Breve guía del calentamiento global para 'cuñaos'

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Ramiro Feijoo

A estas alturas pocos discuten el calentamiento global. Los cambios están siendo tan bruscos y tan evidentes que se acabaron las dudas: el clima se está caldeando. Sin embargo, sorprende mucho la cantidad de gente que todavía refuta su relación con la actividad humana y, en concreto, con los gases de efecto invernadero. Los podemos encontrar en todo círculo social y en una proporción que, desde luego, no se corresponde con el peso o prestigio que tiene en la ciencia el negacionismo climático, que es cercano a cero. Es llamativo observar cómo entre los científicos y entre las instituciones (casi todas, como sabemos) ya hace tiempo que se despejaron todas las dudas. Y sin embargo en la calle abundan.

Es el momento de aportar nuestro granito de arena. Hagámosle un regalo al planeta: se acercan unas fiestas navideñas en que tendremos seguramente la oportunidad, queramos o no, de discutir con ese cuñado negacionista que, con una copa de más y un esponjamiento de pecho, se proponga llamar la atención negando las causas que todos conocemos. Por eso propongo una sencilla lista de argumentos que nos haga vencer la discusión en toda lid: esta es una breve guía del calentamiento global para cuñaos.

 

  • Para empezar, los cimientos. Seguramente habrá estudiado usted el efecto invernadero en el colegio, pero se lo recordamos. El efecto invernadero no es algo malo, es más: es la razón por la cual puede vivirse en el planeta Tierra. Los rayos entran en la atmósfera en forma de luz a una determinada longitud de onda (aprox. 0,48 micrómetros). Al chocar contra la tierra refractan en una longitud de onda diferente (aprox. 10-15 micrómetros) lo cual, no solamente los convierte en ultravioletas, sino también en susceptibles de ser detenidos en su salida al espacio por ciertos gases como el metano o el anhídrido carbónico. Eso es lo que crea la agradable temperatura de que goza la Tierra. De otra manera estaríamos gélidos como en Marte. A más gases, más complicada es la salida de los rayos infrarrojos y por tanto mayor temperatura. Esta teoría no fue desarrollada para hundir a las petroleras, sino para explicar algo tan bello como la vida en nuestro planeta.
  • Para seguir, vamos a disparar contra la razón que suelen argumentar todos los listillos: no, no disponemos de registros de la temperatura de la tierra desde hace unas decenas de años. Disponemos de evidencias de la temperatura de la Tierra desde hace por lo menos 800.000 años. ¿Cómo? Por medio del análisis del hielo de la Antártida, que además nos proporciona otro dato relacionado que también vamos a necesitar: la proporción de CO2 en la atmósfera. Como resultado de ello, disponemos de un registro pormenorizado y exacto de la evolución de uno y otro desde hace muchos milenios. El dibujo de la evolución de ambos se puede ver aquí:

Fuente: skepticalscience.com.

Como se puede observar, primero, existe una relación evidente entre las oscilaciones del CO2 y las temperaturas y, segundo, nunca jamás en la historia se ha superado una concentración de CO2 de 300 partes por millón, cuandoen estos momentos estamos muy cerca de los 400 partes ppm, en concreto, 380. Quiere esto decir que, aunque todavía no hemos alcanzado las temperaturas máximas de la Tierra, todo indica que lo estamos haciendo de miedo para lograrlo bien prontito.

 

  • En principio no serían necesarias más pruebas. Sin embargo, puede salir de nuevo el "enterao" y decirnos que en la Edad Media las temperaturas también fueron muy altas y que esto, sonreirá sardónicamente, no se debió a la emisión de gases de efecto invernadero. No, efectivamente: se debió a una subida de la radiación solar y a una menor actividad volcánica. La teoría del calentamiento global no asegura que la emisión de CO2 sea la única causa de la temperatura en la Tierra. Como se puede observar en el gráfico anterior, las dos evoluciones no son idénticas. Existen otros factores. Simplemente,se ha probado que hay una relación causal clarísima entre ambas y también que ahora hemos alcanzado las mayores concentraciones de CO2 de la historia. Por ejemplo, sabemos que, entre otras razones que afectan, también se encuentra el metano, originado en parte por los animales domésticos, el cual es otro de los Gases de Efecto Invernadero (GEI). Y en ese también estamos batiendo récords. El gráfico:

Fuente: Center for Energy and Environmental Studies, Boston University.

Habrán oído que otro de los problemas que debemos resolver es la producción y el consumo de carne, me imagino. Pues eso.

