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'Sálvame' se va para quedarse: por qué nos conmueve su final si ninguno lo veíamos

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Dice el presentador Jorge Javier Vázquez que lo que ha sentido con Sálvame es una relación de amor-odio, pero que lo que ha vivido con el programa es algo "inusual". Dice, también, que sus compañeros han "hecho historia" y que tras la confirmación de la cancelación del que hasta este viernes era el buque insignia de Mediaset y Telecinco —y también, incluso, de toda la pequeña pantalla— ha estado "a punto de llorar varias veces al día". Se sinceró así en la revista Lecturas poco después de conocer la noticia de que Sálvame apagaría para siempre las luces de su plató después de 14 años. El presentador no ha querido formar parte del final del programa que definió como "de rojos y maricones" y, de hecho, tampoco de sus últimos días de vida. El 23 de mayo, Mediaset anunció que Jorge Javier Vázquez empezaba una baja "por prescripción médica".

La noticia sorprendió detrás de las cámaras, pero también lo hizo delante de ellas. El 5 de mayo, varios medios de comunicación publicaban que Mediaset fulminaba a la estrella de su programación. Los colaboradores, según aseguró El País, se estaban enterando al mismo tiempo que el resto de España. No dijeron nada porque la información no era oficial, pero el llanto de María Patiño, que ese día ejercía de Jorge Javier Vázquez, y el "tú puedes" de su compañera Carmen Alcayde, fueron la muestra del revuelo y la estupefacción que provocó una decisión que, en parte, se explica por la marcha de Paolo Vasile, consejero delegado de Mediaset España durante 24 años.

Fue al finalizar 2022, el año con el que de esta manera también terminó un modelo televisivo que había cosechado décadas y décadas de éxitos tras éxitos. La fórmula ya la sabían en Italia, y sobre todo la conocía bien Silvio Berlusconi, que es quien puso a Vasile al frente. Como publicó infoLibre, la premisa de esa Mediaset se basaba en la idea de que no hay nada más caro que los Informativos y nada más barato que poner a gente hablando delante de las cámaras. Para ello, empezaron a formar a las figuras de "presentadores estrellas" y a crear programas donde el morbo era el ingrediente principal.

Sálvame responde a la perfección a esta idea, pero el espacio producido por La Fábrica de la Tele ha ido mucho más allá. Ha roto todas las fórmulas televisivas y ha marcado, también, una época y a una generación. Ha hecho, como dice Jorge Javier Vázquez y coinciden los expertos, "historia" de la pequeña pantalla.

Un cambio en el fondo y en la forma

"Sálvame ha cambiado la forma de hacer televisión, sí, indudablemente", opina el director de Bluper, Juanma Fernández, que añade: "También ha cambiado, creo, la forma de hacer política. ¿Cuántas veces se ha dicho eso de que el Congreso se ha salvamizado?", se pregunta. Con esta afirmación hace hincapié en que el icónico programa no sólo ha marcado un hito en el fondo televisivo, sino también en la forma. Sálvame no sólo ha sido "inusual", como dijo Jorge Javier Vázquez, por lo que se veía delante de las cámaras, sino también porque ha enseñado, por primera vez, las entrañas de lo que hay detrás de ellas.

No era extraño que durante la emisión el presentador —o presentadoras, puesto que el espacio también ha estado comandado en no pocos programas por Paz Padilla, María Patiño o Terelu Campos— aludiese directamente al director, se quejase de la velocidad del teleprónter o convirtiese los pasillos de Telecinco en una extensión del plató. "No estábamos acostumbrados a ver esto y sin embargo numerosos programas han copiado eso de enseñar las tripas de un programa, de una redacción, de la televisión", dice Fernández.

Tomando prestado un término teatral, podría afirmarse que Sálvame rompió la cuarta pared que separa al programa del espectador. "Podemos ver a los colaboradores merendar a la misma hora en que lo están haciendo los espectadores, salir del plató para ir al cuarto de baño, discutir y abandonar el programa y, sobre todo, podemos ver la ‘transtienda’ del mismo. Todo es emitible", escribían la doctora de la Universidad Rey Juan Carlos Elena Carrillo Pascual y la profesora de la misma universidad Belén Puebla Martínez en el artículo Pornografía del alma. Estudio de caso: Sálvame.

