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220 millones: ayudas a empresas "a la madrileña"

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Uno de los mimbres en los que se ha apoyado el discurso electoral de Díaz Ayuso es el de su supuesto milagro económico y su respaldo explícito a la hostelería. La libertad "para irse de cañas" no es sólo una trampa de las muchas inspiradas en el trumpismo (¡me va a decir a mí ningún gobierno lo que puedo o no puedo hacer!) sino que va siempre acompañada de la presunción de que la economía de Madrid es la que mejor ha afrontado la pandemia y la que más protege a empresarios, autónomos y emprendedores.

Ese mimbre contiene en primer lugar una distorsión cuyas consecuencias humanas son imposibles de comprobar pero sencillas de entender: nunca sabremos el número de contagiados, hospitalizados o fallecidos que podría haberse evitado con unas restricciones más duras en Madrid. Lo que sí sabemos es que otras comunidades (y países) que se han tomado en serio las recomendaciones científicas, y por tanto han limitado más la actividad comercial en espacios cerrados, también han procurado ayudar a los sectores más afectados. ¿Qué ha hecho Ayuso? La respuesta es comprobable: Madrid es la única comunidad que no ha impulsado ayudas directas a la hostelería en ninguna de las olas de la pandemia (ver aquí). ¿Acaso la muy liberal Ayuso no es partidaria de esas ayudas directas y defiende que cada cual saque adelante su negocio como pueda? Así era hasta que ha llegado la campaña electoral, y entonces sí: ha anunciado un plan de 220 millones de euros para aquellas pequeñas empresas cuya facturación se haya recortado más de un 30% (ver aquí).

Como venimos insistiendo en esta serie numérica sobre la gestión de Ayuso y sus socios en Madrid, conviene relacionar unas cifras con otras para no dejarse cegar por la propaganda de un dato aislado. Ayuso no engaña cuando dice que Madrid es la comunidad más rica de España, o la que tiene mejores cifras de deuda o de déficit. Motivos aún más fundados para exigir una gestión política que reduzca la mayor brecha de desigualdad del Estado y proteja a quienes más sufren la precariedad. "Vivir a la madrileña" no debería consistir en contemplar las ventajas de un club de privilegiados mientras se entretiene al resto con unas cañas. Hoy por hoy, es más fácil encontrarse en Madrid con tu expareja que con una medida que evite las colas del hambre.

Uno de los mimbres en los que se ha apoyado el discurso electoral de Díaz Ayuso es el de su supuesto milagro económico y su respaldo explícito a la hostelería. La libertad "para irse de cañas" no es sólo una trampa de las muchas inspiradas en el trumpismo (¡me va a decir a mí ningún gobierno lo que puedo o no puedo hacer!) sino que va siempre acompañada de la presunción de que la economía de Madrid es la que mejor ha afrontado la pandemia y la que más protege a empresarios, autónomos y emprendedores.

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