Bravo por Beatriz Luengo

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“Me como una, me como tresPero ninguna me lo hace como esTú eres testigoTu naciste pa´chingar conmigo”

La perlita que acaban de leer es la letra de una de las canciones de reguetón que más suenan ahora mismo y que más consumen adolescentes y no tan adolescentes. La cantan Rauw Alejandro y Lenny Tavárez, para mí, lo admito, completos desconocidos. La canción se llama Elegí, toda una declaración de intenciones, desde luego. Ellos eligen y tú aceptas la decisión según la letra. La canción sigue así:

“Yo no te elegí, mi cama fue quien bregó ahí (quien bregó ahí)Tú llegaste aquí, no te escogí, yo te cogí (oh)Yo no te elegí, mi cama fue quien bregó ahí (quien bregó ahí)Tú llegaste aquí, no te escogí, yo te cogí (Ra-Rauw)”

Una joyita la letra. El problema es que esta canción no es una excepción en este estilo musical. La gran mayoría de las canciones que inundan ahora mismo las listas de lo más escuchado basan sus ritmos y sus letras en esto, en el sexo y en la cosificación de la mujer. La historia es casi siempre la misma: él se fija en ella, ella no lo elige, la elige él, hay “perreo”, eso no puede faltar, y el papel de la chica “cazada” es de mero objeto. Ella simplemente se deja hacer: no decide, no puede, no ama por elección libre.

Cada vez que suena una de estas canciones en el coche, la escena es siempre la misma: desde la parte de atrás nos piden que subamos el volumen y a mí y a mi marido se nos ponen los pelos de punta cuando te paras a seguir la letra de la joya musical que suena en ese momento. Mi marido casi siempre acaba con la misma sentencia, “esto no es música, tienes que escuchar a Queen, por ejemplo” y desde atrás, protestan porque creen que no estamos nada puestos en lo que está ahora mismo de moda. Pero el problema ya no es de gustos musicales, el problema es de qué aprenden los adolescentes sobre cómo se ama y cómo se quiere. Y las canciones son también una de las vías por las que, a esa edad, van educándose en cómo tiene que ser una relación de pareja, van aprendiendo a establecer sus propios códigos, sus propios límites, su personalidad, qué es normal aceptar o no, qué es acoso.

Lean cómo continúa la canción de marras:

“Perdona que esté llamando, es que estoy borrachoQué tal si nos encontramos, yo te propongoEl mejor polvo de tu vida, ya vi en tu captionQue estás solita y puede que pase”

Nuestro pan de cada día

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Vamos, traducido: me da igual que estés durmiendo, lo que me apetece es echar un polvo, sé exactamente que a ti te apetece lo mismo, no te lo he preguntado, pero lo sé, y no hace falta que sea un gran amante en la cama, yo soy el hombre de tu vida. Hala. Con un par.

Beatriz Luengo, actriz, cantante y compositora, harta supongo también de escuchar una y otra vez la misma historia en las letras de sus compañeros (porque sí, todas las canta siempre un tipo) ha decidido hacer su propia versión del último éxito de este estilo, Hawai, de Maluma. La historia que cuenta Maluma es la de un tipo que cree que su novia, que le dejó, actúa y vive sólo pensando en él y todo lo que cuelga en las redes es para darle celos. Luengo ha hecho la misma versión de la canción, contando la misma historia, pero desde la versión de la chica. Dice que le salió así porque estaba asustada con las cifras de ciberacoso, cansada de que la mujer no fuera sujeto de su propia historia. Y lo más importante: porque cree que a las chicas hay que repetirles, muchas veces, que son libres para hacer o decir lo que quieran, para amar a quien quieran y que no son propiedad de ningún hombre.

Aplaudo la iniciativa de Luengo, me parece tan necesaria... Pero lo que más aplaudo es la repercusión que su tema ha tenido: lleva ya nueve millones de reproducciones y eso es lo mejor. Significa que su mensaje llega y que muchas chicas no se conforman con lo que suena por ahí.

“Me como una, me como tresPero ninguna me lo hace como esTú eres testigoTu naciste pa´chingar conmigo”

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