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El milagro del Manzanares que veinte ciudades quieren replicar para recuperar sus ríos moribundos

Río Manzanares de Madrid, este miércoles.

Siete años después de la reforma del río Manzanares a su paso por la ciudad de Madrid, la vida se ha abierto paso en un río que durante décadas esquivaron los vecinos. Algunos árboles alcanzan ya los veinte metros, se han avistado más de un centenar de especies de aves e incluso algunos afortunados pueden cruzarse los zorros que bajas desde el monte de El Pardo. Santiago Martín Barajas, encargado del río Manzanares de Ecologistas en Acción, fue uno de los artífices de este proyecto, que la organización ofreció gratis al Ayuntamiento de Madrid cuando gobernaba Manuela Carmena (Más Madrid) y que todavía hoy, con un gobierno del PP, tiene el apoyo unánime del consistorio. El ingeniero agrónomo y activista ambiental reconoce que la recuperación del tramo urbano del Manzanares ha sido "mucho más rápido de lo esperado", y ahora tratan de replicar los resultados en una veintena de ríos de todo España.

La renaturalización de los ríos consiste en devolver el cauce a su estado original, dentro de lo posible, para tratar de recuperar las platas y los animales que desaparecieron por la transformación de las ciudades tras la revolución industrial. Este miércoles se han reunido en Madrid, convocados por Ecologistas en Acción, numerosos expertos que participan en este proceso, y coinciden en que esta tendencia es imparable en España porque la población abraza la llegada de la naturaleza al centro de las urbes. El caso del Manzanares es seguramente el ejemplo de mayor éxito de una reparación de un río contaminado en el país, aunque ya hay otras ciudades como Melilla o Barakaldo que tienen obras en marcha, y Ecologistas ya ha preparado 20 proyectos en 13 comunidades.

Estos dosieres los prepara personalmente Santiago Martín Barajas junto a otro ingeniero de montes de la organización y con apoyo de ecologistas locales, y los ceden a los ayuntamientos para que los ejecuten. "Las ciudades europeas se instalaron junto a los ríos para aprovecharlos, pero dejaron de ser útiles y pasaron a ser casi un estorbo, especialmente los pequeños. Pero en los años 90 se dieron cuenta de su importancia no solo para la naturaleza, también para la salud. El Manzanares anima cada día a decenas de miles de personas", afirma Barajas. En la mesa redonda también estuvo Elena Pita, directora de la Fundación Biodiversidad, también apuntó a la que la recuperación del cauce original del río evita inundaciones. "Las ciudades se han diseñado sin tener en cuenta la naturaleza y eso las ha hecho tremendamente vulnerables", dijo la representante de este organismo público.

La obra millonaria de Madrid ha sido una referencia que ha animado a muchos ayuntamientos a seguir sus pasos, aunque antes ya se hicieron obras de este tipo en ciudades como León (río Bernesga) y en Brugos (río Arlanzón). El caso del Manzanares demostró que incluso un río con poca agua y destrozado tras décadas convertido en una piscina, podía recuperarse en cuestión de meses. Hasta 2017, el cauce a su paso por la capital estaba regulado por varias compuertas que estancaban en agua y convertían el río en un desagüe de la ciudad y un nido de mosquitos en verano. Solo hizo falta abrir todas las presas y acondicionar el lecho para que volviese la vegetación. Ya hay 10.000 árboles en el tramo urbano y el agua pierde el 60% de los nitratos y fósforos al pasar por este filtro natural. "Sale de la ciudad más limpia de lo que entra”, apunta Barajas. Con ello también regresaron las aves (121 especies), los mamíferos (nutrias, erizos, zorros…) y los peces (el barbo y el gobio, entre otros). "Volvieron incluso especies de peces autóctonas que desplazaron a las invasoras, el primer caso en el que ocurre esto en España", añade el experto.

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También asistieron al encuentro las concejales de Medioambiente de Barakaldo y de Getafe, dos ciudades que trabajan con Ecologistas en Acción para renaturalizar sus ríos. Las administradoras, ambas del PSOE, coincidieron en que sus urbes han vivido durante muchos años "de espaldas" a sus ríos porque el agua era sinónimo de malos olores y contaminación. Barakaldo está encajonada entre tres ríos que durante el siglo pasado estaban rodeados de los altos hornos, que usaban el agua para refrigerar las fábricas. En Getafe, los vecinos nunca se han sentido conectados con el Manzanares porque está a las afueras de la ciudad, pero el Ayuntamiento quiere ahora acondicionarlo como una zona de paseo, y está proyectado levantar allí el mayor bosque de ribera más grande de Europa y una calzada romana.

La financiación de estas obras corre luego a cargo de los presupuestos municipales, aunque reciben ayudas millonarias de diferentes fuentes. El Ministerio de Transición Ecológica publicó en julio la estrategia nacional de restauración de ríos, que pretende recuperar y conectar 3.000 kilómetros de ríos, con 400 millones de euros para renaturalización urbana. La Fundación Biodiversidad también ha dado otros 195 millones de fondos europeos a 74 proyectos desde 2021, y reiteran que el interés es muy grande en España: recibieron 393 propuestas, pero el presupuesto se agotó mucho antes. El coste es uno de los elementos que se trató en la jornada, ya que recuperar un río urbano supone dedicar permanentemente recursos para controlar el caudal del agua, su composición química y limpiar la basura que caiga al cauce.

Los ecologistas también aprovecharon para hacer un llamamiento a alcaldes de toda España que tienen ríos completamente obsoletos. Por ejemplo, el fondo del río Zarpadiel a su paso por Medina del Campo se cubrió por completo con cemento y ahora está literalmente muerto. También se construyó a ambas orillas y no se respetó la llanura de inundación que permite que una riada no inunde la ciudad. Durante el coloquio se señalaron además varios casos de cauces que en la segunda mitad del siglo XX que se convirtieron en canales urbanos: el río Isuela a su paso por Huesca y el Vinalopo, en Elche. Además de acabar con la biodiversidad del río, estas obras de cemento absorben el calor y anulan la función del río de refrescar y enfriar la ciudad en verano, advierten los expertos.

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