Hacer eso no es casual. Es, de hecho, una de las fórmulas utilizadas a propósito para convertir al espectador en parte del programa, una de las explicaciones de su éxito, a juicio de Elena Neira, profesora de Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). "Sálvame es un patio de vecinos que se traslada al salón de los espectadores", explica. Es, dice, un programa "de andar por casa". También en el contenido. "En Sálvame no interesa la parte glamurosa que sí tiene presencia por ejemplo en Corazón, corazón, de TVE. En este programa se ve que los famosos también tienen problemas. Discuten, se separan, son infieles...", abunda la profesora. Y se centran en eso. Es, añade, un escarnio.

El antecedente de esto lo encontramos en Tómbola, un programa emitido por algunas televisiones autonómicas que ya experimentó con esta fórmula entre 1997 y 2004. Pero había una diferencia fundamental: en ese plató los cuatro colaboradores fijos eran periodistas. Se trataba de Jesús Mariñas, Karmele Marchante, Lydia Lozano, Ángel Antonio Herrera y Josep Sandoval. Eso, en Sálvame, salvo en casos contados como el de Lozano, no ocurre.

"El periodismo del corazón siempre ha tenido a sus máximos representantes, pero en Sálvame se apuesta por el entretenimiento con cronistas que no son profesionales. Se basa en la idea de que todo el mundo puede opinar", continúa la experta. Una vez más, un programa de "andar por casa".

Colaboradores como protagonistas que alimentan toda la parrilla

Eso lleva a otra cuestión en la que sí que han sido pioneros y que, además, se ha ido acentuando programa a programa. En Sálvame no sólo se desnuda la vida de personajes públicos con algún tipo de interés social, sino que los colaboradores pasan a ser los objetos de ese escarnio. "Los verdaderos protagonistas son los colaboradores. En este caso, no se presentan como meros interlocutores o periodistas que llegan al plató, exponen la información que tienen sobre otros y, al terminar el programa, recogen y se van. Sálvame no es así. Aquí el colaborador 'vende su alma al diablo", escribían las profesoras de la Universidad Rey Juan Carlos.

Anabel Pantoja, sobrina de la tonadillera Isabel Pantoja, fue la diana del magazín las semanas previas a su boda, cuando todavía trabajaba en el programa; el divorcio y la nueva relación de Kiko Matamoros fue juzgada y opinada por todos sus compañeros; las rencillas entre ellos, además, han ocupado horas y horas del programa. "Han hecho un reality de su propio programa", opina María Andrades, autora de un trabajo sobre Sálvame.

Así, han alimentado otros tantos programas de Telecinco. Incluso a revistas del corazón. La portada de Lecturas protagonizada por Jorge Javier Vázquez es sólo un ejemplo. "Han cambiado toda esta prensa, las portadas las protagonizan los colaboradores", dice Fernández.

Las redes y la extensión de la audiencia

Volvamos al escarnio. Si se busca en el diccionario de la RAE, la definición exacta del término es "burla tenaz que se hace con el propósito de afrentar". ¿Quién va a admitir públicamente que pretende eso? ¿Alguien se atrevería a afirmar directamente que le gusta y le entretiene burlarse de las intimidades de los demás? La respuesta claramente es que no. Por eso no son pocas las personas que siempre han negado ser espectadores de los programas del corazón. Ya sea verdad o por puro pudor, los espacios como Sálvame, según lo que afirmaba la gente, tenían más bien poca audiencia. Si miramos los audímetros, en cambio, no es así.

Aunque el programa ha ido poco a poco perdiendo espacio en la programación de la cadena, los últimos datos corroboran que se ha ido por todo lo alto. Del 8 de mayo (el día que oficialmente se anunció el fin) al 16 de junio, el tramo principal de Sálvame, el Naranja (de 17 a 19 horas), ha superado la media de Telecinco a lo largo de estas seis semanas, según publicó Vertele. Sin embargo, el programa estaba acostumbrado a cifras muchísimo más elevadas de espectadores.

