudiendo al pool pero con el que disfrutan de estabilidad y certidumbre.
En todo caso, aún falta mucho por hacer. En cuanto a crecimiento, España está líder: pero aún no es el país europeo con más renovables instaladas o que genera más energía con estas tecnologías; están por encima varios países nórdicos (pese a que disfrutamos de muchísimas más horas de luz) o los vecinos de Portugal. El interés empresarial es mayúsculo, incluso desmedido, con muchas más peticiones de instalación que espacio disponible en la red, lo que está generando un cuello de botella en la administración autonómica que amenaza con estancar el avance si no se soluciona.
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Y, por otro lado, el desafío de los precios de la electricidad sigue vigente. Los consumidores españoles aún no están empezando a notar, a pesar de que se les prometió, la rebaja en la factura fruto de la instalación de renovables. Cuando cubren casi toda la demanda, como durante buena parte de 2020, los precios se desploman; pero si no lo consiguen, el gas marca los precios de todas las tecnologías. La vicepresidenta Ribera ha sido más dura que nunca con una Comisión Europea que se niega en redondo a modificar el sistema para que el encarecimiento de los combustibles fósiles no arrastre a todo el mercado eléctrico. Por ahora, sin frutos.
Además, una de las medidas tomadas en clave nacional por la ministra, la minoración del gas para extraer "beneficios extraordinarios" a las eléctricas, levantó los enfados de algunas productoras de renovables fuera del oligopolio que aseguraban que al vender la mayoría de su electricidad en contratos a largo plazo, el decreto les afectaba injustamente y les obligaba a parar la producción.
El Ejecutivo rectificó, pero muchas de estas compañías siguen con la mosca detrás de la oreja: consideran que el impacto que sufren del último paquete, aunque se haya matizado, es desproporcionado y mucho mayor al que han sufrido Iberdrola, Endesa o Naturgy. Aun así, reconocen que el trabajo del Gobierno central desde 2018 les ha favorecido y es positivo. El tiempo dirá si la buena tendencia se mantiene en un país que aspira a reindustrializarse de la mano de la energía limpia.
No está siendo un curso fácil para la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera. Aunque la tormenta política ha amainado en favor de otras polémicas reales o ficticias, el precio de la electricidad sigue siendo un quebradero de cabeza. La subasta marginalista sigue en máximos históricos por el precio del gas y la tarifa regulada, que traslada estos costes a diario, sigue sin ser reformada ante la falta de consenso en el sector. Sin embargo, este martes su gestión ha disfrutado de un espaldarazo, aunque sea menor: el think tank europeo Ember Climate ha publicado un informe que señala que España es el país de la Unión Europea en el que más creció la generación eléctrica renovable de 2019 a 2021. Solo está por detrás de Países Bajos en cuanto al crecimiento del porcentaje de electricidad generada en comparación a otras fuentes. Ello respalda una tendencia que ya apuntaban los datos oficiales de Eurostat y que confirman las buenas sensaciones del sector, aunque hay escollos y dificultades que superar todavía.