El gobierno mundial en la sombra de Elon Musk: quién es quién en la galaxia ultra que protege sus negocios

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Elon Musk no es solo X. El dueño de la red social anteriormente conocida como Twitter también es el director ejecutivo de la compañía de coches eléctricos Tesla y de la de cohetes SpaceX. Son las dos empresa que le han impulsado a ser el actual hombre más rico del mundo. Y son también las culpables de que lleve ya décadas tejiendo una extensa red de lobby buscando los máximos réditos posibles para su imperio con exenciones fiscales o con flexibilización de las regulaciones para beneficiar a sus automóviles, a su negocio aeroespacial o a su red de satélites Starlink. 

La entrada en este juego de la variable de Twitter, ahora X, no solo le ha proporcionado una mayor atención mediática mundial y una potente plataforma de comunicación, si no que ha evidenciado su clara deriva ideológica escorada hacia la alt-right, la derecha alternativa. Así, en los últimos dos años, ha creado una constelación de jefes de Estado aliados al que, casualmente, une el mismo hilo doctrinario: el argentino Javier Milei, la italiana Giorgia Meloni, el israelí Benjamin Netanyahu, el indio Narendra Modi, el turco Recep Tayyip Erdogan, o el ya expresidente brasileño Jair Bolsonaro. 

"Si Musk ayuda a un político extranjero podría esperar algo a cambio que ayude a SpaceX o Tesla", reconoce a preguntas de infoLibre Kurt Wagner, periodista de Bloomberg especializado en negocios y tecnología y autor del libro Twitter. El pájaro de la discordia (Península, 2024). "No es que esté cerca de una u otra ideología, su ideología es el dinero, y va a girar en función de sus propios intereses", apunta Miquel Pellicer, consultor en comunicación digital en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), que apunta también a lo importante que es en este proceso el hecho de que "la derecha ha conquistado de una forma muy patente los cibermedios y el entorno digital".

Aunque el dinero sea la clave en este juego diplomático de Musk, lo cierto es que este cambio ideológico cogió por sorpresa incluso a sus familiares y amigos. Según cuenta Walter Isaacson en la biografía de Elon Musk (Debate, 2023), el multimillonario nunca había sido una persona con demasiado interés por la política. Como muchos de sus colegas techies, se definía como progresista en cuestiones sociales, aunque mostraba cierta resistencia libertaria a las normativas y a la corrección política. 

No obstante, colaboró con las campañas presidenciales de Barack Obama e incluso, en una ocasión, estuvo seis horas haciendo cola para estrechar la mano del ex presidente en un evento. En las elecciones de 2016, Musk apoyó a Hillary Clinton y fue crítico con Donald Trump. Es más, tras su victoria, y según detalla Isaacson en su libro, lo definió como "uno de los más grandes fantasmas que hayan existido jamás". 

Sin embargo, todo cambió a partir de 2020. Y parece que fueron dos acontecimientos los que propiciaron la inflamación de su vena antiautoritaria. Por un lado, el covid y sus restricciones. "El covid nos afectó a todos. Pero sí que es cierto que a partir de la pandemia se produjo un gran ascenso de las teorías de la conspiración", apunta Miquel Pellicer. 

Y, por otro, la transición de su hija transexual Jenna junto con su defensa de políticas socialistas y su decisión de romper su relación con él. "A menos que se ponga freno al virus mental woke, que es fundamentalmente anticiencia, antimérito y antihumano en general, la civilización nunca será multiplanetaria", asegura Musk a Isaacson en su biografía. 

Para Juan Francisco Albert, director del centro de análisis sobre radicalismo reaccionario Al Descubierto, habría una tercera razón: "El círculo con el que se relaciona como, por ejemplo, Peter Thiel". Amigo de Musk desde que ambos fundaron PayPal, este magnate detesta la progresía y fue uno de los primeros empresarios tecnológicos que apoyaron a Trump en 2016. "Otras personas de su alrededor también han hecho este camino. No son una secta, pero casi", explica este experto. 

