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Bañarse en el río pero dormir arropado: la temperatura perfecta existe y está en el Valle de Ordesa

Iglesia de San Salvador de Torla-Ordesa (Huesca, Aragón), y al fondo el valle de Ordesa y Monte Perdido.

Escapar del calor de los últimos veranos es cada vez más complicado, por eso intentamos ponerte un poco más fácil la búsqueda de tus próximas vacaciones con esta serie de cinco entregas sobre lugares de España donde pasar unas vacaciones algo más frescas de lo normal. Con ayuda de los datos de la Agencia Española de Meteorología (AEMET), comenzamos este hilo de artículos en Torla-Ordesa (Huesca), uno de los pueblos del valle de Ordesa. La influencia Atlántica y Mediterránea, unida a los valles y picos de los Pirineos, generan en verano un ambiente agradable de brisa que permiten descansar por la noche, sin renunciar al calor e incluso a bañarse en una poza durante el día.

Precisamente este fin de semana las temperaturas máximas no bajarán de los 30 grados, lo que demuestra que es prácticamente imposible esconderse del calor por mucho que uno quiera, salvo que se vaya a la costa atlántica. Pero en Torla, según cuentan quienes viven allí, se produce un cierto equilibrio que no se da en el interior de la península, e incluso en plena ola de calor corre aire por la noche. "Es verdad que ya no es lo que era, la gente llega y se sorprende del calor que hace, pero se puede descansar", reconoce Carla Calderón, recientemente nombrada concejal de Turismo en Torla-Ordesa a sus 28 años. El lugar se vende solo y los alojamientos están prácticamente llenos en verano y otoño, tanto de familias como de amantes de las montañas, por su geografía, su flora y su fauna inigualable.

Ciñéndonos a lo que nos trae hasta aquí, el tiempo, en Torla-Ordesa y en los municipios de alrededor se produce un equilibrio perfecto. Teniendo en cuenta la media del período junio-agosto de los últimos ocho años, la temperatura media máxima es de 30,9 grados, un calor intenso, pero no sofocante; mientras que la media de las mínimas es de 12,7 grados, lo que se traduce en unas noches incluso frías, aunque en épocas de ola de calor ascienden. Y todo esto combinado con unas precipitaciones muy pequeñas de solo un día al mes, de media, por lo que no hay riesgo de quedarse una semana encerrado en el hotel, como puede ocurrir en el litoral cantábrico.

En todo caso, destaca Calderón que este paraje no está libre del impacto del cambio climático, y esa serie temporal de temperaturas se está distorsionando rápidamente hacia un verano más cálido y más seco que en el pasado. Sin ir más lejos, el agosto pasado fue el más cálido de la historia del pueblo —también lo fue en España— y se alcanzaron los 41 grados en la segunda quincena, una cifra nunca vista en pleno Pirineo. "En teoría este era un sitio fresco, pero el cambio climático se nota y los últimos veranos han sido duros", añade Calderón, cuya familia también regenta apartamentos turísticos en la zona.

Qué ver alrededor de Torla-Ordesa

El valle de Ordesa, donde se encuentra este pueblo de apenas 300 habitantes, es una de las joyas de los Pirineos y está coronado por el Monte Perdido (3.355 metros). Fue declarado parque nacional en 1918 y está catalogado como zona ZEPA de protección de aves. Además de senderismo y deportes de riesgo, es uno de los principales puntos de observación de pájaros del país y atrae a ornitólogos de todo el mundo por la presencia del quebrantahuesos, una ave extinta en muchos puntos de Europa y en peligro de extinción en España, donde está protegida. También vive en la zona el águila real, el buitre leonado e incluso el urogallo, otra especie en peligro crítico. En cuanto a la flora, la combinación de la influencia mediterránea y cantábrica con el clima de montaña genera un ecosistema donde conviven más de 1.500 especies de plantas, como lirios, madreselvas o potentillas, mientras que el fondo del valle está repleto de árboles, como pinos, hayas y abetos.

Los profesionales dedicados al turismo en la zona explican que esta orografía de valle y picos (hay más 30 cumbres) permiten tanto el turismo familiar como el de montañeros curtidos. También se puede practicar en temporada rafting, barranquismo, escalda, paseo de raquetas de nieve o mountain bike. Los deportes de río se concentran en primavera (mayo y junio, principalmente), cuando se derrite la nieve de las montañas y el río Ara gana caudal. A diferencia de otros ríos de la zona, el Ara solo lleva agua abundante en esta época porque es el único de Ordesa sin presas, mientras que en otros de la zona se pueden practicar el resto del año porque se abren los diques para ello. Mariceli, dueña del hotel Bellavista Ordesa, ubicado en Torla, recomienda que para quienes visitan por primera vez la zona las dos rutas más conocidas, la Cola de Caballo y el circuito de las cascadas. La primera es para senderistas avanzados, ya que son 18 kilómetros que se alargan unas seis horas. La segunda es la más familiar, con apenas dos horas de caminata.

Ahora se ha puesto de moda el río, como antes lo estuvieron los barrancos o las tirolinas, pero es que está llegando gente muy irresponsable que planta su nevera y su sombrilla y ponen música

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Mariceli, de 62 años, lleva toda su vida en el hotel, que fundaron sus abuelos en 1934 con el nombre Fonda Pirineos. La propietaria critica la proliferación de viviendas turísticas, el problema que también afecta a las grandes ciudades, aunque también reconoce que ni en verano ni en otoño hay escasez de ocupación hotelera. El calor atrae a turistas de todo España gracias al río y las pozas, y en octubre y noviembre reciben principalmente a aragoneses por las estampas que deja la muda de hoja de los árboles. "En el puente del Pilar hay incluso más gente que el 15 de agosto", afirma.

La parte negativa es que esta combinación de naturaleza, paisajes y buen tiempo cada vez llama la atención de más visitantes, incluso demasiados. Últimamente ha levantado asperezas la llegada de algunos influencers que han promocionado el río Ara y sus pozas con vídeos como "La poza más bonita de España", y un paraje protegido se ha convertido en una playa repleta residuos cuando antes solo era un lugar de refresco para los vecinos. "Ahora se ha puesto de moda el río, como antes lo estuvieron los barrancos o las tirolinas, pero es que está llegando gente muy irresponsable que planta su nevera y su sombrilla y ponen música", dice Mariceli.

Clara Calderón, la responsable de Turismo en el pueblo, reconoce que hay cierto mosqueo en el pueblo por esta situación. "Nos parece muy bien que venga gente, pero con responsabilidad, estamos hablando de un entorno muy sensible y frágil. No son piscinas, son pozas", recalca. Es por eso que desde Torla y el valle de Ordesa tratan ahora de cambiar el reparto de turistas para extender esa llegada en el calendario e incentivar las visitas en primavera, una época de temporada baja en la que hay espacio para todos, según termina Mariceli.

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