Jornada de 4 días

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En el futuro laboral de los próximos años hay dos grandes desafíos que vamos a tener que afrontar: los que ya llevamos unos años trabajando, los que ya estamos metidos de lleno, sabemos que nuestra vida laboral sí o sí se va a tener que alargar, que la edad de jubilación se va a estirar más aún si queremos mantener el equilibrio del sistema y, al mismo tiempo, vamos a tener que repensar cómo queremos establecer ese marco laboral para que las nuevas generaciones, ésas que no se definen necesariamente por su trabajo, sino por otros parámetros, (su ocio, su tiempo libre, su gestión del tiempo) se sientan más implicados en desarrollar una carrera profesional dentro de las empresas. La rotación en estas franjas de edad es cada vez mayor. Ellos no viven para su trabajo, no se realizan a través de él como nos podía pasar a nosotros, que soñábamos con incorporarnos al mercado laboral para “ser médicos”, “ser periodistas”, “ser arquitectos”, “ser albañiles”, ser aquello para lo que estábamos estudiando. Ellos no lo viven así. No es su aspiración y eso está generando muchísimos problemas a las empresas que intentan retener todo ese talento junior.

Bien. Desde luego una de las opciones que se va a tener que estudiar y, seguramente antes o después veremos que se empieza a implementar, será la jornada de 4 días. Trabajar menos días sin que nuestro sueldo se vea mermado. Muchos defienden que, basándose en varios estudios, eso alinea más al trabajador con los objetivos de la empresa, le hace estar mucho más involucrado, mucho más motivado y aumenta por tanto la productividad. Es bueno para el trabajador y es bueno para los objetivos empresariales. Ésa es la teoría, pero muchos se resisten a ponerla en práctica. Eso implicaría, según en qué sectores, aumentar plantilla, ampliar horarios, duplicar turnos… Eso quizás solucionaría parte de los dos problemas que he apuntado antes: alargar la vida laboral de los que ya estamos en el mercado se aceptaría con menos reticencia si se aumenta el tiempo libre. Y lo mismo ocurriría con esas generaciones que no acaban de entender ni aceptar que hay que vivir para trabajar y no trabajar para vivir. Pero desde el punto de vista del empleador, del empresario, las cuentas no salen.

Nosotras sabemos que el tiempo que tenemos no es necesariamente nuestro, no empleamos el posesivo en primera persona, sino que el tiempo que tenemos libre es de todos, de nuestros hijos que pueden tenernos para ellos y de aquellos que nos necesitan

Esta semana se han presentado los resultados de la prueba piloto que se hizo en Valencia para implementar esa soñada jornada de 4 días. Vaya por delante que en esta prueba hay ciertos elementos que, seguramente, alteran los resultados. Se aprovechó que el calendario juntó cuatro semanas seguidas con los lunes festivos. Eso implicaba que, durante un mes, los fines de semana se alargaban a 3 días. Y eso genera un escenario no exactamente real al que sería tener en las empresas y negocios la jornada de 4 días. En ese escenario los ambulatorios, por ejemplo, no estarían cerrados. Tampoco los comercios. Y eso no obligaría a que, si yo tengo un problema de salud, por ejemplo, acuda a urgencias de un hospital. Y pongo este ejemplo porque en ese estudio, dos de las conclusiones a las que se llegó es que, con 3 días libres los servicios de urgencias se colapsaron y los comercios vendieron menos.

Dicho esto, en la parte que a todos nos interesa ¿fue o no positivo? Los datos dicen que disminuyó el estrés, la contaminación, la gente tuvo más tiempo para su ocio y se aumentó el tiempo que se pasaba con los menores, aquellos que tenían hijos. Son ellos, los menores, los niños, los más beneficiados de esta prueba piloto.

Y como todo en la vida, esto tiene un pero y tiene una diferencia según el género. Ellos admiten que dedicaron más tiempo de su ocio a hacer deporte. Es decir, con menos trabajo pudieron dedicarse más tiempo a ellos, mientras que, en cambio, ellas admiten que dedicaron más tiempo de su ocio a los cuidados de familiares, y aquí entran menores o personas mayores o dependientes. Seguramente sea la foto más real de lo que pasa siempre: nosotras sabemos que el tiempo que tenemos no es necesariamente nuestro, no empleamos el posesivo en primera persona, sino que el tiempo que tenemos libre es de todos, de nuestros hijos que pueden tenernos para ellos y de aquellos que nos necesitan.

Al margen de esto, sinceramente creo que la jornada de 4 días tiene que estudiarse como una solución a muchos de esos desafíos que se nos plantean a medio y largo plazo. Hay mil factores que van a cambiar el contexto en el que nos movemos, la Inteligencia Artificial lo alterará seguro, para bien y para mal, y, si somos nosotros más astutos que ella, debería ser para bien. Así que veamos cómo conjugamos, por un lado, tener que trabajar más años y, por otro, saber retener a todos esos jóvenes que están preparados, que tienen talento pero que no entienden cómo distribuimos el tiempo de trabajo y el tiempo para vivir. Desde luego, si no lo hacemos nosotros ahora, serán ellos quienes decidan cambiar las reglas de juego cuando les toque llegar a puestos de mando. 

En el futuro laboral de los próximos años hay dos grandes desafíos que vamos a tener que afrontar: los que ya llevamos unos años trabajando, los que ya estamos metidos de lleno, sabemos que nuestra vida laboral sí o sí se va a tener que alargar, que la edad de jubilación se va a estirar más aún si queremos mantener el equilibrio del sistema y, al mismo tiempo, vamos a tener que repensar cómo queremos establecer ese marco laboral para que las nuevas generaciones, ésas que no se definen necesariamente por su trabajo, sino por otros parámetros, (su ocio, su tiempo libre, su gestión del tiempo) se sientan más implicados en desarrollar una carrera profesional dentro de las empresas. La rotación en estas franjas de edad es cada vez mayor. Ellos no viven para su trabajo, no se realizan a través de él como nos podía pasar a nosotros, que soñábamos con incorporarnos al mercado laboral para “ser médicos”, “ser periodistas”, “ser arquitectos”, “ser albañiles”, ser aquello para lo que estábamos estudiando. Ellos no lo viven así. No es su aspiración y eso está generando muchísimos problemas a las empresas que intentan retener todo ese talento junior.

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