Hace poco más de un año, el periodista Alfonso Armada sustituía a Malén Aznárez al frente de la sección española de Reporteros Sin Fronteras (RSF). Nada más ocupar el cargo, aseguró que aprovecharía su paso por la organización para consolidarla como adalid de la defensa de la libertad de información en nuestro país, vincular a un mayor número de periodistas a la misión de RSF España, defender un periodismo basado en la verdad de los hechos y los datos y combativo con las noticias falsas, así como consolidar los lazos de la entidad con América Latina.
Este martes, la organización publicaba el segundo balance anual bajo el mando de Armada. En él, se denuncia que durante estos 12 meses 80 periodistas han sido asesinados, 348 están encarcelados, 60 secuestrados y tres desaparecidos. Todas las cifras empeoran las del año pasado. "Estas cifras en aumento reflejan una violencia inédita contra los periodistas", lamenta la organización. ¿Qué ha ocurrido? Y la situación del periodismo en España, ¿cuál es? infoLibre entrevista a Alfonso Armada para conocer su punto de vista sobre estas cuestiones.
PREGUNTA. 2018 ha empeorado las cifras de 2017. Ha habido más asesinatos de periodistas, más detenciones y más secuestros. ¿Tiene algún tipo de explicación?
RESPUESTA. Podemos establecer alguna hipótesis y pensar por qué ocurre esto. La verdad es que hay un clima generalizado en la política internacional muy hostil hacia el periodismo, muy hostil hacia la verdad. Esto, además, se ha agravado muchísimo desde la llegada de Trump a la Casa Blanca. Primero llegó con un discurso en el que se mezclan, de forma deliberada, las mentiras y las verdades, además de con una actitud muy beligerante contra los periodistas que le cuestionaban. Lo hizo, además, jaleado por sus propios seguidores, acusando a los propios periodistas de mentir, incluso usando una denominación que ha tenido mucho efecto: Trump llama a los periodistas "enemigos del pueblo", como si él estuviera por encima de ellos. Esto ha sido imitado. Antes y después ha habido dirigentes políticos que han utilizado esta retórica tan beligerante contra la prensa. En Europa, por ejemplo, el primer ministro de Eslovaquia, un ministro húngaro, el presidente polaco, etc. tienen un discurso habitualmente muy hostil contra la prensa. No se puede olvidar tampoco regímenes como el ruso, el chino, el de Arabia Saudí, Yemen, Irak, Irán, etc. Hay un amplio espectro. También se produce en países donde esto sorprende más, como Italia, donde el ministro del Interior también tiene un discurso burlón y despreciativo contra la prensa, a quienes acusa de ser partidistas y mentirosos.
Este clima de desprecio a la prensa ha hecho que algunos vean legitimado, incluso, el asesinato a los periodistas. La verdad es que en España, afortunadamente, no hemos llegado al caso de que periodistas de investigación se vean asesinados por investigar la corrupción, como pasó en Eslovaquia o en Malta el año pasado. Aquí sufrimos otros problemas, como la hostilidad. Hemos visto, por ejemplo, en el caso del procés, que los periodistas que estaban trabajando en la calle eran hostigados por partidarios o gente contraria a la independencia de Cataluña. Pero muy distinto es el caso de México, de Afganistán, de Rusia o de China, donde ser periodista es jugarte la vida.
P. En este clima de descrédito de la prensa, viene a la mente el caso de Vox. ¿Es comparable el discurso de Trump con el de Santiago Abascal, que ha llegado a impedir el acceso de periodistas a sus actos?
R. Está imitando ese tipo de prácticas. Únicamente admiten a periodistas afines. Yo creo que hay un desprecio, precisamente, al pensamiento complejo y a la propia complejidad. ¿Por qué están floreciendo movimientos políticos populistas? Porque, ante una sensación de desconcierto o de cansancio democrático de mucha gente en paro y de pocas expectativas, surgen movimientos políticos, tanto a la derecha como a la izquierda, con soluciones mágicas e irreales pero que reciben un eco bastante grande de gente que desconfía de la política tradicional y de la prensa tradicional, por lo que las soluciones simples consiguen cierto eco. Así, convierten a minorías como los inmigrantes en chivo expiatorio y presentan discursos xenófobos y sensacionalistas que no se corresponden con la realidad. El problema viene a ser siempre el mismo: cuando no hay hechos y todo se convierte en opinión se propicia un clima de desconfianza donde no hay verdades, lo que al final consigue aumentar el descrédito de la prensa.
