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Begoña Gómez cambia de estrategia en un caso con mil frentes abiertos que se van desinflando

28A | Elecciones generales

Cs: la apuesta arriesgada de imponer un 'cordón sanitario' al PSOE tras retratarse con Vox en Colón

El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, en una "carrera ciudadana" organizada por su partido.

La suerte está echada para los partidos. Las urnas decidirán este domingo el tablero político sobre el que se jugará la partida en los próximos cuatro años de legislatura y Ciudadanos mantiene sus expectativas aparentemente intactas. Los resultados de las últimas elecciones autonómicas en Cataluña y en Andalucía son para la formación naranja el mejor aval. "Las dos últimas encuestas que hemos visto, Cataluña y Andalucía, son muy buenas", observa el líder de la formación, Albert Rivera, en una entrevista concedida al diario El País. Durante el acto de cierre de campaña de este viernes, la formación ha reiterado los ejes sobre los que ha basado su campaña: apelar al voto indeciso para "echar a Pedro Sánchez" del Gobierno y conformar un equipo "constitucionalista" liderado por los suyos.

Lo cierto es que los sondeos le conceden cierto margen de optimismo: en el peor de los casos los asientos a ocupar rondarían los 37 –según una encuesta de Abc– y en el mejor, alcanzarían los 65 diputados –de acuerdo con eldiario.es en marzo–. En cualquiera de los supuestos el resultado mejoraría el obtenido en los pasados comicios de 2016, cuando el equipo de Albert Rivera se hizo con 32 actas. Aquel 26J supuso una merma en el número de papeletas naranjas depositadas en las urnas en comparación con los resultados del 20 de diciembre de 2015, cuando el electorado le había permitido enviar al Congreso a 40 representantes.

Pero fue otro dato revelado por el CIS el que despertó el interés de Ciudadanos: el porcentaje de indecisos. Según el barómetro preelectoral, el 41,6% de los encuestados no habría decidido todavía qué votar, una cifra que según los sondeos más recientes estaría en torno al 26%. La campaña electoral ha sido utilizada por Ciudadanos para ganar la confianza de aquellas personas que admitían dudas de cara a los comicios. Un uso que culminó este viernes con el cierre de campaña y que el jueves cristalizó en la difusión de un anuncio electoral, en el que un ciudadano deja de reconocerse como indeciso después de contemplar por televisión el hipotético anuncio de una reunión entre Pedro Sánchez y Quim Torra.

Precisamente la oposición a los líderes independentistas se ha erigido como uno de los emblemas constantes de la formación naranja. "Si Sánchez está en el Gobierno, Torra tendrá más herramientas para seguir adelante con el independentismo", decía a mediados de abril Inés Arrimadas. El propio Albert Rivera aseguraba, en el primer debate electoral emitido por TVE, que el líder socialista "tiene la palabra indulto en la frente".

Echar a Sánchez y construir un Gobierno "constitucionalista"

Vincular a Sánchez con los líderes independentistas ha sido, en esencia, la estrategia de Ciudadanos a la hora de cargar contra los socialistas. Y el pretexto para negar un posible acuerdo de gobierno con ellos. Ya en febrero, el Comité Ejecutivo de Ciudadanos consolidó su oposición a un pacto postelectoral con Pedro Sánchez. La decisión cerraba una puerta que otros, no obstante, siguen viendo entreabierta. Los precedentes en cuanto al partido naranja –que invistió a Mariano Rajoy pese a haberse negado previamente– y los titubeos por parte de los socialistas hacen de ese posible acuerdo uno de los mayores temores de la oposición. Cs decretó ese cordón sanitario pocas semanas después de que Rivera se retratase en una manifestación en la Plaza de Colón junto a los líderes del PP y de la extrema derecha de Vox.

Con el objetivo de "echar a Sánchez", Rivera no ha vacilado a la hora de tender la mano al presidente del PP. Y lo ha hecho hasta el último momento. En una entrevista con la cadena Cope, emitida este viernes, aseguró detectar que, tras los dos debates electorales, el líder socialista "se está hundiendo" y "está perdiendo varios puntos en las encuestas", por lo que existen a su juicio opciones de "enviar a Sánchez a la oposición" y formar un "Gobierno constitucionalista".

¿Qué papel juega Vox en esa posible alianza conservadora? Albert Rivera no descarta un pacto a la andaluza, aunque mantiene las distancias, precisamente para evitar una nueva foto de Colón que la izquierda ha utilizado en su contra de forma reiterada. Este viernes, de hecho, el líder de Ciudadanos criticó que Pablo Casado sugiriese la incorporación de la ultraderecha en sus planes de gobierno. "Me parece una falta de respeto en este momento, en vez de hablar de ganar, empezar a repartir ministerios, cuando a lo mejor, si algunos se despistan o se desinflan, no ganamos", lanzó.

