El año pasado se detectó por primera vez en Europa un caso de enfermedad hemorrágica epizoótica (EHE), una enfermedad que no tiene vacuna, que puede llegar a ser mortal y que afecta a algunos rumiantes, como los ciervos y las vacas, pero que no puede transmitirse a humanos. En España se detectó el primer caso de contagio en noviembre en Andalucía, pero ha sido en estos últimos días cuando se ha expandido rápidamente: ya hay 26 provincias afectadas y se habla de entre 450 y 500 vacas muertas cada día, aunque no hay cifras oficiales. La epidemia llega en un verano especialmente duro para la ganadería, afectada por la sequía y el encarecimiento del forraje y el pienso.
Esta enfermedad la trasmiten unos insectos voladores llamados jejenes (o culicoides) parecidos a los mosquitos, pero mucho más pequeños, del tamaño de la punta de un rotulador. Hasta hace poco, la enfermedad estaba contenida en el norte de África y países como Turquía o Israel, lo que lleva a pensar que su llegada a España está ligada al calentamiento global, como ha ocurrido con la fiebre del Nilo o el dengue, pero el investigador Mikel A. González desmiente que sea así. "En otros casos sí, pero esta vez no es el cambio climático", afirma el entomólogo. "Este insecto lleva en España décadas. Hace 20 años fue el que transmitió la enfermedad de la lengua azul, que es similar al EHE", añade.
González, investigador de mosquitos en el Parque de Doñana, es uno de los mayores expertos en jejenes, y explica que ya hay evidencias de cómo ha llegado la enfermedad a España. Procede de Túnez y Cerdeña porque los insectos pueden viajar cientos de kilómetros impulsados por las corrientes de aire a la altura de las nubes. Una vez en la península, los jejenes infectados pican a los mamíferos, como los corzos o las vacas, y estos a su vez son picados por jejenes que ya habitan en España, que pasan a ser portadores de la EHE, y rápidamente una infinidad de insectos la distribuyen por el país. "Los jejenes son muy abundantes de Madrid para abajo y muy escasos en el norte", concreta el experto. De hecho, las únicas provincias donde no hay restricciones al movimiento de vacas es de Burgos para arriba.
Aunque la enfermedad es nueva en Europa, se conoce cómo funciona porque está presente en todos los continentes, salvo en la Antártida. También en países como Estados Unidos, donde afecta al ciervo salvaje de cola blanca, en Australia y en Japón. La EHE afecta a todos los rumiantes y el más vulnerable es el ciervo, seguido de la vaca; mientras que las ovejas son asintomáticas y las cabras son muy resistentes y prácticamente ni se contagian.
Ana María Carvajal, profesora de Veterinaria de la Universidad de León, explica que un animal infectado puede sufrir una muerte muy rápida si sufre un edema pulmonar (encharcamiento), aunque también la enfermedad se manifiesta con hemorragias y fiebre o con úlceras. Los ganaderos también sufren pérdidas económicas porque muchas vacas afectadas sufren abortos, lo que perjudica también al futuro de la cabaña.
Joaquín Gargallo, encargado de Vacuno de la asociación agraria COAG, avisa de que la enfermedad "está avanzando demasiado rápido", con nuevos focos de contagio detectados cada día. "Reclamamos ayudas a las explotaciones afectadas porque esto se suma a un año que ya era muy duro", señala. También han pedido al Gobierno un plan de control donde se investigue más el avance de la EHE, que está muy poco estudiada, como también reconocen los expertos.
La enfermedad hemorrágica fue detectada a mediados del siglo XX en Estados Unidos y como solo afectaba hasta hace poco a animales salvajes, los laboratorios no han desarrollado una vacuna. Tampoco hay un gran conocimiento sobre cómo de agresiva es sobre los animales domésticos y solo se estima que su índice de mortalidad en ciervos salvajes rondaría el 10%. Los investigadores creen que podría ser más mortífera sobre las vacas de la península ibérica, ya que estos animales nunca se han enfrentado a la enfermedad.
La ventaja a la hora de controlar la EHE es que solo puede darse allí donde viven los jejenes, que es el único insecto que transmite esa enfermedad vírica. Como no es contagiosa, un mamífero no puede transmitirla a otro, y los humanos no corren peligro porque es una enfermedad no zoonótica. La parte negativa es que los jejenes tienen una gran facilidad para vivir y reproducirse en España, insiste Mikel A. González. "Uno de los grandes problemas es que a diferencia de los mosquitos, no necesitan una capa de agua permanente, solo calor y humedad. Pueden criar en estiércol húmedo, fangos, en materia orgánica o en el borde de una zanja", aclara.
Por ello, los expertos creen que la enfermedad hemorrágica se va a asentar en España, probablemente de manera permanente. "La única solución es el desarrollo de una vacuna, no hay más remedio", opina González, a quien le consta que algún laboratorio español ya está desarrollando una y que debería estar lista en un periodo de entre seis meses y dos años. El investigador afirma que como los jejenes pueden vivir en una gran variedad de entornos, los insecticidas o el control de las zonas húmedas, como charcas o embalses, no solucionan el problema. Ana María Carvajal coincide: "Una vez que llega es para quedarse. Erradicar una enfermedad transmitida por mosquitos es prácticamente imposible".
La doctora en Medicina Veterinaria recuerda que con la enfermedad de la lengua azul, producida por un virus muy similar al de la EHE, pasó lo mismo: cuando llegó a Europa a finales de los años 90 no había vacuna, causó estragos en la ganadería, y hubo que desarrollarla a toda prisa. "Europa se gastó un dineral intentando erradicarla, pero no sirvió para nada, y ahora estamos resignados a convivir con ella", añade.
El año pasado se detectó por primera vez en Europa un caso de enfermedad hemorrágica epizoótica (EHE), una enfermedad que no tiene vacuna, que puede llegar a ser mortal y que afecta a algunos rumiantes, como los ciervos y las vacas, pero que no puede transmitirse a humanos. En España se detectó el primer caso de contagio en noviembre en Andalucía, pero ha sido en estos últimos días cuando se ha expandido rápidamente: ya hay 26 provincias afectadas y se habla de entre 450 y 500 vacas muertas cada día, aunque no hay cifras oficiales. La epidemia llega en un verano especialmente duro para la ganadería, afectada por la sequía y el encarecimiento del forraje y el pienso.