La primera ley para recuperar los espacios dañados en Europa está a punto de ver la luz. El Consejo y el Parlamento alcanzaron este jueves un pacto para sacar adelante la Ley de Restauración de la Naturaleza, donde se recoge que en 2030 el 20% de la superficie terrestre y marina del continente tendrá que tener planes para recuperar su estado original, y llegar al 100% en 2050. La ley es indispensable, según sus defensores, porque gran parte de la naturaleza del continente está dañada por las actividades humanas y debe recuperarse para minimizar el impacto del cambio climático en el futuro. Según la Agencia Europea de Medioambiente, el 81% de las zonas protegidas en el continente están degradadas, y en España el 74%.
Esta ley se convirtió el pasado junio en el epicentro de la pugna entre progresistas y conservadores en Bruselas después de que el Partido Popular Europeo (PPE) comenzase a difundir desinformación sobre el objetivo de la norma. Eurodiputados de este grupo votaron en masa contra ella para evitar su tramitación con el argumento de que ponía en riesgo a los agricultores y ganaderos de los 27 países, una campaña destinada a atraer el voto rural de cara a las elecciones europeas del próximo junio, donde el PPE tendrá que disputarse los votos con la extrema derecha. La ley de restauración logró en julio por la mínima continuar su proceso con los votos de algunos diputados del PPE, aunque los socialistas, los liberales y los verdes tuvieron que ceder a algunas exigencias para ganarse su apoyo y que la ley saliese del Parlamento. También cedieron este jueves para que superase la negociación de trílogos, liderada por la ministra Teresa Ribera y bajo la presidencia española del Consejo.
La tala de bosques, la sequía, las riadas, la agricultura o la pesca son algunas de las causas que han degradado la tierra y el mar durante las últimas décadas. Como consecuencia, en la Unión Europea ya hay 1.667 especies en peligro de extinción, los insectos polinizadores se han reducido, cada año llegan nuevas especies invasoras que desplazan a las autóctonas y la tierra, el agua y las plantas cada vez tiene más dificultades para absorber el CO₂, lo que acelera el impacto del calentamiento global. Si la ley se aprueba, cada país tendrá que presentar su propio plan de restauración que cubrirá hasta 2032 y se espera que los primeros lleguen en 2025.
El texto final todavía tiene que ser ratificado por el Consejo y la Eurocámara, pero ya ha pasado su proceso más complejo. César Luena, ponente de la ley en la Eurocámara y eurodiputado socialista, se siente ya "muy optimista" de cara a estas dos votaciones y espera que sea aprobada definitivamente en febrero. "Hemos introducido lo que perseguían los conservadores y los objetivos son ahora menos ambiciosos y la ley es más flexible", reconoce. "A cambio, vamos a construir los pilares de la restauración de la naturaleza europea, una política que hasta ahora no existía", añade Luena.
La Red Natura 2000, una de las claves
Uno de los puntos de fricción era la aplicación de la ley en la Red Natura 2000. Algunos países exigían que solo se recuperasen las zonas que están dentro de esta protección porque fuera de ellas quieren garantizar la instalación de renovables y el desarrollo del sector primario, aunque finalmente cada Estado decidirá si quiere proteger también el resto del país. De haberse acotado a la Red Natura, la zona recuperada habría sido mucho menor de la que finalmente abarcará la norma. Los conservadores también han logrado introducir una cláusula de emergencia que paraliza la ley si el abastecimiento de alimentos corre peligro.
Todos los grupos ecologistas europeos han señalado que estas cesiones son decepcionantes y que la ley ha perdido color, pero que aun así es una buena noticia. "Algunas cosas se han quedado en el camino y hay ambigüedades, pero tiene objetivos cuantificados y ambiciosos. Vamos a pasar de conservar la naturaleza de forma pasiva, a activa", destaca Luis Suárez, coordinador de conservación de la organización WWF en España.
Ese punto ambiguo que señala el activista es nada menos que la financiación de este paquete, que por ahora queda en el aire. El enorme coste que restaurar millones de kilómetros cuadrados debería tener su propio sistema de financiación, pero por ahora solo se ha firmado que el dinero no saldrá de la Política Agraria Común (PAC) ni de la Política Pesquera Común (PPC), y el texto pide a la Comisión que busque opciones para ayudar a los Estados a cubrir los costes de las actuaciones.
Cristina Linares, bióloga de conservación de ecosistemas marinos en la Universidad de Barcelona, destaca que si se pretende que la ley funcione, el dinero es imprescindible. "La restauración está muy bien y políticamente vende mucho, pero es muy cara. Hay que invertir en buscar lugares dañados, acabar con los impactos que sufre y luego restaurar la zona. Lleva mucho trabajo y mucho tiempo", afirma.
También destaca que si de verdad se quiere restaurar un ecosistema dañado, hay que ir a la raíz del problema antes de ponerse con el trabajo de campo. "Si por ejemplo queremos recuperar el Mar Menor, hay que acabar con la eutrofización del agua, y para eso tenemos que poner fin a los vertidos", dice Linares. En este caso se refiere a limitar la agricultura y la ganadería intensivas y a alejar las casas de la costa, lo que generará tensiones con los gobiernos locales allí y en muchos lugares que traten de rehabilitarse.
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Además de restaurar la naturaleza dañada, la futura ley también garantizará la expansión de los insectos polinizadores, imprescindibles para que funcione la agricultura. También se destruirán azudes de ríos para que haya 25.000 kilómetros de flujo de agua ininterrumpida e incluye plantar 3.000 millones de árboles en la UE de aquí a 2030.
Los bosques y turberas de España, muy deteriorados
La restauración de la naturaleza es un concepto nuevo en la legislación verde de la Unión Europea. La Directiva de Hábitats de 1992 creó la Red Natura 2000, donde se encuentra el 27% de la superficie terrestre de España, pero esta solo busca la conservación y protección de la naturaleza y la fauna. Ahora también se pretende recuperar aquellos lugares ya dañados antes de que se pierdan por completo.
Según los datos del Ministerio de Transición Ecológica, el 56% de los espacios protegidos en España están en estado "inadecuado" y el 18% en "malo". El 9% está en estado "favorable" y el 17% restante no se conoce todavía. Por tipos de ecosistemas, las turberas (o humedales) son los más dañados, junto con los bosques, los hábitats costeros y los de agua dulce. Las islas Canarias son la zona que mejor conserva sus recursos naturales protegidos del país, mientras que la peor son los hábitats marinos de la costa atlántica.
La primera ley para recuperar los espacios dañados en Europa está a punto de ver la luz. El Consejo y el Parlamento alcanzaron este jueves un pacto para sacar adelante la Ley de Restauración de la Naturaleza, donde se recoge que en 2030 el 20% de la superficie terrestre y marina del continente tendrá que tener planes para recuperar su estado original, y llegar al 100% en 2050. La ley es indispensable, según sus defensores, porque gran parte de la naturaleza del continente está dañada por las actividades humanas y debe recuperarse para minimizar el impacto del cambio climático en el futuro. Según la Agencia Europea de Medioambiente, el 81% de las zonas protegidas en el continente están degradadas, y en España el 74%.