Investigadores encuentran altas concentraciones de 'contaminantes eternos' en decenas de vinos europeos

Los conocidos como contaminantes eternos, famosos por encontrarse en prácticamente cada rincón del planeta, acaban de ser descubiertos también en el interior de las botellas de vino de toda Europa. El interés creciente por estas sustancias químicas dañinas para la salud ha llevado a un grupo de investigadores a buscarlas en decenas de botellas compradas en todo el continente, y los resultados arrojan concentraciones de compuestos orgánicos fluorados (PFAS) muy por encima de lo recomendado, incluso 100 veces superiores a las que ya encontraron en el agua de los ríos. También han encontrado PFAS en dos marcas de vino españolas, y creen que podrán estar en muchas más, probablemente en todas.
Los PFAS son sustancias químicas muy resistentes que se utilizan para fabricar desde envases de alimentos a sartenes antiadherentes, pasando por champús o textiles. Los enlaces de flúor y carbón que forman los PFAS convierten a objetos o sustancias cotidianas en antideslizantes, ignífugas o casi irrompibles, pero una vez liberados al medioambiente tardan siglos en descomponerse, contaminando ríos, cultivos y hogares. Cada vez se detectan más PFAS en fertilizantes, y eso ha provocado que lleguen al vino, el agua y los alimentos. Y entren en el organismo.
El estudio publicado este martes por la Red Europea de Acción contra los Pesticidas (PAN Europe) ha encontrado una concentración media de 122 microgramos de TFA —Ácido trifluoroacético, un tipo de PFAS— por litro (µg/L) de vino analizado en una decena de países de la Unión Europea, con un máximo de 320 µg/L en un test en Austria. Los autores explican que estas cifras excepcionalmente altas, teniendo en cuenta que un estudio similar que publicaron el año pasado, que analizaba el TFA en agua potable de grifo, arrojó una media de 0,74 µg/L en Europa.
"Estos resultados se alinean con estudios previos en agricultura y alimentos elaborados por la Unión Europea. Si se toman los datos en conjunto, la evidencia es clara: la contaminación de TFA en la comida es real y está creciendo", se lee en el estudio liderado por Helmut Burtscher-Schaden, químico ambiental especializado en el impacto de los pesticidas en la salud.
El problema es que no hay umbrales de consumo seguro de estos compuestos, y por ahora tampoco hay límites máximos en la Unión Europea para los TFA, de manera que legalmente este hallazgo tiene poco recorrido. Además de detectar altas concentraciones en el vino, casi todas las muestras han dado positivo, lo que demuestra que la contaminación por estos químicos es insalvable, incluso en vinos orgánicos de una cosecha libre de pesticidas.
La normativa europea y española por ahora solo limita la concentración máxima de cuatro tipos de PFAS en el agua corriente, no en alimentos y bebidas. En todo caso, entre ellos no se incluye el control de los TFA. A partir de enero de 2026 la lista se ampliará a 20 sustancias, aunque tampoco entrarán en la lista los TFA, y la concentración en agua de estos químicos no podrá superar los 0,10 microgramos por litro.
Tjerk Dalhuisen, portavoz de PAN Europe, explica a infoLibre que hacer un seguimiento de la contaminación por estas sustancias eternas es muy compleja porque hay tal cantidad de PFAS en el medioambiente que incluso un cultivo que no reciba pesticidas puede estar expuesto a ellos. Pueden llegar a través de la lluvia que riega el campo y que se ha contaminado de gases fluorados que hay en el aire, o a través del agua contaminada del subsuelo.
"Es probable que los viticultores no estén informados por los productores de que utilizan plaguicidas PFAS porque no figuran en la etiqueta de los pesticidas. Esperemos que este informe cambie la situación", comenta Dalhuisen. Un consejo que da es evitar cualquier fungida o herbicida que contenga flúor en su composición, como el Iblon de Bayer o el Revysol de BASF, que apenas llevan cinco años en el mercado.
El principal interés de analizar los vinos es que los investigadores han podido comparar la cantidad de PFAS que tenían las botellas en función de la edad de la cosecha, y así valorar cómo ha cambiado la presencia de estos químicos en los viñedos europeos. Por una parte, han estudiado diez botellas que datan desde 1974 hasta 2015, y a estos se suman otras 39 botellas que van desde 2021 hasta 2024.
En este último grupo, las concentraciones de TFA van desde los 20 µg/L hasta los 320 µg/L, con una media de concentración de 122 µg/L. Entre los 10 países estudiados, Luxemburgo, Italia, Grecia y España aparecen con las tasas más bajas de PFAS, aunque en estos países apenas se han analizado entre una y tres marcas de vino. "Los dos vinos españoles de la prueba están por debajo de la media, con 73 y 89 µg/L, pero aun así los niveles son preocupantes. Y si analizáramos más vinos, la situación podría cambiar", dice Tjerk Dalhuisen.
Las botellas producidas antes de 2020 tienen concentraciones muy inferiores, siempre por debajo de 50 µg/L, e incluso las anteriores a 1985 no tienen restos, puesto que hasta los años 90 no se empezaron a introducir los compuestos fluorados en la agricultura.
El impacto en la salud de los PFAS está muy poco estudiado porque hay más de 4.000 tipos de sustancias de este tipo, y cada una puede tener un impacto diferente, además del daño combinado que ejercen cuando se combinan. No obstante, hay evidencias de que su exposición a largo plazo produce alteraciones del sistema inmunitario, cambios de peso, reduce la fertilidad y puede provocar diferentes tipos de cáncer, según la Agencia Europea de Medioambiente.
Koldo Hernández, coordinador del área de Tóxicos de Ecologistas en Acción, ha participado en el estudio de PAN Europe analizando algunas de las muestras de vinos europeos y no se sorprende de haber encontrado en ellas resto de estos agentes tóxicos. "El año pasado estudiamos las aguas superficiales, subterráneas y de grifo en Santurde de Rioja (La Rioja), y las tres muestras dieron positivas en PFAS. Si los encontramos en un pueblo de 200 habitantes sin industria ni agricultura intensiva, es evidente que iban a estar en estos viñedos", afirma.
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Además del TFA han encontrado en las muestras tomadas 18 sustancias activas diferentes de pesticidas en los vinos estudiados y un metabolito. También han analizado cinco vinos orgánicos, cuatro de Austria y uno de Francia, y cuatro de ellos estaban libres de residuos pesticidas.
La mala noticia es que ni Koldo Hernández ni la organización europea van a revelar los nombres de las 37 marcas de vino analizadas por miedo a represalias de las bodegas. "Hace un par de años una activista francesa fue a juicio por revelar simplemente la denominación de origen de un vino contaminado, y fue condenada a pagar 250.000 euros", contesta el experto de Ecologistas.