Una veintena de ríos desbordados en áreas urbanas muestran un país en riesgo continuo de inundaciones
La sucesión de borrascas que azota la península ha provocado en los últimos días que al menos dieciocho ríos de Andalucía, Comunidad de Madrid, Castilla-La Mancha y Castilla y León entren en su umbral de desbordamiento, una muestra a gran escala de la falta de preparación que tiene el país ante episodios de lluvias torrenciales. En muchos puntos el colapso de los cauces es inevitable, pero los expertos subrayan que lo que es inadmisible es que se haya construido durante décadas en zonas que se sabía que eran inundables.
Cártama, en Málaga, se inundó el martes por segunda vez en los últimos cinco meses por el desbordamiento del río Guadalhorce. Como este, otros tantos municipios se levantan junto a ríos o afluentes que pueden crecidas repentinas cada 10, 50, 100 o 500 años —los cuatro periodos de referencia en hidrología—. Pero a esto se suma que el cambio climático está alterando los ciclos de lluvias y los periodos de sequía son cada año más largos y las precipitaciones más concentradas.
Jesús Vargas, profesor del Departamento de Geografía de la Universidad de Málaga, explica que a lo largo de toda España hay zonas muy expuestas a las inundaciones, especialmente en la costa mediterránea. "Tenemos montañas muy cercanas al mar que provocan que el agua se concentre y coja mucha velocidad, provocando inundaciones repentinas. Sabiendo que puede ocurrir, tenemos que mejorar la manera en que comunicamos el peligro a la población", afirma el experto en inundaciones.
El experto en riadas publicó en noviembre un extenso análisis en el que concluye que al menos 3,26 millones de españoles viven en zonas inundables, sin contar con las cuencas internas andaluzas, donde añadió en otro estudio posterior que hay otras 103.010 personas viviendo sobre tierras vulnerables a las riadas. Las cuencas más peligrosas de la península son la del río Segura y la del Guadalquivir, donde habitan 577.000 y 560.000 personas en zonas inundables.
Preguntado por qué ciudades son las que corren mayor riesgo, el experto identifica cinco puntos: Sevilla (337.000 personas afectadas), la costa de Valencia y el norte de Alicante (331.000), Murcia ciudad (290.000), la mitad oriental de Cantabria (234.000) y la ciudad de Valladolid (172.000). Esta dispersión geográfica evidencia que la gestión de los ríos debe ser una prioridad en todas las comunidades, no solo en las que tradicionalmente sufren estos desastres.
Los mapas a partir de los cuales García ha elaborado su estudio son públicos y están a disposición de los urbanistas municipales. Aun así, los expertos se llevan las manos a la cabeza porque se construya en zonas con peligro de desbordamiento. Julia Martínez, directora de la Fundación Nueva Cultura del Agua, advierte de que "hoy" se siguen levantando viviendas e infraestructuras clave en lugares catalogados como inundables, e incluso en las llamadas zonas de flujo preferente. "Hemos construido y seguimos haciéndolo en zonas de flujo preferente, una barbaridad. Allí el peligro es altísimo y el agua puede alcanzar un metro o más de altura y su velocidad superar el metro cúbico por segundo. Literalmente esas calles se pueden convertir en un río", añade. La experta cree que es inevitable que parte de la población tenga que desplazarse a regiones seguras porque vivir bajo estas circunstancias es una temeridad, un traslado que tendrá que ir acompañado de ayudas públicas.
La normativa para construir en zonas inundables es ambigua y deja la puerta abierta a las comunidades autónomas para que cada territorio decida si permitirlo o no. La Ley de aguas, que predomina sobre la normativa autonómica, permite incluso construir viviendas en zonas de flujo preferente —las más peligrosas— siempre que el inmueble quede fuera del periodo de retorno de 500 años. El periodo de retorno de una zona es la probabilidad de que se inunde en X años, en este caso 500, lo que equivale a una posibilidad del 0,002%. Sin embargo, el cambio climático hace mucho más probables eventos remotos y zonas que en teoría eran seguras ya no lo son. Por ejemplo, la riada de Valencia superó un periodo de retorno de 1.000 años.
Jesús Vargas también propone repensar la educación y la comunicación del riesgo. Cree que la población tiende a mirar las previsiones del tiempo o los avisos de la Agencia de Meteorología (Aemet), pero allí no se muestra la probabilidad de inundación. "En el momento que el agua toca el suelo, la Aemet ya ha hecho su trabajo. Son las confederaciones hidrográficas las que publican el nivel de riesgo de desbordamiento, y la población no está acostumbrada a buscar esta información", añade. Cada demarcación hidrográfica tiene su Sistema Automático de Información Hidrológica (SAIH), donde se puede ver en tiempo real —en el apartado aforos de río— el peligro de desbordamiento de cada río con una etiqueta de colores, siendo el rojo el más peligroso.
Competencias repartidas
Además de los avisos, los expertos insisten en que son necesarias medidas a largo plazo porque el riesgo actual es insostenible en un panorama climático cambiante. Especialmente tras la catástrofe de Valencia, que dejó 219 víctimas en la provincia, y donde cinco meses después todavía no se ha tomado ni una sola medida para prevenir que el agua vuelva a inundar decenas de municipios.
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Las actuaciones necesarias de cada cuenca las recoge el Ministerio de Transición Ecológica en Planes de Gestión del Riesgo de Inundación (PGRI). Los últimos se aprobaron en 2023, y tienen periodos de ejecución que llegan hasta los seis años. Julia Martínez insiste en todo caso que la responsabilidad recae sobre todo en las comunidades autónomas, que durante décadas han aprobado planes de ordenación urbana —elaborados por los ayuntamientos— donde se ha permitido edificar sin control. También recuerda que las obras de Transición Ecológica se circunscriben exclusivamente al cauce del río y los terrenos e infraestructuras que están inmediatamente después son de competencia autonómica, donde también hay que realizar obras para prevenir inundaciones.
El riesgo de desborde se extendió el miércoles a la Comunidad de Madrid y alrededores, donde también hay casas construidas sobre zonas inundables en municipios como Alcalá de Henares, Mejorada del Campo y pueblos que se encuentran en la orilla del río Henares. En Madrid, no obstante, la dinámica de los desbordamientos es diferente, según explica Luis Mediero, profesor de Ingeniería Hidráulica de la Universidad Politécnica de Madrid.
"A diferencia de la costa mediterránea, el Tajo y sus afluentes están muy regulados por embalses y no sufren avenidas repentinas. Las inundaciones históricas en esta comunidad se deben a lluvias intensas durante muchos días seguidos que terminan llenando los embalses y obligan a vaciarlos. De todas formas, una presa, por muy llena que esté, siempre lamina el agua y desembalsa menos agua de la que recibe, reduciendo el impacto de la inundación", opina Mediero. También añade que si no se hubieran construido los embalses del Pardo y de Santillana, el desbordamiento del río Manzanares sería frecuente".