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Alemania dice sí al matrimonio homosexual, a pesar de Merkel

Varias personas celebran la aprobación de la legalización del matrimonio homosexual en el Parlamento ante la Puerta de Brandemburgo en Berlín

Angela Merkel ¿se dejó engañar por una pregunta inesperada sobre el matrimonio homosexual o se trata de un giro estratégico inesperado y radical, similar al abandono de la energía nuclear o la acogida a refugiados en Alemania? En definitiva, ¿había calculado que la votación de la ley que autoriza el matrimonio entre personas del mismo sexo se decidiría en una semana? Este viernes, el Parlamento alemán adoptaba a una velocidad de vértigo el texto a favor del matrimonio entre personas homosexuales [con el voto favorable de 393 diputados y en contra de 226 parlamentarios, entre ellos el de la propia canciller].

Para el diputado conservador Stefan Kaufmann, cofundador del llamado grupo de los “13 salvajes”, compuesto por diputados de la coalición CDU/CSU y que lucha contra cualquier forma de discriminación homosexual, la verdad se sitúa simple y llanamente entre la tesis del error y la del plan maquiavélico: “Antes del lunes por la tarde, la canciller trató este asunto con un grupo de representantes de la iglesia, pero también con la ejecutiva de la CDU y con su aliado bávaro, la CSU. Por lo que tenía una postura de la que informar”, dice, aunque rechaza que la canciller planificara la inmediata reacción del SPD, que se tradujo en la votación este viernes de un texto de ley, pospuesto en numerosas ocasiones por los conservadores, que autoriza a los homosexuales a casarse.

“Durante el debate público del lunes por la tarde, [Merkel] habría podido abordar la cuestión en varias ocasiones. Desconozco por qué lo hizo después de mi pregunta. En ese momento, estaba contento por que me respondiese de forma más directa de lo que yo hubiese imaginado, pero no medí las consecuencias de sus palabras”, rememora Ulli Köppe, un joven homosexual berlinés que ya forma parte del hall of fame del movimiento LGTB alemán. “Quería conocer a la canciller a la que admiro por muchas cosas. Una amiga me llevó a este debate organizado por la revista femenina Brigitte. Me encontré en la segunda fila y, como poca gente quería hablar, pedí el micro. Me dije que hacía mucho tiempo que no se había pronunciado sobre el derecho a adopción de las parejas homosexuales y me lancé”, cuenta el joven. Angela Merkel le respondió entonces que los “encuentros [mantenidos] con familias homosexuales” habían hecho que su manera de pensar evolucionara, en sentido positivo, con los años. En el futuro, “me gustaría que reflexionemos sobre esta situación, que emana más de la conciencia de una imposición de voto mayoritario”, precisó a propósito del matrimonio homosexual.

Aunque confusa en las formas, la declaración no está exenta de implicaciones. Se trata de la primera vez que la canciller alemana no se opone a una medida que su partido llevaba meses bloqueando. Y también dio a entender que próximamente se debatiría al respecto, probablemente en la próxima legislatura. Por supuesto más allá de sus convicción personales [la canciller votó no a la ley “en conciencia” porque considera el matrimonio como la unión entre personas del mismo sexo, según sus propias palabras], Merkel ha cambiado de parecer por razones puramente tácticas.

Estas últimas semanas, los tres partidos con los que la CDU/CSU puede formar una coalición de gobierno, a saber, el SPD, los Verdes y los liberales (FDP), avisaron de que no alcanzarían ningún acuerdo con quien bloqueara la votación para autorizar el matrimonio homosexual. “El hecho de que todos nuestros posibles socios de coalición hayan impuesto la votación de la ley como condición previa a cualquier alianza es una realidad que no se puede ignorar”, reconoce el diputado CSU Alexander Hoffmann, él mismo contrario a la legalización del matrimonio homosexual. A eso se añade el hecho de que Angela Merkel se deshace, al mismo tiempo, de un asunto molesto para su campaña electoral.