El importante papel de X en esta galaxia ultra

Es más, la propia compra de Twitter podría estar enmarcada dentro de esta lucha por acabar con el virus woke. Según relata Isaacson, para él "era importante contar con una plaza pública que sea inclusiva". "Toda la compra de la red social fue porque estaba en juego la humanidad, para Musk no era un negocio. Quería hacer que Twitter fuese Parler, aunque ha tenido que rebajar sus expectativas a pesar de que sea y un estercolero", explica Juan Francisco Albert. 

Y así, ahora, puede usar la plataforma para alentar y respaldar a sus aliados ultras, tenerlos contentos al darles popularidad y lograr así beneficios para sus otras empresas. "Hipotéticamente, Musk podría usar X para aumentar artificialmente el impacto o el alcance de los mensajes de un aliado político o para disminuir la influencia del oponente de un aliado político", asegura Kurt Wagner que reconoce que dice "hipotéticamente" porque "no sabemos lo que está o no está haciendo en este momento". "Pero ese tipo de promoción en X sin duda sería un gran beneficio para alguien que se postula para cualquier cargo", apunta este periodista a infoLibre

¿Y qué papel puede jugar X en toda esta estrategia diplomática de Musk? Para Juan Francisco Alberto, tiene "un papel enorme". "Es la plaza pública más importante donde mayor participación tienen tanto los políticos como los periodistas. ¿Qué mejor idea que convertirlo en una fuente para la extrema derecha, donde no haya un control de los bulos y donde se puede radicalizar a la gente?", explica este experto. "Suma dentro de este ecosistema dentro de esta fachosfera", reconoce Miquel Pellicer que recuerda que la red social es una "plataforma potente" donde la polémica vende a pesar de que cada día es "más hostil". 

Milei y el litio argentino

Uno de los más beneficiados por esta estrategia es Javier Milei. "Es el ejemplo más exagerado", confirma Juan Francisco Albert. El presidente argentino ha gozado con el apoyo de Musk desde antes de entrar en la Casa Rosada: tuits de felicitaciones, vídeos con sus discursos y hasta fotos juntos. Pero detrás de esta supuesta amistad se esconde principalmente el litio. Este metal de color blanco plata es el principal componente de las baterías de los coches de Tesla y uno de los recursos más vitales para la empresa. Y Argentina cuenta con una importante cuenca minera que lo coloca como el cuarto país extractor a nivel mundial. 

Así, entre tuits de cariño y cumbres entre ambos, y tal y como detalla The New York Times, Milei impulsó una legislación de extracción de litio más atractiva para los inversores extranjeros con recortes fiscales sustanciales y exenciones de impuestos aduaneros. A cambio, Tesla anunció una inversión de 1.100 millones de dólares para ampliar sus operaciones en el país. Pero la amistad va más allá, y Musk también logró que el presidente argentino redujera las regulaciones a Internet vía satélite lo que permitió la entrada en Argentina de Starlink el pasado marzo. 

Meloni y la búsqueda de la segunda fábrica de Tesla en Europa

La misma jugada con Milei la ha llevado a cabo en Italia con Giorgia Meloni: fotos juntos, reuniones al más alto nivel e incluso tener un papel protagonista en el Atreju, la fiesta de Navidad de Hermanos de Italia en Roma en la que también participó Santiago Abascal. Musk aprovechó su intervención para atacar a la cultura woke, alentar a "tener hijos" para mantener la civilización y a defender un ambientalismo que no reste "esperanzas en el futuro", ya que no hay que olvidarse que su apuesta por el automóvil son los coches eléctricos. 

En el caso de Meloni, detrás de esta amistad, se esconde el interés de la italiana por que el país transalpino sea el elegido para abrir la segunda fábrica de Tesla en Europa. En esta lucha, también juega Francia, España y también la Turquía de Recep Tayyip Erdogan, que se fue hasta Nueva York para rendirle pleitesía a Musk el pasado septiembre y pedirle que instale la fábrica de Tesla en su país ya que ofrece salarios más bajos que el resto de países europeos que está tanteando. 

También Modi, Netanyahu, Bolsonaro y ¿Trump?

También la pata automovilista se esconde detrás de los elogios de Musk hacia Narendra Modi. Poco después de hacerse con Twitter, el multimillonario publicó que India debería ser miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU. Solo dos meses después, India anunció la reducción de aranceles para la importación de coches eléctricos y abrió las puertas a Tesla al país más poblado del planeta. 