P. En relación a lo que comentaba antes, es verdad que España no aparece en estos ránkings, pero sí en la clasificación anual que elabora Reporteros Sin Fronteras. La organización viene denunciando desde el año pasado el "ambiente asfixiante" que se creó para los periodistas tras el referéndum del 1 de octubre. Más de un año después, ¿continúa ese ambiente?
R. No de forma tan intensa como entonces. Lo que ocurrió durante el procés es que desde Reporteros Sin Fronteras comenzamos a recibir peticiones de apoyo y amparo por parte de periodistas, tanto españoles como extranjeros, que se sentían asfixiados por este entorno, sobre todo desde sectores cercanos a la Generalitat. Algunos periodistas que no comulgaban con el independentismo eran hostigados por las redes sociales. Y se quejaron. Primero, buscaban su protección, el amparo de Reporteros, pero sin que su nombre apareciera en el informe. Les dijimos que si querían que el informe fuera eficaz tendrían que aparecer con nombres y apellidos, y entonces accedieron. Decidimos publicar el informe antes del procés para criticar esa atmósfera irrespirable y porque desde entornos cercanos al poder se estaba persiguiendo a una parte del periodismo. Hubo casos tan graves como el del director de El Periódico de Catalunya, que fue amenazado de muerte a través de las redes sociales porque publicó que la Generalitat había recibido información desde la CIA diciendo que se planeaba un atentado en Las Ramblas. Precisamente, al final hubo un atentado en Las Ramblas.
P. En una entrevista concedida a la Agencia Efe dijo que "la objetividad es ser capaces de ser fieles a los hechos al margen de nuestras propias opiniones, de nuestras convicciones, aunque perjudiquen a tus afines". Afirmó también que "en la medida en que el periodista se convierte en propagandista, en activista, está incumpliendo su contrato sagrado con el lector". ¿Esto ha ocurrido en España?
R. Yo creo que la prensa española tiene que hacer un gran ejercicio de autocrítica. Creo que durante muchísimos años ha habido demasiada cercanía del periodismo con el poder, tanto político como económico. La debilidad de las empresas periodísticas ha hecho que pierdan independencia porque, claro, si no tienen sus recursos propios y sus finanzas están en precario, es más fácil que hagan la "vista gorda" o que acepten publicidad de bancos o entidades que, al final, pueden condicionar la línea editorial. Por otro lado, están los propios periodistas que trabajan en los medios. Tienen sueldos muy bajos y su capacidad para resistir las presiones es muchísimo menor, lo que al final repercute en la libertad de prensa. Cuando tienes periódicos débiles y periodistas débiles, al final, tu labor de crítica del poder y tu función de contrapoder se ve muy mermada.
Además, otro de los problemas que creo que tiene la prensa española es que, de forma constante, se crean informaciones con opiniones. Esto es una falta de ética que ha provocado que muchos lectores desconfíen de forma sistemática de los medios. Así, de forma bastante injusta dicen "todos mienten". Creo que ahí hay mucho que hacer y mucho que mejorar. Además, saliendo un poco de la pregunta, creo que en España se ha hecho muy mala pedagogía desde los grandes medios dando en Internet lo que se vende en los quioscos porque se ha difundido un poco la idea de que la información tiene que ser gratis, pero la información valiosa es muy cara y exige un esfuerzo. Los ciudadanos, los lectores, tienen que darse cuenta de que hace falta tener buenos periodistas bien pagados para que les proporcionen algo fundamental: información valiosa para poder ser verdaderos ciudadanos. Si no hay información crítica del poder, la democracia se resquebraja.
P. Dice que falta información crítica y ética, ¿y sobra algo?
R. Sobra sensacionalismo y sobra banalidad. Creo que, además, en el panorama mediático se dedica un tiempo excesivo al fútbol. Los medios se han convertido en parte de la sociedad del espectáculo y muchas veces parece que están más preocupados en conseguir grandes audiencias que en atenerse a la verdad y, sobre todo, de contar lo que de verdad es importante. ¿Cómo lo hacen? Reduciendo, por ejemplo, la parte que dedicaban al pago de periodistas, de corresponsales y de enviados especiales, degradando así la calidad de lo que ofrecen. La contrapartida no es buen resultado. Casi siempre, cuando los medios van mal, recortan en pagos a los periodistas, en corresponsales. Así, hacen menos interesante ese medio.