Porque, mientras la muy católica Irlanda ya ha aprobado el derecho al matrimonio homosexual, Alemania seguía impidiéndolo. Hasta este viernes. En 2001, con Gerhard Schröder en el Gobierno, una primera ley permitió a las parejas homosexuales registrarse en “comunidades de vida”, obteniendo con ello casi todos las ventajas del matrimonio, a excepción del derecho a adoptar y a algunas ventajas fiscales. Después, en 2013, el Tribunal Federal Constitucional impuso la igualdad fiscal así como un derecho parcial, muy complejo, a la adopción.

Hace apenas dos semanas, el Bundestag reconocía los perjuicios ocasionados con el título del parágrafo 175 (aprobado en 1871 y derogado en 1994 y que prohibía el matrimonio homosexual) y aprobó una indemnización para casi 40.000 víctimas de condenas. “Pero en el mundo laboral o de cara al fisco, revelar que se figura en “comunidad de vida” supone revelar la homosexualidad y esto puede ser muy problemático. O si la pareja se encuentra en el hospital en el extranjero, no existe derecho ninguno a obtener informaciones si no se está casado”, precisa Axel Hochrein, de la directiva de la Federación de Homosexuales y Lesbianas de Alemania (LSVD), para quien la votación de la ley es también un signo de reconocimiento simbólico enorme.

“El SPD hará todo lo posible para que se celebre la votación lo antes posible”

El cambio de postura de Angela Merkel es importante. Pero lo que la canciller no había previsto era la reacción inmediata de su rival socialdemócrata Martin Schulz. El martes por la mañana, éste explicaba que, dada la nueva postura de la canciller, el SPD iba a “hacer todo lo posible para que se votara el proyecto de ley lo antes posible”. Es decir, este viernes 30 de junio. Hace años que los Verdes, el SPD y Die Linke presentaron el proyecto de ley, sistemáticamente bloqueado por los conservadores.

“En el seno de la coalición conservadora CDU/CSU, las cosas han cambiado”, defiende Stefan Kaufmann. “El grupo de los ‘13 salvajes’ cuenta a día de hoy con casi 50 integrantes, todos miembros del grupo parlamentario. Y tengo muchos compañeros que no tienen nada en contra del derecho al matrimonio homosexual, pero que se preguntan cómo se lo explicarán correctamente a determinada parte de su electorado”, precisa. Sin embargo, su explicación no se sostiene habida cuenta de que, de un sondeo a otro, entre el 66% y el 83% de los alemanes interrogados se declaran partidarios del matrimonio homosexual y que el 55% de los electores del partido de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD), cuyo cabeza de lista Alice Weidel no oculta su homosexualidad, son favorables a la medida.

El miércoles por la mañana, los representantes del SPD, de los Verdes y de Die Linke en el seno de la comisión jurídica del Bundestag daban luz verde a la votación, el viernes por la mañana a las 9, que finalmente ha salido adelante. “Si a los diputados de estos tres partidos le sumamos alrededor de medio centenar de diputados conservadores, alcanzaremos una mayoría cómoda de 370 votos, frente a los 260 sufragios contraria a la ley”, predecía Helmut Metzner, también miembro de la Federación LSVD. Para su colega Axel Hochrein, que nunca había contado con que la votación de la ley se efectuara tan rápidamente, es importante “que este debate termine con una decisión parlamentaria por ser un signo inequívoco para todos los que tienen un problema con esta ley: defender la igualdad de todos ante la ley es un imperativo legislativo recogido en la Constitución. También demuestra que nuestra perseverancia ha permitido construir una mayoría social favorable a este proyecto y no solo en la esfera política”, concluye.

Cuando la campaña electoral está a punto de comenzar, son muchos los que se preguntan quién se atribuirá la paternidad de la votación de la ley, quién sacará mayor rédito electoral de ella, Angela Merkel o Martin Schulz. Para Helmut Metzner, la cosa es secundaria: “Conseguir una mayoría amplia sería ya un mensaje importante en nuestro país donde las extremas derechas se refuerzan”, explicaba antes de la votación. Evidentemente, no hay estadísticas sobre el número de candidatos potenciales, pero el número de “comunidades de vida” registrados entre personas del mismo sexo sí conocido. En 2015, sumaban 43.000: “Sólo sé que muchas parejas homosexuales han preferido esperar a poder casarse de verdad y que el número de candidatos puede ser importante”, augura Axel Hochrein.

Traducción: Mariola Moreno

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