En el caso de Israel, los culpables de su amistad con Benjamín Netanyahu —aunque no tan cercana como el resto— serían los satélites Starlink.  En concreto, y al igual que hizo en el inicio de la guerra de Ucrania, ofreció este sistema para que las ONG en Gaza pudieran solventar las interrupciones provocadas por los ataques israelíes. Sin embargo, para usar en la Franja sus satélites, necesita el permiso de Israel. Entre eso y alguna que otra polémica por comentarios antisemitas, Musk se fue hasta Tel-Aviv, se reunió con el primer ministro y juntos se fueron enfundados en chalecos antibalas a visitar el kibutz de Kfar Aza, objetivo del ataque de Hamás del pasado 7 de octubre. 

Ya sin poder está su estrecha relación con Jair Bolsonaro. El expresidente brasileño gozó incluso de su apoyo explícito durante la campaña de relación de 2022 que perdió ante Lula da Silva y cambios a medida en políticas de moderación en Twitter. A cambio, Musk pudo introducir su servicio de internet de Starlink en Brasil y recibió una medalla por ser una "verdadera leyenda de nuestra libertad". 

Pero en esta constelación de líderes nacionalistas y ultras falta una última estrella: Donald Trump. Aunque le devolvió al expresidente su cuenta de Twitter nada más convertirse en el dueño de la red social, Musk desprecia al magnate. O eso se desprende de su biografía. Es más, Isaacson relata que le dijo que no era fan de Trump: "Es perturbador. Es el campeón mundial de decir gilipolleces". Aunque, con sus hijos llegó a, supuestamente, bromear diciéndoles que había comprado la plataforma para que Trump salga elegido en 2024. 

La derechización (también) de X

Y este uso de X para ayudar, ya sea en broma o no, a Trump durante las próximas elecciones presidenciales de EEUU reside gran parte del papel que juega la red social dentro de esta diplomacia desplegada por Musk. En estos dos años que lleva jugando con la plataforma ha hecho que sea significativamente más acogedora y atractiva para los políticos conservadores y ultras. 

Y así lo muestra una nueva encuesta de Pew Research Center a más de 10.200 adultos estadounidenses realizada en marzo de este año y publicada el pasado junio. Así, por ejemplo, los usuarios republicanos de la red social tienen muchas más probabilidades que los demócratas de considerarla "mayoritariamente positiva" para la democracia, un 53% frente a un 26%. 

Además, esta encuesta, también muestra que las opiniones de los usuarios republicanos sobre X han cambiado drásticamente en los últimos tres años ahora que Musk ha dado voz y amplificado a líderes y puntos de vista de tendencia derechista. Así, la proporción que consideran que es "mayoritariamente bueno" para la democracia se ha triplicado, pasando del 17% en 2021, del 43% en 2022, al 53% en la actualidad. 

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¿Se está convirtiendo X en un refugiado para la ultraderecha como Parler, Gap o la red social de Trump? "Ya está sucediendo", admite Kurt Wagner que señala que "la idea de que la plataforma está atendiendo a los usuarios de tendencia derechista al tiempo que aleja a los usuarios de tendencia progresista ya está en marcha". 

Coincide Pellicer: "X ya forma parte de este ecosistema de derecha alternativa. Estamos en un momento de transición en el que el algoritmo de esta nueva forma de X ha roto la lógica, se promueve la polarización y te encuentras con cosas que no quieres ver. Lo que quieren es ir hacia una plataforma al estilo Onlyfans".

Misma opinión comparte Juan Francisco Albert: "Es su idea, pero los cálculos no le han salido del todo bien. Lo que está ocurriendo es que está atrayendo a todo el electorado ultra, pero no ha expulsado al resto y además están huyendo muchos anunciantes".

Elon Musk no es solo X. El dueño de la red social anteriormente conocida como Twitter también es el director ejecutivo de la compañía de coches eléctricos Tesla y de la de cohetes SpaceX. Son las dos empresa que le han impulsado a ser el actual hombre más rico del mundo. Y son también las culpables de que lleve ya décadas tejiendo una extensa red de lobby buscando los máximos réditos posibles para su imperio con exenciones fiscales o con flexibilización de las regulaciones para beneficiar a sus automóviles, a su negocio aeroespacial o a su red de satélites Starlink. 

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