Además, creo que también hay una crítica en la propia ciudadanía. Opino que los ciudadanos se han vuelto muy perezosos y quieren todo demasiado masticado. Mucha gente piensa que navegando por las redes sociales y consultando unos cuantos tuits ya se han informado, y eso no es así. Hace falta tiempo. Yo puedo ser muy crítico con nosotros los periodistas y cuando hacemos estos informes en Reporteros Sin Fronteras intentamos que la gente se dé cuenta de que esto no es una defensa gremial, sino una defensa del derecho a la información y de la libertad de prensa, que es básico para una democracia. Pero también los ciudadanos tienen que darse cuenta de que apoyar el buen periodismo pagando por él, suscribiéndose a los medios, es amparar a los periodistas para que les cuenten la verdad.
P. Muchos indicadores dicen que hay una falta de confianza de esa audiencia, ¿cómo se podría recuperar?
R. Desde luego, el único método es trabajando siendo honestos, separándose al máximo de los poderes políticos y económicos y haciendo información interesante, relevante, amena y bien contada. Hay que volver a las esencias del periodismo, que consisten en contar buenas historias, originales y que expliquen la complejidad del mundo de forma interesante y apasionante. Pero a lo mejor hacemos esto y resulta que no conseguimos que los lectores nos acompañen. Pero yo creo que The New York Times, The Washington Post y The Financial Times han mostrado el camino: son medios que han cerrado sus webs y cobran por visitarlas. Así, han visto cómo ha aumentado la venta tanto de papel como de Internet. Las suscripciones se han convertido en verdaderas herramientas de control de la política y de los grandes poderes haciendo información relevante e interesante. En este caso, creo que Trump, como efecto colateral positivo, ha hecho que mucha gente se dé cuenta de la importancia de tener buena prensa. En España nos hace falta darnos cuenta de eso y de que los medios acepten que ese tiene que ser el camino.
P. La llegada de Pedro Sánchez a la Moncloa generó optimismo en Reporteros Sin Fronteras porque el Ejecutivo anunció que reformaría o derogaría la ley mordaza. Entre estas dos opciones, ¿cuál es la mejor?ley mordaza
R. Yo creo que hay que derogarla por completo. Hay una panoplia enorme de recursos policiales y judiciales para proteger a los ciudadanos, su derecho al honor y a su prestigio. Por eso sobran estas leyes que, además, dan a la policía unas herramientas desmedidas que no se corresponden con la democracia. Además, hay usos perversos que se están haciendo de la ley mordaza: primero, por las condenas a raperos que a lo mejor tienen un discurso mejorable pero también tienen libertad de expresión. Es inadmisible que por este tipo de cosas se les condene a prisión, para lo que habría que cambiar también el Código Penal. Pero lo que nos parece tremendo es que este Gobierno, que cuando estaba en la oposición criticaba de forma feroz al PP cuando deportaba en caliente, ahora lo haga utilizando las herramientas de la ley mordaza. Es una especie de espejo, y mucho nos tememos que esta legislatura, que parece que está tan en precario, finalizará sin que la ley mordaza sea derogada.
P. ¿Reporteros Sin Fronteras ha perdido ese optimismo?
R. El optimismo es un sentimiento muy particular. Nosotros tenemos un espíritu crítico y mostramos la realidad de la forma más objetiva que podemos. Yo creo que los ciudadanos exigirán a sus partidos que cumplan lo que prometen, por eso necesitamos de una prensa potente y objetiva que no se limite a servir de portavoz o de altavoz a las opiniones. Una parte de la prensa se dedica únicamente a reproducir titulares y declaraciones pero no se dice lo que es falso y por qué lo es, que no necesariamente es opinión, sino apoyar los hechos. El periodismo político es muchas veces demasiado declarativo, reiterativo y alimenta una especie de ruido infernal del que nadie entiende nada.
P. Aseguró que la televisión pública española no era del todo independiente, ¿se ha recuperado la independencia de los medios públicos tras la renovación de la Corporación de RTVE?
