Madrid se convirtió este lunes, durante unas horas, en la capital mundial de la energía. Delegados de una treintena de países escucharon al director de la Agencia Internacional de la Energía (IEA), Fatih Birol, y a la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, fijar las líneas a seguir de cara a la COP28, la próxima cumbre climática que se celebrará en apenas dos meses. El mensaje, sin embargo, fue poco esperanzador. El mundo se encamina a incrementar su temperatura media por encima de los 1,5 grados frente a la era preindustrial, saltándose el Acuerdo de París, y ocurrirá mucho antes de lo esperado.
"Este mes de julio y agosto fueron los más cálidos registrados y parece que este año será el más caluroso de la historia. Mientras tanto, las emisiones se mantienen estables y muy elevadas", dijo Birol ante los delegados. El líder de la IEA, la agencia energética de la OCDE, insistió de nuevo en que esta década se alcanzará un pico en el consumo de combustibles fósiles, una previsión tantas veces repetida por su organismo, pero que todavía no se refleja en la realidad. Teresa Ribera, ahondó en esa idea: "Lo que sabemos es que no estamos alineados con el objetivo París y deberemos preguntarnos [en la COP28] si el objetivo de los 1,5 grados está lo suficientemente asegurado a estas alturas".
Durante la reunión en Madrid, la mayoría de países asistentes acordaron que una de las líneas que llevarán a la COP28 será la de "eliminar gradualmente" los combustibles fósiles en el planeta, aunque a diferencia de otros compromisos, este no tiene cifras concretas. Normalmente, este tipo de propuestas se acompañan de una serie de metas anuales y una fecha límite para haber completado el objetivo, pero no es el caso. La propia IEA, en su informe sobre el petróleo publicado en junio, estima que de aquí a 2028 –el último año para el que tienen un pronóstico– el consumo de crudo crecerá anualmente hasta los 105 millones de barriles diarios, frente a los 99,8 millones del año pasado. La principal fuente de energía en el planeta sigue siendo el carbón, la más contaminante de todas.
El mantra que repitieron los ponentes es que existen las herramientas necesarias para mantener a raya el cambio climático, pero que la mayoría de países no hacen lo suficiente. Según Global Energy Monitor, en este momento hay 1.813 centrales de gas y carbón que están en desarrollo y construcción en el mundo, principalmente en Asia. China es el número uno, porque a medida que el país se enriquece, su población tiene nuevas demandas. Pero Asia no es el único continente que tiene en el aire la transición energética. La Unión Europea pospuso hasta la entrada en vigor de Euro 7, el futuro estándar de fabricación de vehículos menos contaminantes, para complacer a la industria del automóvil. Hace dos semanas Reino Unido pospuso también muchos objetivos de su agenda verde. Mientras que Estados Unidos está inmerso de lleno en la extracción de combustibles y es el mayor productor de crudo del mundo.
Las organizaciones activistas también estuvieron en Madrid este lunes y manifestaron su enfado con los mandatarios. Catherine Abreu, fundadora de Destination Zero recordó que según la propia IEA la primera medida para alcanzar las cero emisiones netas en 2050 es que no haya nuevas extracciones de gas y petróleo en el mundo, y se está incumpliendo de lleno. "Sabemos que tenemos la tecnología para mantenernos por debajo de los 1,5 grados, pero no las políticas. Hay una brecha entre lo que se dice y lo que se hace", señaló.
Las empresas también fueron objetivo de críticas durante la jornada, ya que en el último año algunas multinacionales muy contaminantes se han echado atrás en sus promesas verdes. Laurence Tubiana, directora de la European Climate Foundation, afirmó este lunes en Madrid que hay directivos de la industria petrolífera que pretenden mantener su negocio sin cambios –es decir, sin reducir su producción– en los próximos años aprovechando las nuevas tecnologías que atrapan el carbono de la atmósfera. "No hay una capacidad infinita para secuestrar y capturar carbono, sabemos que científicamente no es posible. Es ridículo escuchar esas cosas", criticó.
La petrolera BP anunció en febrero un giro de 180 grados a su política verde. Si en 2020 dijo que esta década reduciría su producción de combustibles un 40%, finalmente será un 25%, para engordar su negocio y complacer a los inversores. La francesa Total publicó la semana pasada que aumentará cada año un 2-3% su producción de gasolina y diésel durante el próximo lustro. Otro ejemplo es Shell, que dijo en julio que la producción de combustible se mantendrá estable hasta 2030, tras haber dicho anteriormente que reduciría la producción entre un 1% y un 2% cada año.
La OPEP, el cartel de países de África y Asia que exportan crudo a todo el mundo, desmintieron también hace dos semanas que el mundo vaya a alcanzar un pico en el consumo de petróleo antes de 2030. "La afirmación no coincide con las predicciones consistentes y basadas en datos" y añadió que las previsiones de la IEA están "influidas por la ideología y no por los hechos". Precisamente, el tercer mayor exportador de crudo de la OPEP es Emiratos Árabes Unidos, el país que este año acogerá la COP28.
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La conferencia del clima fue el centro de la reunión de este lunes porque los grandes países tratan de cerrar posiciones comunes para negociar durante la cumbre, que empieza el 30 de noviembre. Por ahora, tanto la presidencia de la COP como la IEA pretenden alcanzar un triple acuerdo con los 193 países: triplicar de aquí a 2030 las energías renovables instaladas en el mundo, duplicar la eficiencia energética, duplicar la electrificación de la economía y reducir un 75% las emisiones de metano. Además de la reducción "paulatina" del consumo de gasolina y diesel, el punto más controvertido, ya que los petroestados de Oriente Medio y parte de la industria del automóvil tratan de alargar el fin de la gasolina.
Dave Jones, experto en energías renovables de la consultora británica Ember, publicó este fin de semana una reflexión en su cuenta de X sobre el pesimismo y las contradicciones de la carrera contra el cambio climático, pero cree que estamos a tiempo: "Tenemos que construir rápido y a lo grande. Es una realidad incómoda para algunos, y no tendremos tiempo de hacer las cosas perfectas. Los paneles solares se colocarán en lugares estúpidos; las minas de cobre no serán totalmente seguras; a veces será difícil encontrar puntos de recarga para el coche; en algunas horas de mucho viento se desperdiciará electricidad; algunos proyectos de captura de carbono serán una basura. No hay margen para hacer la transición lenta y perfectamente. Tenemos que aceptar las imperfecciones".
El objetivo último es cumplir el Acuerdo de París, firmado por 193 países en 2015 y que fijó el objetivo de que el mundo no se caliente durante este siglo e idealmente más de 1,5 grados frente al periodo 1850-1900. Como máximo, se estableció un tope de dos grados de calentamiento. La realidad es que hay una alta probabilidad (66%) de que se alcancen los 1,5 grados en los próximos cuatro años de forma puntual y podría ocurrir incluso en 2023. Copernicus, la agencia climática europea, calcula que en 2034 la temperatura de la Tierra se estabilizará en esos 1,5 grados por encima de la media.
Madrid se convirtió este lunes, durante unas horas, en la capital mundial de la energía. Delegados de una treintena de países escucharon al director de la Agencia Internacional de la Energía (IEA), Fatih Birol, y a la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, fijar las líneas a seguir de cara a la COP28, la próxima cumbre climática que se celebrará en apenas dos meses. El mensaje, sin embargo, fue poco esperanzador. El mundo se encamina a incrementar su temperatura media por encima de los 1,5 grados frente a la era preindustrial, saltándose el Acuerdo de París, y ocurrirá mucho antes de lo esperado.