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Foro mundial (y nacional) de la hipocresía

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Este miércoles 24 de enero interviene por primera vez ante el Foro Económico Mundial un jefe de Estado español. Felipe VI acude a la montaña mágica de Davosmontaña mágica (Suiza), donde se reúne desde hace 48 años el 1% que representa a las élites económicas, financieras y políticas para debatir sobre lo que le conviene o no al 99% restante. El contenido del cónclave, la composición de la comitiva española y los informes técnicos conocidos al calor de esta exclusiva y excluyente cita la convierten en un gigantesco ejercicio de hipocresía. Año tras año los flamantes invitados lanzan preguntas cuyas respuestas conocen perfectamente, tanto ellos como los escuchantes, pero cuya ejecución no les interesa ni a unos ni a otros, porque limitaría de forma considerable sus poderes y sus fortunas.

Me explico:

 

  • El Gobierno habrá escrito para el rey un discurso en el que este ejerza de “embajador de la Marca España”, portavoz de la buena nueva de la “recuperación económica y del empleo” y del “éxito de la internacionalización de la economía española, con un crecimiento sostenido de sus exportaciones”. No faltará la defensa del “importante papel de España en Europa” ni alguna alusión a la necesidad de combatir las desigualdades, una obviedad siempre muy aplaudida en un foro caracterizado por el ejercicio del filantrocapitalismo, como lo bautizaba Andy Robinson en un ensayo imprescindible: Un reportero en la montaña mágica. Cómo la élite económica de Davos hundió el mundo (Ariel, 2013).

 

  • Si el jefe del Estado se inspirase más allá de los papeles enviados por Moncloa o Exteriores, podría hojear el riguroso informe de Oxfam Intermón conocido este lunes, y en el que se concluye que “la recuperación ha favorecido cuatro veces más a los más ricos que a los más pobres”; o que España alcanzó en 2016 (segundo año consecutivo de crecimiento económico) el récord de personas en situación de pobreza; o que nuestro país encabeza el ránking de la UE en crecimiento de la desigualdad desde 2007. Le dirán que eso se debe a las altísimas cotas alcanzadas por el paro. Sin embargo, ese mismo informe, como ya habían denunciado los técnicos de Hacienda, denuncia que el 47% de los asalariados españoles cobra menos de mil euros al mes, de modo que más de ocho millones de trabajadores (no parados) se encuentran en la pobreza. Pinche aquí y comprobará que las mujeres y los jóvenes se llevan la peor parte de ese sistema de precariedad absoluta provocado por las reformas laborales y las políticas austericidas que están desmantelando además ese Estado del bienestar que distinguía al capitalismo europeo del norteamericano y que en España se venía implantando de forma (todavía) incipiente.

 

  • Por si algún asesor real o gubernamental desprecia el rigor del informe de Oxfam por provenir de una ONG (aun siendo realizado por técnicos de prestigio y citando fuentes oficiales contrastables), también podría Felipe VI consultar el documento publicado este mismo lunes por el propio Foro Económico Mundial en Davos, que sitúa a España en la cola en inclusión social. Según el Informe sobre Crecimiento y Desarrollo Inclusivo, nuestro país ocupa la posición 26 entre 29 economías avanzadas a la hora de traducir sus políticas económicas en reducción de la desigualdad. España es la única gran economía que en los últimos cinco años retrocede en lugar de avanzar en cohesión social. Dicho de otra forma, aumenta la distancia entre ricos y pobres cada vez más.

 

  • El enunciado sobre el que versan este año los debates de Davos reza: “Crear un futuro compartido en un mundo fracturado”. Tan candoroso lema sobrevuela otras Mesas más concretas sobre sostenibilidad, competitividad, cooperación internacional, medio ambiente o sistemas fiscales. No hace falta tener un master en Harvard para intuir que “un futuro compartido” solo puede lograrse reduciendo la desigualdad en lugar de incentivarla, o que “un mundo fracturado” solo puede “coserse” desde la solidaridad internacional, intergeneracional e interclasista. Por quedarnos más cerca, si el crecimiento se basa en el precariado, en la multiplicación de los trabajadores pobres, en la negación de horizontes de progreso a los más jóvenes… ¿cómo pueden tener las élites de Davos la desfachatez de advertir sobre el riesgo que supone la aparición de “los populismos” en Occidente?

