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Cultura

Un “clamor por el cambio” renueva el Ateneo de Madrid tras décadas de crisis

De izq. a dcha., los candidatos del Grupo 1820 a las elecciones del Ateneo de Madrid: Miguel Rellán, José Pablo de Pedro, Isabel Fuentes, Pepita Marín, Pedro López Arriba y Luis Arroyo.

Clara Morales

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Después de celebrar en 2020 su bicentenario, el Ateneo de Madrid cambia de rumbo. Las elecciones del 31 de mayo, en las que se renovaban seis cargos de su Junta de Gobierno, dan la presidencia de la institución al experto en comunicación política Luis Arroyo, columnista de infoLibre. Hace un año y medio, el consultor se ponía a la cabeza del Grupo 1820, una reunión de socios del ateneo, creadores, científicos y políticos organizados para "revitalizar el Ateneo de Madrid". Además del que fuera exdirector de Gabinete en la Secretaría de Estado de Comunicación, en el Ministerio de Vivienda y adjunto en la Vicepresidencia del Gobierno con el PSOE, han logrado su puesto dentro de la Junta el actor Miguel Rellán, la gestora cultural Isabel Fuentes (directora del CaixaForum Madrid), la empresaria Pepita Marín (cofundadora de We Are Knitters y consejera de Prisa), el empresario José Pablo de Pedro (Realtech, Techedge) y el jurista Pedro López Arriba, que había ocupado cargos en la institución en otras ocasiones. La valoración de Arroyo de su victoria es optimista: "Hay un clamor por el cambio en el Ateneo". 

Por más que entre los presidentes de la llamada Docta Casa hayan estado, en estos dos siglos, nombres como los de Valle-Inclán, Unamuno, Fernando de los Ríos o Azaña, no es habitual que las elecciones al Ateneo de Madrid ocupen espacio en los medios. Tampoco es habitual que la cola de votantes obligue a ampliar la hora de cierre de urnas. Ni que de sus 1.900 socios voten 561, una participación muy por encima de la de las últimas décadas (el pasado septiembre, cuando se votaban otros cinco puestos, lo hicieron solo 207 socios). Es porque la campaña política del Grupo 1820 tampoco ha sido la habitual: los impulsores han logrado el apoyo no solo de las personas ya asociadas al Ateneo, sino de figuras como el músico Joan Manuel Serrat, la periodista y escritora Rosa Montero, la cineasta y exministra de Cultura Ángeles González-Sinde, la científica Margarita del Val, la periodista Pepa Bueno o el director editorial de infoLibre, Jesús Maraña, que en el último año han ingresado también en la institución. En las listas abiertas, Luis Arroyo ha obtenido 254 votos frente a los 153 del segundo candidato a presidente más votado, Miguel Pastrana.

"Esta es una institución maravillosa que enamora a todo el mundo que la conoce", defiende Arroyo, "por su tradición (con 200 años de historia), porque dio origen al liberalismo español, en el sentido histórico decimonónico, al librepensamiento, la razón...". El Grupo 1820 ha convencido con una propuesta de "revitalización" basada justamente en el papel del Ateneo a finales del XIX y principios del XX, cuando era un espacio de vanguardia cultural y de influencia en el poder. Pero también son conscientes sus miembros  de la "grave crisis" a la que se enfrentan, que ha reducido el número de socios a menos de un tercio desde los ochenta. "Es una crisis triple: de gestión, con una mediocridad en los actos organizados, una crisis económica muy grave y una crisis de gobernanza muy acusada", señala el nuevo presidente. Pero no está solo el Ateneo, dice, en el declive del interés por este tipo de sociedades decimonónicas (nombra a las reales academias, a los clubes y casinos): "Estas instituciones, si no se actualizan y se adaptan, languidecen". En la actualidad, critica, el Ateneo es "un coto muy reservado y muy poco atractivo".

