Llevar los tractores hasta las mismas puertas del Parlamento Europeo ha tenido un efecto sobre la política de Bruselas en tiempo récord. El programa Del campo a la mesa que presentó la Comisión Europea en mayo de 2020 de manera precipitada debido a la urgencia climática va a ser desmantelado con la misma velocidad con la que se anunció para contentar a un sector que lleva semanas ocupando las principales carreteras del continente. El mensaje se interpreta en Bruselas como una cesión de los conservadores a un colectivo con gran capacidad de movilización cuando quedan cuatro meses para las elecciones al Parlamento, con el Partido Popular Europeo (PPE) como favorito y una extrema derecha muy fuerte.
La presidenta de la Comisión y miembro del PPE, Ursula Von der Leyen, anunció este martes por sorpresa que retirará la propuesta de reducir el consumo de pesticidas en la agricultura un 50% de cara a 2030, uno de los pilares del programa presentado hace casi cuatro años, debido a que encarece y complica el trabajo de los agricultores. Este martes la Comisión también ha presentado una propuesta para reducir un 90% las emisiones de la UE en 2040, pero en texto final ya no se establecen metas para la agricultura, mientras que borradores previos se recogía una caída de las emisiones del 30% frente a 2015. El tercer ejemplo es de la semana pasada, cuando Von der Leyen prometió que en 2024, por tercer año consecutivo, no se exigirá a los agricultores mantener el 4% de sus tierras en barbecho, debido a que reduce la productividad agrícola en un momento convulso para los mercados alimentarios por la guerra de Ucrania.
La propuesta de regulación de pesticidas era una tarea pendiente en Bruselas para reducir el uso de químicos en el campo debido a que su impacto sobre los humanos —especialmente sobre los propios agricultores—, los insectos y la tierra está demostrado. En la Unión Europea hay 230 sustancias activas permitidas que sirven como herbicidas y plaguicidas, de las que solo 49 no tienen un impacto apreciable sobre la salud humana, aunque no todas las están estudiadas en profundidad. Entre las 230 sustancias permitidas, sus impactos más comunes en las personas son las irritaciones oculares, cutáneas y de las vías respiratorias (37%, 25% y 22% del total, respectivamente), las alergias cutáneas (21%) y su alteración en la fertilidad y el crecimiento (24%), según un análisis publicado en julio de 2022 en la revista Science Direct. El estudio también determina que solo 57 de las sustancias permitidas tienen un impacto "bajo o moderado" en la salud de mamíferos, insectos y microorganismos, mientras que la gran mayoría tienen un impacto elevado.
En realidad, no todas estas sustancias se utilizan, ya que cada país selecciona cuáles de la lista permite usar a sus profesionales. En España, según el Ministerio de Agricultura, ahora están permitidas 31, frente a las 83 autorizaciones que había en 2018. Luis Planas, el ministro de esta cartera, afirmó la semana pasada que España ya ha reducido un 25% la venta de pesticidas nocivos en los últimos seis años, y que el país es capaz de cumplir el 50% de reducción fitosanitarios y antibióticos en animales en 2030, incluso sin la nueva regulación [propuesta por la Comisión]".
En todo caso, la propuesta de regulación se ha caído definitivamente este martes. En diciembre el Parlamento Europeo ya votó en contra de tomar una posición sobre esta norma —se posicionaron en contra incluso socialistas y verdes, ya que el PPE había descafeinado el texto y este perdido su ambición—, mientras que el Consejo Europeo tampoco llegó a posicionarse. Con los tres órganos en contra, la propuesta de reforma tendrá que reescribirse, pero el nuevo documento no llegará antes de las próximas elecciones europeas.
Los agricultores reconocen la agresividad de estos químicos, pero critican que no pudieron participar en el proceso de elaboración de la normativa y que su redacción se encargó a la Comisión de Medioambiente, no a los técnicos de Agricultura. Andrés Góngora, responsable de Producción Agrícola en la organización agraria COAG, celebra la nueva posición de Von der Leyen porque la propuesta de revisión "daba la espalda al sector". "Hubiera significado reducir la producción de todos los cultivos. No es que queremos usar fitosanitarios, de hecho son muy caros, pero no podemos eliminarlos de la noche a la mañana", opina Góngora. También señala que los cambias que iba a traer la regulación solo se aplicarían sobre las producciones europeas y no sobre las importaciones, que juegan con mucha ventaja.
La Comisión ha sido muy criticada estos días desde el sector agrícola porque en 2020 no contó con el campo para negociar el paquete del Pacto Verde Europeo, el plan en el que está integrado el programa Del campo a la mesa y que supone transformar de arriba a abajo la industria, el transporte, la generación de energía, la agricultura y la ganadería para reducir la contaminación de la tierra y el aire. Incluso el ministro español de Agricultura, Luis Planas, afeó la semana pasada el trabajo de este órgano. "No estaríamos aquí si la Comisión Europea hubiera tenido este diálogo hace cuatro años", dijo.
Sin embargo, este martes Von der Leyen dio un giro a la política que ella misma impulsó y afirmó que "los agricultores se sienten acorralados" por la legislación y el encarecimiento de la vida, y pasarán de estar en el extrarradio a ser el centro de la toma de decisiones. "Tenemos que conseguir un modelo más sostenible y pasar a un modelo más sostenible, y queremos asegurarnos de que los agricultores dirigen el proceso", señaló la presidenta de la Comisión.
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Von der Leyen no ocultó que su ambición va mucho más lejos que enterrar lar egulación de fertilizantes, y que aspira a reelaborar el Pacto Verde suavizando el plan que ella misma presentó en 2020. Este mes de febrero ha convocado el llamado Diálogo estratégico por el futuro de la agricultura, un foro en el que participarán propietarios de tierras, empresas de químicos y semillas, supermercados, ecologistas, científicos y consumidores. "El informe sobre diálogo se presentará a finales de verano para debatir en el Parlamento y será la base de la Política Agraria Común del futuro", adelantó este martes.
El mensaje de Von der Leyen ante el Parlamento Europeo fue aplaudido por Manfred Weber, presidente del Partido Popular Europeo, mientras que socialistas y verdes la acusaron de usar la Comisión para hacer partidismo y atraer el voto rural en los comicios de junio. Iraxe García, presidenta de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas, recordó que el PPE participó en el proceso de renovación de la Política Agraria Común (PAC), de la que ahora reniegan.
Florent Marcellesi, portavoz de Verdes Equo y antiguo eurodiputado, señala que la decisión de la presidenta de la Comisión "es un grave error y una cesión a la industria agroalimentaria y a la agenda política de la derecha". "Necesitamos precisamente lo contrario, una ley reforzada que proteja el campo del cambio climático y garantice un futuro para el sector. La extrema derecha está engañándoles, culpando al ecologismo de problemas que no tienen nada que ver, pero cuando llegan al poder ya hemos visto que se dedican a favorecer a los lobbys de la caza o de los automóviles", acusa Marcellesi.
Llevar los tractores hasta las mismas puertas del Parlamento Europeo ha tenido un efecto sobre la política de Bruselas en tiempo récord. El programa Del campo a la mesa que presentó la Comisión Europea en mayo de 2020 de manera precipitada debido a la urgencia climática va a ser desmantelado con la misma velocidad con la que se anunció para contentar a un sector que lleva semanas ocupando las principales carreteras del continente. El mensaje se interpreta en Bruselas como una cesión de los conservadores a un colectivo con gran capacidad de movilización cuando quedan cuatro meses para las elecciones al Parlamento, con el Partido Popular Europeo (PPE) como favorito y una extrema derecha muy fuerte.