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La banalización del antisemitismo

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Grupo BDS País Valencià

Este artículo es una respuesta a la tribuna que Isaac Querub publicó en el diario 'El País' el pasado 23 de agosto. Fue enviado a la redacción de ese diario dos días después, el 25 de agosto. Por medio de su director de opinión, José Ignacio Torreblanca, 'El País' nos trasladó su negativa a publicar la respuesta y nos propuso publicar una carta al director, alegando que ese formato se ajustaba mejor al contenido de nuestro texto. Debido a la imposibilidad de contestar a Querub en un espacio tan corto, rechazamos la propuesta y ofrecimos reducir el artículo a 740 palabras, límite que el propio diario marca en sus normas para escribir una tribuna corta. 'El País' reiteró su negativa a publicar el artículo, incluso reducido, aduciendo esta vez problemas de “programación y espacio”.Habida cuenta de las graves afirmaciones que Querub escribe sobre nosotros, acusándonos incluso de “odio antisemita”, consideramos una falta de ética periodística que 'El País' nos haya negado la posibilidad de contestar en igualdad de condiciones. Sólo podemos pensar que las auténticas motivaciones de 'El País' están más relacionadas con su línea editorial sobre Israel que con la extensión de nuestro artículo.Agradecemos a la redacción de tribunamarca en sus normas

infoLibre que nos dé la oportunidad de contestar al artículo de Querub. Gracias a ellos, nuestra respuesta no queda completamente silenciada por la maquinaria de los medios corporativos. __________

Leímos sin ninguna sorpresa el artículo que Isaac Querub nos dedicó el sábado 23 de agosto en una tribuna de este diario [El País], a propósito de la polémica alrededor de la actuación del cantante estadounidense Matisyahu en el festival Rototom del año pasado.

No sorprende el contenido, porque la tesis de Querub se limita a repetir el mantra que ya han esgrimido otros tratando de criminalizar al movimiento BDS: el activismo contra el colonialismo y el apartheid israelíes, si es lo suficientemente eficaz para asustar a quienes lo sostienen o lo apoyan, cae irremediablemente en el antisemitismo, una forma tan execrable de racismo como cualquier otra.

Tampoco sorprende el tono maximalista en alguien que, como Querub, no tuvo ningún reparo en calificar de “defensiva” la brutal acción que el ejército israelí lanzó en el verano de 2014 contra la población civil palestina de Gaza. O que definió como “defensores de Hamas” a todos los que se manifestaron contra una acción que incluyó el bombardeo deliberado de hospitales, escuelas y refugios para civiles, que costó la vida a más de 2100 palestinos, de los cuales más de 500 eran niños, y que el propio Richard Falk, relator especial de la ONU para los Derechos Humanos calificó como “violación masiva del derecho humanitario internacional”.

En su artículo, Querub se pierde en argumentos falaces, confusos en el mejor de los casos, para llegar a la conclusión de que Matisyahu fue criticado por su condición de judío.

Una de las razones de nuestra crítica a la inclusión de Matisyahu en el Rototom fue su participación en una gala de recaudación de fondos para el ejército israelí. Querub nos acusa de atribuirle la condición de integrante del ejército. Nada más absurdo. Simplemente, no consideramos ético que alguien que pone su música al servicio de un ejército que ataca indiscriminadamente a civiles actúe en un festival que tiene como bandera la paz y los Derechos Humanos.

Más adelante, Querub usa nuestra crítica al apoyo de Matisyahu a Yossi Dagan, un prominente líder político colono en los Territorios Ocupados Palestinos, para concluir que desde el BDS País Valencià consideramos asesinos a todos los colonos.

Dejando a un lado lo absurdo del razonamiento, Querub parece afirmar con esta conclusión que el apoyo de Matisyahu a la colonización israelí solo sería discutible si todos los colonos fuesen asesinos. Resulta triste, en pleno siglo XXI, tener que recordar a quien nos acusa de racismo que la colonización en sí misma es una de las peores formas de racismo que existen. Expropiar a los palestinos sus tierras, expulsarlos de ellas por la fuerza y derribar sus casas para construir colonias étnicamente puras, libres de palestinos. Eso es racismo.

Yossi Dagan, por cierto, no es nombrado por Querub en su artículo. Debe resultarle embarazoso desvelar el apoyo de Matisyahu a un líder político supremacista que exige al gobierno israelí, con bastante éxito, medidas tan racistas como la prohibición de que los palestinos puedan circular por las mismas carreteras o en los mismos medios de transporte que los judíos. Tampoco menciona Querub las declaraciones de Matisyahu justificando el asesinato a manos del ejército israelí de 10 activistas civiles en la flotilla que trató de llevar ayuda humanitaria a Gaza en 2010.

La identidad étnica, nacional o religiosa de Matisyahu es totalmente irrelevante. Hemos participado en iniciativas similares para que cantantes de múltiples identidades no normalizasen la imagen del apartheid israelí.

Querub haría bien, antes de acusarnos de racismo, en recordar los tres únicos objetivos del BDS, un movimiento pacífico inspirado en el boicot que contribuyó a la caída del régimen de apartheid en Sudáfrica:

  1. Cumplimiento de la resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU (retirada de Israel de los Territorios Ocupados Palestinos)
  2. Cumplimiento de la resolución 194 de la Asamblea General de la ONU (reconocimiento del derecho al retorno de los refugiados palestinos)
  3. El fin de la discriminación que sufren los palestinos que aún viven en Israel. 

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Quien no acepte la justicia de esos objetivos, basados en el cumplimiento del Derecho Internacional y en los Derechos Humanos más básicos, debería preguntarse en conciencia qué hace acusando de racismo a quienes los reivindican.

Cada vez más asociaciones civiles judías en todo el mundo, hartas de ser instrumentalizadas en beneficio de la política de ocupación, colonización y apartheid que practica Israel, respaldan al movimiento BDS. Valgan como ejemplo Jewish Voices for Peace (JVP), Union Juive Française pour la Paix (UJFP), International Jewish Anti-Zionist Network (IJAN) o los supervivientes del Holocausto que en 2014 hicieron público un comunicado de apoyo al BDS.

El uso indiscriminado de la palabra “antisemita” contra todos aquellos que nos oponemos activamente al apartheid israelí no contribuye en nada a la lucha contra el antisemitismo real; por el contrario, lo banaliza. El Sr. Querub, mejor que muchos, debería ser consciente del peligro que esconde esa banalización.

Este artículo es una respuesta a la tribuna que Isaac Querub publicó en el diario 'El País' el pasado 23 de agosto. Fue enviado a la redacción de ese diario dos días después, el 25 de agosto. Por medio de su director de opinión, José Ignacio Torreblanca, 'El País' nos trasladó su negativa a publicar la respuesta y nos propuso publicar una carta al director, alegando que ese formato se ajustaba mejor al contenido de nuestro texto. Debido a la imposibilidad de contestar a Querub en un espacio tan corto, rechazamos la propuesta y ofrecimos reducir el artículo a 740 palabras, límite que el propio diario marca en sus normas para escribir una tribuna corta. 'El País' reiteró su negativa a publicar el artículo, incluso reducido, aduciendo esta vez problemas de “programación y espacio”.Habida cuenta de las graves afirmaciones que Querub escribe sobre nosotros, acusándonos incluso de “odio antisemita”, consideramos una falta de ética periodística que 'El País' nos haya negado la posibilidad de contestar en igualdad de condiciones. Sólo podemos pensar que las auténticas motivaciones de 'El País' están más relacionadas con su línea editorial sobre Israel que con la extensión de nuestro artículo.Agradecemos a la redacción de tribunamarca en sus normas

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