El que fuera también espacio de tertulia de Emilia Pardo Bazán, decían en su programa, ha quedado “ajeno al devenir real de la vida cultural, social, política y científica del país”. En esa declaración de intenciones, sus impulsores apuntaban a una mejora de la programación cultural, con conciertos, teatro y charlas, la organización de debates sobre asuntos candentes de la actualidad política, la apertura de exposiciones en el monumental edificio de la calle Prado, un mayor control del catálogo de su biblioteca o la apertura ininterrumpida de las salas de estudio. Arroyo se imagina un espacio en el que recalen os intelectuales de referencia a su paso por Madrid, un escenario que entre en los circuitos de jazz o flamenco de la capital y un lugar de aprendizaje en el que el pintor Antonio López, por ejemplo, pueda organizar un taller. "Para que te hagas una idea", dice, "yo me muero por tener a C Tangana conversando con Joaquín Sabina sobre Madrid o sobre filosofía". En el horizonte está también hacer un proyecto atractivo para los jóvenes, ausentes casi por completo del Ateneo. 

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Pero no menos relevante resulta en el programa la situación económica de la institución. El Ateneo acumula 2 millones de euros de pérdidas, 1,5 millones solo en deudas con la Administración. El Grupo 1820 señala en su programa la “excesiva dependencia” de las instituciones públicas (la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento aportan el 30% de sus fondos, lo que le hace especialmente sensible a los recortes) y la “carga excesiva” sobre las cuotas de los socios, que con sus 21 euros mensuales aportan el otro 40%. Hasta ahora, el Ateneo ha cubierto el resto principalmente a través del alquiler de espacios, algo que ha dificultado, en opinión del equipo de Arroyo, ofrecer una programación propia. Esta práctica dejó de hecho, en 2019, una de las imágenes más tristes para la institución en las últimas décadas: Falange alquiló el salón de actos para celebrar un evento en el que se hizo el saludo fascista, se exigió la derogación de la Constitución y se cantó el Cara al sol. La Junta de Gobierno defendió entonces la celebración de este acto apelando al carácter plural de la institución y a la libertad de expresión. "Eso pesó muchísimo", recuerda Luis Arroyo, "porque hay un límite: ¡esos son los que te tomaron el Ateneo desde el año 39!". Pero no cree que aquello lastre a la institución; al contrario, asegura, llamará la atención "el contraste con esos errores". 

El Grupo 1820 apuestan por desarrollar el mecenazgo privado, algo que algunos socios ven con desconfianza, pero que ellos consideran absolutamente necesario. Arroyo lo explica así: "¿Tú qué prefieres, que venga Repsol y te alquile el salón de actos durante cinco días por 6.000 euros, con un acto corporativo en el que los socios no pueden hacer nada, o que te dé 6.000 euros para programar un ciclo de música barroca?". A ello suman el propósito de mejorar las relaciones con las instituciones a las que se adeuda dinero: en 2010, el Ateneo recibió una ayuda de 1,5 millones de euros del Ministerio de Cultura para reparación de sus instalaciones y que luego no fue capaz de justificar satisfactoriamente. También está pendiente el conflicto legal con la concesionaria del bar y el restaurante hoy cerrados, que se declaró en bancarrota. Arroyo confiesa que no conoce al detalle ambos conflictos, que estudiará ahora a fondo, pero confía en la "buena relación" que mantienen tanto con Cultura como con la empresa concesionaria. 

Pese a la clara victoria del Grupo 1820, algunos socios no están contentos. Pedro A. García Bilbao, candidato a vocal segundo por la candidatura Convergencia e Independientes y Conciliadores, escribía el martes en Twitter: "Desde enero del año pasado hemos asistido a una entrada en masa en lo que tiene toda la pinta de una operación diseñada para cambiar la masa social del Ateneo". ¿No tienen los recién elegidos cierto temor a un enfrentamiento interno? "Va a haber oposición", asume Luis Arroyo, "pero es que hemos arrasado, tenemos una legitimidad que ellos no tienen. Y eso que llevamos un año y medio, ellos llevan diez". Uno de los retos a los que se enfrenta el equipo de Arroyo es el cambio en el reglamento: según el vigente, la Junta de Gobierno se renueva parcialmente cada año, generando en la práctica un Gobierno de candidaturas distintas, lo que el Grupo 1820 considera herencia del turnismo y "propio del siglo XIX, pero no del XXI". Ellos proponen algo como una renovación total de la Junta cada tres años. Pero eso, dicen, tendrán que decidirlo los socios. 

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