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Ana

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Ana, alcaldesa sin igual, tú sí que sabes lo que necesitan tus ciudadanos. Que lo estábamos pidiendo a gritos, que no podíamos vivir sin ella, que nos faltaba algo imprescindible en la ciudad –y no hablo del mar–, que no éramos del todo felices, que nos mirábamos los unos a los otros perdidos, desconcertados, insatisfechos...¡Que no teníamos calle de Margaret Thatcher, oh my God! Y tú, que estás en todo, nos la vas a poner. Gracias, Ana. Thank you so much.

Soy muy fan de ti desde siempre, pero ahora mucho más. Brillante idea la de dedicar una calle a Margaret., ¿fue tuya o de alguno de los 213 asesores que te atribuyen?, esa mujer tan ligada a Madrid por... por...por... porque sí, porque lo estaba y no hay más que hablar. ¿Quién mejor que ella para dar nombre a alguna de las calles de la ciudad donde tienen lugar la mayoría de las protestas de éste, nuestro convulso país? Con la cantidad de manis que vivió en sus propias carnes, in her own skin...

Y claro, como no podía ser de otro modo, has elegido a Margaret como inspiradora del primer post de tu blog. ¡Que te nos has hecho bloguera, Ana! Nos esperan grandes alegrías con tus entradas plagadas de tus salidas ocurrentes. Y te has estrenado con Thatcher porque te gusta, porque la admiras, porque representa todo lo que tú quisieras ser, una Dama de Hierro. Para tu satisfacción te diré que estás en ello, no creas, hay que estar hecha de un metal a prueba de golpes para irse a un spa en Portugal en los días que siguieron al suceso del Madrid Arena y no fundirse al calor de la sauna. Y allí, entre burbujas y vapores, no dejar de pensar ni un minuto en lo que había sucedido y en todos nosotros, Ana, que tú no descansas ni bajo el agua.

Leo en tu post que nos remites a la web de la Fundación Thatcher para acceder a los discursos de la ex primera ministra y así poder disfrutar de su –reconocida hasta por sus detractores– capacidad para la oratoria y la dialéctica. Y, claro, no puedo evitar imaginarte imitando su estilo inconfundible frente al mirror –lo que viene siendo el espejo– al más puro estilo My Fair Lady: “The rain in Spain stays mainly in the plain” y tratando de traducir a su temperamento aquel memorable y frutícola momento tuyo acerca de la suma de peras y manzanas –“pears and apples, never!” habría dicho ella con contundencia– para dejar boquiabiertos a tus compañeros y oponentes en los plenos municipales. Big fan.

Ahora ya estoy nerviosita perdida pensando en qué lugar pondrás la calle, si en un barrio deprimido, como el norte de Inglaterra, o tal vez en la milla de oro de la capital que tiene un rollito más Bond street de London. Si, junto a alguna peluquería de renombre, como homenaje al celo con que Margaret cuidaba su peinado o, tal vez, haciendo esquina con la calle Chile, una buena zona para tan augusta lideresa. Da igual, lo que decidas con tu mayoría absoluta estará bien decidido, porque como dijo Thatcher: “No me importa lo mucho que hablen mis ministros, siempre que hagan lo que yo les digo”.

Ah y a los que te vengan con el cuento de que eres alcaldesa, no porque te eligieran los ciudadanos sino porque a Alberto Ruiz-Gallardón lo nombraron ministro y corrió el turno, ni caso, que la gente es muy quisquillosa, ya sabes. Y si se ponen cansinos, les contestas lo que afirmaba Margaret “No tuve suerte, me lo merecía” y End of story!

Ana, alcaldesa sin igual, tú sí que sabes lo que necesitan tus ciudadanos. Que lo estábamos pidiendo a gritos, que no podíamos vivir sin ella, que nos faltaba algo imprescindible en la ciudad –y no hablo del mar–, que no éramos del todo felices, que nos mirábamos los unos a los otros perdidos, desconcertados, insatisfechos...¡Que no teníamos calle de Margaret Thatcher, oh my God! Y tú, que estás en todo, nos la vas a poner. Gracias, Ana. Thank you so much.

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