 

  • Como ocurre cada año desde hace 48, los ilustres ponentes y privilegiados oyentes debatirán sobre fiscalidad. Y cabe preguntarse, sin ser jefe del Estado sino como simple contribuyente mínimamente informado: ¿Qué tal si empezaran por cumplir sus obligaciones en lugar de proteger sus privilegios? ¿Les suena esto a demagogia? Pinchen aquí y comprueben los datos que mi compañera Begoña P. Ramírez acaba de publicar en infoLibre: las transferencias desde España a paraísos fiscales se han disparado un 34% desde 2012. Y ello pese a ir estrechándose paulatinamente la lista de paraísos fiscales. La Comisión de Prevención del Blanqueo de Capitales abrió en 2016 sólo 14 expedientes sancionadores, de los que ocho corresponden a entidades financieras.

 

  • La comitiva que representa a España en Davos es un retrato casi fotográfico del establishmentcomitiva que representa a Españaestablishment. Además del rey, participan banqueros como Ana Patricia Botín (Santander) y Francisco González (BBVA); empresarios del Ibex como Rafael del Pino (Ferrovial) o Ignacio Sánchez Galán (Iberdrola), a quienes habría que recordar lo que pagan por impuesto de sociedades la mayoría de las grandes compañías (pinchen aquí); o ilustres ejecutivos, como Dimas Gimeno, presidente de El Corte Inglés (pinchen aquí y asómbrense), o Juan Luis Cebrián, presidente de El País (pinchen aquí y recuerden cómo se hundió Prisa); hasta el mismísimo Javier López Madrid, imputado por corrupción, compiyogui de los reyes condenado por las tarjetas black y omnipresente en diversos latrocinios de dinero público, que acude en representación del Grupo Villar Mir. Ya no puede sorprender que la representación vaya encabezada por Luis de Guindos, ministro de Economía y experto en el crack financiero como ex ejecutivo de Leman Brothers para la península ibérica. ¿Cómo no va a aparecer España también en el puesto 104 de 137, y cayendo, cuando el propio Foro de Davos mide el índice de confianza en los políticos?

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La tentación de las élites podría ser la de dedicar otros 48 años a mirarse el ombligo y a celebrar lo solidarias que son (a cambio, por ejemplo, de estimulantes desgravaciones fiscales, como explica Robinson en el citado ensayo cargado de datos). Pero es muy dudoso que tengan ese margen (en el caso de que en medio siglo no se haya derretido parte de la montaña mágica por culpa del cambio climático).

Las respuestas razonables a la desigualdad, a la incertidumbre política o a la inestabilidad global que tanto parece preocuparles figuran en cualquier informe no contaminado por los intereses del más rancio neoliberalismo o por la voracidad de un capitalismo puramente especulativo. Pasan por garantizar un trabajo y unos salarios dignos, que permitan a su vez aportaciones suficientes para el sostenimiento de las pensiones futuras. Pasan por un sistema fiscal justo y progresivo, que ponga fin a esa ingeniería legal utilizada por las grandes corporaciones para eludir al máximo el pago de impuestos y que reduzca esa extendida picaresca que sitúa el fraude en España en el doble de la media europea. Pasan por dar la vuelta a esa curva que sigue cargando el mayor peso de la fiscalidad sobre los asalariados y no sobre el capital. Pasan por una transparencia real en las prácticas empresariales y en la gestión del primero al último euro de recursos públicos…

El 82% de la riqueza generada en todo el mundo en 2017 fue a parar a manos del 1% más rico, mientras el 50% de la población mundial obtuvo el 0% de esa riqueza. Cualquier solución de "futuro compartido" pasa por que las élites que hoy se sientan en Davos asuman que tal nivel de desigualdad es insostenible.

Este miércoles 24 de enero interviene por primera vez ante el Foro Económico Mundial un jefe de Estado español. Felipe VI acude a la montaña mágica de Davosmontaña mágica (Suiza), donde se reúne desde hace 48 años el 1% que representa a las élites económicas, financieras y políticas para debatir sobre lo que le conviene o no al 99% restante. El contenido del cónclave, la composición de la comitiva española y los informes técnicos conocidos al calor de esta exclusiva y excluyente cita la convierten en un gigantesco ejercicio de hipocresía. Año tras año los flamantes invitados lanzan preguntas cuyas respuestas conocen perfectamente, tanto ellos como los escuchantes, pero cuya ejecución no les interesa ni a unos ni a otros, porque limitaría de forma considerable sus poderes y sus fortunas.

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