¿Por qué? Un estudio publicado por la revista Science en 2011, dirigido por Eric Anderson y llevado a cabo por el Departamento de Psicología de la Universidad de Boston —y recogido por El País, demostró que nuestro cerebro presta más atención a aquellas personas de las que sabemos cosas negativas sobre su vida. Lo que proyectaba Sálvame, en resumen. Aun así, "todos los formatos terminan agotando", explica Neira.

Los datos anteriores a estas últimas semanas, de hecho, lo han demostrado. Sálvame siempre ha tenido mucho más éxito del que ha parecido en el último año. Sobre todo porque ha roto ese tópico de que la prensa del corazón es para mujeres de mediana y de avanzada edad. "La prensa rosa la sigue todo el mundo, hasta las generaciones más jóvenes", asegura Andrades. Según Fernández, esto tiene que ver con un muy buen uso de las redes sociales. "La plantilla ha sabido perfectamente aprovecharse de ellas y crear momentos virales, han estado siempre a la última".

¿Muere una forma de hacer tele?

¿Y ahora, qué? ¿Con Sálvame muere esta forma de hacer televisión? Aquí, los expertos no se ponen de acuerdo. Para Andrades la respuesta es claramente que sí, pero Fernández lo duda. "Cuando terminó Aquí hay tomate —un programa emitido entre 2003 y 2008 y presentado por Jorge Javier Vázquez y Carmen Alcayde— se dijo que el corazón más agresivo había muerto y volvió peor. Aquí hay tomate resucitó en Sálvame", explica. Volverá a pasar. "Acabaremos viendo el mismo programa pero con otro nombre", afirma.

Neira, en cambio, cree que el formato tendrá que reinventarse. "Hacen falta ideas y caras nuevas. Hay un interés preexistente en este tipo de programas pero la cadena necesita demostrar que tiene otras manera de comunicar con la gente e innovar", opina la profesora, que expresa sus dudas sobre si copiar a Sálvame funcionaría. "La crónica rosa gamberra tiene éxito, pero las comparaciones siempre son odiosas", sentencia.

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Este viernes, coincidiendo con el segundo aniversario de la muerte de la icónica periodista Mila Ximénez y con el 70 cumpleaños de Vasile, los colaboradores de Sálvame han quemado todo lo que ha formado parte del programa. En media España, las hogueras de San Juan que se celebraron también este 23 de junio calcinaron las viejas heridas para dar paso a una nueva etapa.

Una nueva etapa que ya tiene información. Poco antes de acabar el último programa se conoció que Netflix ha fichado a los colaboradores de Sálvame para un reality que la plataforma grabará en Estados Unidos y América Latina. Precisamente, ha sido el director del programa, David Valldeperas, el encargado de confirmar el nuevo proyecto, que contará con gran parte del equipo de la productora La Fábrica de la Tele. No estará, en cambio, Jorge Javier Vázquez, que mantiene un contrato con Mediaset hasta 2025.

El espacio aun no tiene nombre definitivo ni número de entregas estipulado, pero contará con los ocho de los colaboradores más famosos del programa: Belén Esteban, Terelu Campos, Kiko Matamoros, Lydia Lozano, Chelo García Cortés, Víctor Sandoval, Kiko Hernández y María Patiño.

Dice el presentador Jorge Javier Vázquez que lo que ha sentido con Sálvame es una relación de amor-odio, pero que lo que ha vivido con el programa es algo "inusual". Dice, también, que sus compañeros han "hecho historia" y que tras la confirmación de la cancelación del que hasta este viernes era el buque insignia de Mediaset y Telecinco —y también, incluso, de toda la pequeña pantalla— ha estado "a punto de llorar varias veces al día". Se sinceró así en la revista Lecturas poco después de conocer la noticia de que Sálvame apagaría para siempre las luces de su plató después de 14 años. El presentador no ha querido formar parte del final del programa que definió como "de rojos y maricones" y, de hecho, tampoco de sus últimos días de vida. El 23 de mayo, Mediaset anunció que Jorge Javier Vázquez empezaba una baja "por prescripción médica".

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