El blog del Foro Milicia y Democracia quiere ser un blog colectivo donde se planteen los temas de seguridad y defensa desde distintas perspectivas y abrirlos así a la participación y debate de los lectores. Está coordinado por Miguel López.
Ingenieros militares, una situación insostenible
Nunca se había producido en la reciente historia militar de España el hecho de que las leyes que regulan el régimen profesional de los miembros de las Fuerzas Armadas, su carrera militar, no sufrieran modificaciones después de transcurridos más de diez desde su entrada en vigor. Es un hecho insólito. La actual ley de la carrera militar es del año 2007. Si se hubiera seguido la inercia anterior, en el año 2017 hubiera correspondido su revisión o la promulgación de una nueva ley de la carrera militar. La cuestión es que la actual tiene muchos detractores y son legión los que consideran que hay que acometer su reforma y modificación profundas. Yo estoy entre los que apuestan por una nueva que recoja la experiencia acumulada desde la puesta en marcha de la ley vigente y se adelante a las necesidades que la nueva situación geoestratégica mundial requiere.
Esta situación no sólo debe suponer el abordaje de nuevas inversiones en medios técnicos y materiales. Debe suponer la adaptación de la carrera militar a los nuevos requerimientos operativos y, sobre todo, debe adaptar la carrera profesional de los miembros de las Fuerzas Armadas a ese escenario y a los cambios sufridos por el conjunto de la sociedad española y la función pública.
Desde luego las asociaciones profesionales lo han pedido con argumentos y con reiteración. También diversos grupos parlamentarios lo han hecho y han activado iniciativas en esa dirección. Pero no parece que haya “voluntad política” y que, por tanto, sea el Gobierno el que inicie los pasos para ello. En este escenario cobran mayor virtualidad situaciones como las que se derivan del incumplimiento de las previsiones de la Disposición final sexta de la Ley de la carrera que afectan a dos colectivos de manifiesta importancia para las Fuerzas Armadas y para la defensa de España: los Cuerpos de Ingenieros de los Ejércitos y el Cuerpo Militar de Sanidad. La Sanidad Militar es un recurso crítico sobre el que no hace falta pontificar para calibrar su importancia y la necesidad de tener bien cubiertas las plantillas.
Los Cuerpos de Ingenieros de los Ejércitos, que mantienen incompresiblemente dos escalas, están llamados a ser esenciales en el presente y en el futuro, en un entorno operativo en el que lo tecnológico es tan esencial como determinante. En este punto, parece que determinados intereses de escala y una falta de decisión de los Ejércitos y de los órganos competentes en materia de personal del Ministerio de Defensa, está condicionando el cumplimiento del mandato legal recogido en la ya citada Disposición final sexta de la Ley de la carrera militar. Si esto fuera cierto, sería grave, por cuanto supondría que priman intereses personales frente al cumplimiento de un mandato de legislador y de los intereses generales de la defensa.
Pretender que jóvenes españoles, con una formación universitaria exigente, con compromiso por su país, se vean tratados de una manera manifiestamente discriminatoria en materia de ascensos, es, además de injusto y jurídicamente rechazable, una decisión absolutamente equivocada
Pretender que jóvenes españoles, con una formación universitaria exigente, con compromiso por su país, no tengan una carrera profesional común con el resto de los que pertenecen a las escalas de oficiales y que se vean tratados de una manera manifiestamente discriminatoria en materia de ascensos, es, además de injusto y jurídicamente rechazable, una decisión absolutamente equivocada. Las Fuerzas Armadas, los Ejércitos y la Armada dejarán de cubrir plazas de jóvenes oficiales ingenieros porque a nadie puede resultar atractivo ver cómo por el hecho de pertenecer a la artificiosamente mantenida “escala técnica”, ascender a capitán requiera nueve años, cuanto todos los demás oficiales de todos los Cuerpos y Escalas ascienden a los cinco años de haber sido nombrados tenientes. Este último año no ha habido candidatos a ingenieros politécnicos con la titulación de ingenieros de telecomunicaciones. Es decir, las necesidades de los Ejércitos de contar con profesionales con esa formación no se han cubierto.
Si esto es así, no puede perderse un minuto sin que se adopte las medidas necesarias para resolver esta situación. Sin perjuicio de la necesaria reforma de la Ley de la carrera militar, no puede dilatarse la modificación de normas reglamentarias para dar respuesta a la absurda situación que hemos descrito, que discrimina a los miembros de las Escalas técnicas de ingenieros de los Ejércitos y de la Armada. No puede haber oficiales de primera y de segunda. El derecho a la carrera militar debe hacerse efectivo para las mujeres y los hombres que componen esta Escala y ello pasa por no ser discriminados en los ascensos, en los dos tramos de su trayectoria. La demanda de formación especializada y exigente en ingeniería que se va a experimentar en los próximos años, requiere de un reclutamiento inteligente de ingenieros, que no se circunscribe al momento de acceso a la condición de militar. Por el contrario, ha de extenderse a toda la vida profesional y comprender un trato igualitario en todas las fases de la carrera militar, destinos, ascensos, formación, retribuciones, común e idéntico para todos los que integren las escalas de oficiales de las Fuerzas Armadas.
Nunca se había producido en la reciente historia militar de España el hecho de que las leyes que regulan el régimen profesional de los miembros de las Fuerzas Armadas, su carrera militar, no sufrieran modificaciones después de transcurridos más de diez desde su entrada en vigor. Es un hecho insólito. La actual ley de la carrera militar es del año 2007. Si se hubiera seguido la inercia anterior, en el año 2017 hubiera correspondido su revisión o la promulgación de una nueva ley de la carrera militar. La cuestión es que la actual tiene muchos detractores y son legión los que consideran que hay que acometer su reforma y modificación profundas. Yo estoy entre los que apuestan por una nueva que recoja la experiencia acumulada desde la puesta en marcha de la ley vigente y se adelante a las necesidades que la nueva situación geoestratégica mundial requiere.
Esta situación no sólo debe suponer el abordaje de nuevas inversiones en medios técnicos y materiales. Debe suponer la adaptación de la carrera militar a los nuevos requerimientos operativos y, sobre todo, debe adaptar la carrera profesional de los miembros de las Fuerzas Armadas a ese escenario y a los cambios sufridos por el conjunto de la sociedad española y la función pública.