Siempre adelante. A la memoria de Fermín Bouza

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Antón R. Castromil

Conocí el profesor Fermín Bouza en el año 2000 cuando me incorporé como doctorando al Departamento de Sociología VI de la Complutense. De alguna manera, la llegada a Madrid desde la más cómoda Salamanca me resultó algo más fácil y familiar gracias a él.

Sabía de la procedencia de Fermín por su ilustre apellido. Su padre, Fermín Bouza-Brey, fue uno de los más grandes galeguistas. Gracias a su minucioso trabajo etnográfico la comarca de la que provengo –o Val do Salnés y la Ría de Arousa– es hoy una de las zonas de Galicia de las que conocemos mejor su pasado megalítico.

Fermín Bouza hijo, por lo tanto, no podía tener mejor carta de presentación. Puedo decir, con el paso de los años, que Fermín hizo de Madrid un lugar algo más habitable para mí.

Comencé a trabajar con él y quedé fascinado. Fermín era una de esas personas a las que no te cansas de oír hablar durante horas. Con esa fina retranca galaica y esa mirada melancólica con lluvia dentro. Innumerables fueron nuestras sobremesas en la Facultad de Ciencias de la Información junto al también profesor Juan Jesús González. Vaya tres. Ahora lo sé, fueron los años más felices de mi trayectoria académica.

Humilde y sencillo, por sus palabras transitaba parte de la historia viva de este país: la persecución franquista y su huida a Madrid, los recuerdos de su padre en la Rúa do Vilar de Compostela, las militancias maoístas de juventud y sus diferentes escisiones, el PSOE de Felipe González y Joaquín Almunia.

Pero más importante que todo ello: Fermín me enseñó a amar las cosas imprescindibles de la vida, como el Albariño y la lamprea. La risa con los amigos, las verdinas con calamares. A levantarme de la mesa cuando se presenta la injusticia, a ser intolerante con el sufrimiento humano. A vivir la Universidad como servicio público, a respetar la investigación científica y el compañerismo.

Pero, sobre todo, Fermín me enseñó una de las lecciones más importantes de la vida y que resume muy bien su filosofía vital. Ahora lo veo claro. Me enseñó “a no quedarme inmóvil / al borde del camino” como diría Benedetti y a seguir siempre “palante”, pase lo que pase.

Maestro, qué difícil va a ser seguir adelante sin ti.

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[El sociólogo y escritor gallego Fermín Bouza Álvarez falleció el 29 de octubre, a los 70 años de edad, en Madrid. Era autor del blog El voto con botas, que se publicaba en infoLibre].

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Antón R. Castromil

es profesor contratado y coordinador del Máster en Estudios Avanzados en Comunicación Política

en la Universidad Complutense de Madrid

Conocí el profesor Fermín Bouza en el año 2000 cuando me incorporé como doctorando al Departamento de Sociología VI de la Complutense. De alguna manera, la llegada a Madrid desde la más cómoda Salamanca me resultó algo más fácil y familiar gracias a él.

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