En esa voluntad de Ciudadanos por desplazar a Pedro Sánchez de Moncloa y entrar por la puerta grande, el partido ha tratado de mantener un tono crítico para hacerse con el liderazgo de la derecha. En su llamada al voto indeciso, los de la formación naranja lanzaron otros dos anuncios electorales: en uno critican a Santiago Abascal y su propuesta de portar armas y en otro cargan contra Adolfo Suárez Illana y sus palabras relativas al aborto. Una forma de posicionarse como opción sensata y alternativa idónea para los indecisos, más allá de las estrategias poselectorales.

En el cierre de campaña en València, Albert Rivera volvió a apelar al voto indeciso. "Que nadie se quede en casa", llamó, "podemos echar a Sánchez y sacarle de la Moncloa, que haya un Gobierno constitucionalista, sin separatistas, sin hipotecas, ni chantajes de aquellos que quieren liquidar España, sin Podemos dirigiendo la economía de este país". Y remataba: "Si os quedáis en casa sigue Sánchez y manda Torra".

El paso por Errenteria

Con el inicio de la campaña electoral, Albert Rivera decidió pasear su mensaje por las calles de Errenteria (Gipuzkoa). Encontró ahí una primera piedra que el candidato supo pulir a su favor. La respuesta de los vecinos se tradujo en una fuerte tensión, precipitada por los abucheos de un nutrido grupo de manifestantes. "Euskadi no es vuestro, es de todos los vascos y todos los españoles", respondía entonces Rivera.

La eurodiputada de UPyD y candidata de Ciudadanos a las elecciones europeas, Maite Pagazaurtundua, iba un paso más allá: "No sois antifascistas, sois matones abertzales", decía. Aquel acto de campaña no finalizaba el domingo, sino que sus efectos cedieron al tiempo. El asunto comenzó a ser objeto de debate en las tertulias y los candidatos de Ciudadanos aprovecharon para denunciar el acontecimiento en los platós de televisión.

Tan sólo tres días después de lo sucedido, el partido denunció ante la Fiscalía injurias, amenazas y odio. La denuncia argumenta que lo ocurrido en Errenteria "no es un hecho aislado de concentración espontánea de personas descontentas con una idea o un partido político, sino que es una clara maniobra organizada del entorno de la izquierda abertzale".

Aquello suscitó una pronta y enérgica condena por parte del PP, que no dudó en cargar contra los manifestantes y en expresar su apoyo a los de Albert Rivera. También el PSOE condenó los hechos a través de redes sociales. "Nuestro rechazo hacia quienes ayer quisieron boicotear un acto de Ciudadanos en Rentería. Todos los partidos tenemos derecho a llevar nuestros mítines de campaña allí donde queramos. Sin coacciones de ningún tipo. Con total libertad", expresaba el partido. Y a la crítica se sumó igualmente Alberto Garzón, líder de IU y candidato de Unidas Podemos por Málaga, quien defendió el "derecho de todo el mundo a expresarse".

La sombra del pucherazo

Ciudadanos dobla sus resultados gracias a la caída del PP

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Pero la carrera de Ciudadanos por el poder se ha visto lastrada a consecuencia de un obstáculo que el partido ha intentado esquivar una y otra vez: el pucherazo en las elecciones primarias de su partido hace ahora casi dos meses. Ocurrió en Castilla y León, donde Silvia Clemente –exdirigente del PP en la comunidad y favorita de Rivera– y Francisco Igea se disputaban la candidatura a la Presidencia. Tras los primeros resultados, que dieron por vencedora a Clemente, los seguidores de su rival percibieron irregularidades en el proceso: había más votos a candidatos que emitidos. Después de la amenaza de acudir a los tribunales, el partido reculó y decidió dejar el proceso en suspenso. Poco después José Manuel Villegas, secretario general del partido, anunció la decisión de anular 82 votos falsos, emitidos telemáticamente y atribuidos a Clemente. Perdía así la medalla de oro en favor de Igea.

Los dirigentes de Ciudadanos enterraron el conflicto dándolo por zanjado, pero sin ofrecer explicación alguna sobre qué había ocurrido. La única medida adoptada por el Comité de Garantías que ha trascendido durante este tiempo fue el envío de una carta amenazadora a los militantes que pidieron explicaciones o cuestionaron las calidades del voto telemático en varias comunidades.

Lejos de desaparecer, la sombra del pucherazo se cierne todavía sobre el partido. El asunto, finalmente, está en manos de la justicia. La Fiscalía de Valladolid investiga lo ocurrido en la comunidad a partir de una denuncia anónima, mientras que otra denuncia fue presentada en Murcia ante la Policía Nacional por un presunto delito de fraude en el proceso electoral interno. Lo mismo en la Comunidad de Madrid, donde el candidato derrotado en las primarias para decidir el cabeza de cartel del partido alega "vulneración de derechos fundamentales". Por el momento, el conflicto parece que perseguirá a Ciudadanos tras la cita de este domingo, independientemente del resultado en las urnas.

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