R. Creo que hay intentos loables para tratar de ser un poco más independiente. Pero me temo que hay una especie de vicio de la democracia española y de los partidos, que cuando llegan al poder parece que son incapaces de resistirse a la tentación de utilizar los medios públicos para su propio beneficio. Creo que ahí falta un estatuto como el que tiene la BBC en el Reino Unido para defender a la televisión pública de las presiones de cada partido. Esto podría extenderse a grandes instituciones del Estado que tienen que estar al margen del cambio político. Creo que por parte de los profesionales sí hay una voluntad de zafarse del control político pero también que hay demasiada codicia para controlar los medios públicos. Saben que es una herramienta muy poderosa para forjar opinión pública y para perpetuarse en el poder.
P. Hace pocos días, un juez de Palma respaldado por la Fiscalía requisó ordenadores y móviles a dos periodistas para descubrir sus fuentes en un caso de corrupción. ¿Hemos asistido a un retroceso en la libertad de los periodistas? ¿Se ha vulnerado el derecho de los profesionales?un juez de Palma
R. Por supuesto. Es inadmisible y nos parece inconcebible que un derecho constitucional como lo es el derecho al secreto profesional haya sido vulnerado por un juez y por una fiscal enviando a la policía para requisar instrumentos de trabajo de periodistas. Me parece que es inadmisible y que no se puede tolerar. Es una vulneración clarísima de un derecho fundamental. Si la libertad de información y el derecho a la información se resquebraja, la democracia se resiente de forma muy peligrosa. Si envías a la policía a requisar material informativo de algo que está investigando tu propia actividad estás convirtiéndote en arte y parte. No tendrían que haber entregado los móviles a la policía, pero claro, ¿hasta cuándo te resistes? Es complicado ponerse en el pellejo de esos periodistas, yo no sé qué hubiera hecho, pero desde luego habría intentado no entregar el móvil bajo ningún concepto. Es inconcebible que un policía, por orden de un juez, exija que entregues tus documentos, tus ordenadores y tu móvil.
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P. El pasado 8 de marzo miles de periodistas suscribieron un manifiesto denunciando las dificultades concretas que sufren las mujeres en la profesión, ¿está de acuerdo con lo que denunciaron?
R. En los lugares donde he trabajado no he percibido que el pago o el prestigio de las mujeres sea distinto al de los hombres, pero está claro que dentro del sistema económico español hay un trato discriminatorio en cuanto a cargos directivos y en cuanto a salarios. Eso está más que probado y hay que corregirlo. También me llama la atención que en España haya tan pocas directoras de periódicos. No creo que la solución sea exactamente un sistema de cuotas, pero hace falta algo. Es igual que algo que comenté hace poco: del mismo modo que hay pocas mujeres en altos cargos directivos, también creo que hay muy poca diversidad en los propios medios. Creo que tienen que reflejar mejor la realidad, en las redacciones tendría que haber más diversidad desde el punto de vista del color de la piel. Para contar la diversidad y la complejidad creciente en la sociedad española, sería mucho más interesante que en las redacciones hubiera personas que hablaran chino, que hablaran árabe, que practicaran otras religiones, que tengan otro color de piel, etc. Creo que eso enriquecería el relato de la realidad, que a veces también simplificamos demasiado.
Y otra cosa muy importante: creo que hay muchos directivos de grandes medios que pisan más moquetas y más coches oficiales que los túneles del metro. En muchos periódicos los periodistas se pasan más tiempo pegados a un ordenador que asomados a la calle, y el discurso que hacen es un discurso milimétrico, repetitivo y donde se busca el click como si fuera la panacea y la salvación. Hay que volver a la calle, tomarse el tiempo, escuchar, mirar a los ojos de la gente, contar historias relevantes y ampliar la agenda. La mediática es muy reiterativa, muy restrictiva y muy previsible. Haríamos un favor a la audiencia si contáramos más cosas de otros mundos, de otros continentes, de otras calles y de otras gentes. La realidad es bastante más amplia que la actualidad.
Hace poco más de un año, el periodista Alfonso Armada sustituía a Malén Aznárez al frente de la sección española de Reporteros Sin Fronteras (RSF). Nada más ocupar el cargo, aseguró que aprovecharía su paso por la organización para consolidarla como adalid de la defensa de la libertad de información en nuestro país, vincular a un mayor número de periodistas a la misión de RSF España, defender un periodismo basado en la verdad de los hechos y los datos y combativo con las noticias falsas, así como consolidar los lazos de la entidad con América Latina.