 

  • Se oye también a menudo que la teoría que defendemos es sólo una de tantas. Sí, lo que sucede es que el consenso es casi absoluto entre los científicos. Hasta donde yo sé, se han realizado siete estudios sobre las posiciones de los científicos acerca de este menester, y los resultados son bastante indicativos: un estudio llegó a la conclusión de que el 100% de los estudios relevantes apoyaban la causalidad de los gases de efecto invernadero (GEI) en la subida de las temperaturas, cuatro calcularon que lo hacía el 97%, uno creía que el 93% y uno el 91%. A esto se le llama consenso.
  • Alguien puede argumentar que también Galileo se enfrentó contra toda la ciencia de su época, es decir, que tal vez ese 3% pueda ser el que a la postre esté en lo cierto. Pues bien, esto es altamente improbable por no decir imposible. Primero, porque ese 3% ni siquiera está de acuerdo consigo mismo, es decir, se compone de unas cuantas teorías no coherentes, sin relación alguna entre sí (el sol, Júpiter, los ciclos del mar...)
  • Para ahondar en una segunda sub-razón hay que entender cómo funciona la ciencia. Una de sus principales características es la transparencia. Quiere esto decir que cada estudio concreto puede ser contrastado por decenas, cientos o miles de científicos, que comprobarán si la teoría se sostiene metodológicamente. Si no se halla error, se complementará con otros estudios, se ampliará, se ramificará, se diversificará hasta hacerse un árbol completo, bien armado y sustentado, porque todos los elementos, o la mayoría de ellos, se han contrastado y comprobado.

Lo contrario ocurre con las teorías débiles. El juicio de los colegas las desarmará al hallar errores o sesgos. Y por tanto no crecerán, se afianzarán, se ramificarán. A la postre morirán. Es lo que le viene sucediendo a esa suma informe de teorías aisladas, independientes y enfrentadas que niega la vinculación entre GEI y calentamiento.

No, estos no son los tiempos de Galileo. En aquella época los estudios rigurosos y serios apartados de prejuicios o supersticiones se podían contar con los dedos de la mano. Hoy, la comunidad científica en todas sus ramas, por no hablar de la computación y otros soportes de ayuda, aportan un valor de veracidad que no existía en el siglo XVII. Algún gazapo se cuela, por supuesto, pero por poco tiempo.

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  • Para entender esto en detalle, conviene recordar el estudio que realizó el Journal of Theoretical and Applied Climatology sobre las diversas teorías negacionistas. El error más común entre ellas es lo que en inglés se llama cherry picking, literalmente recolección de cerezas, aunque, más ajustadamente al contexto,le llamaremos la falacia de la evidencia incompleta, es decir, la selección de pruebas en un segmento limitado de realidad al tiempo que se ignoran otras evidencias relevantes.

Un ejemplo aportado es el estudio de Humlum et alia, que intentaba probar que los ciclos del sol influyen en el clima. El estudio no estaba mal, el problema era que olvidó el Holoceno y sus datos sólo encajaban en un estrecho periodo de tiempo de 4000 años.

Naturalmente, cuando el consenso entre la comunidad científica es tan abrumador ytodos los países y organismos multilaterales se han lanzado a combatir el problema, aquellos que niegan tanta evidencia serán altamente refractarios a las razones. Entre ellos se encuentran desde los que no creen en la ciencia hasta los amigos de las teorías de la conspiración pasando por aquellos que se sienten francamente incómodos cuando se les cuestiona una parte al menos de nuestra forma de vida.Se dice que para convencer hay que partir de bases comunes consensuadas o de ciertas complicidades fundadas en la empatía. En fin, utilice sus mejores trucos y no desespere si al final el cuñao en cuestión sigue negando la mayor. Ya no le creeremos, porque habremos dejado nuestra buena semillita. Suerte y feliz Navidad.

A estas alturas pocos discuten el calentamiento global. Los cambios están siendo tan bruscos y tan evidentes que se acabaron las dudas: el clima se está caldeando. Sin embargo, sorprende mucho la cantidad de gente que todavía refuta su relación con la actividad humana y, en concreto, con los gases de efecto invernadero. Los podemos encontrar en todo círculo social y en una proporción que, desde luego, no se corresponde con el peso o prestigio que tiene en la ciencia el negacionismo climático, que es cercano a cero. Es llamativo observar cómo entre los científicos y entre las instituciones (casi todas, como sabemos) ya hace tiempo que se despejaron todas las dudas. Y sin embargo en la calle abundan.

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