Mazón, Feijóo, Felipe… la desvergüenza "en tiempo real"

La lectura de los mil folios conocidos estos días del sumario que instruye la jueza Nuria Ruiz Tobarra, magistrada de Catarroja que investiga la gestión de la catástrofe de la dana, te deja el corazón helado. Es una vacuna contra teorías conspiranoicas y contra mentes partidistas y sectarias (ver aquí). Datos, datos, datos. Hechos, hechos, hechos. Documentos, uno, dos, tres… Testimonios, uno, y otro, y otro… "Un infierno real de destrucción, muerte y finalmente oscuridad" que ahogó la vida de Josechu, Antonia, Hang, Martín… y así hasta 227 víctimas mortales –tres aún hoy desaparecidas–. ¿Cuántas vidas pudieron salvarse si la alerta a los móviles de todos los valencianos se hubiera lanzado unas horas antes? "Los daños materiales de la dana eran inevitables, pero las muertes no". Al menos muchas de ellas, no. Algún día, una sentencia dictará si el 29 de octubre hubo en la gestión del diluvio en Valencia "actuación negligente" con resultado de "homicidios por imprudencia grave". Y quién o quiénes cometieron esos presuntos delitos.

Hay que tener un rostro de hormigón armado y un corazón de hielo para seguir aferrado al poder y a la mentira como sigue este individuo, Carlos Mazón, todavía a esta hora presidente de la Generalitat Valenciana. Lleva cuatro meses cambiando de versión sobre lo que él hizo y no hizo durante esas horas en las que estuvo completamente desaparecido de sus responsabilidades (ver aquí). Miente más de lo que habla y viene hablando mucho. Ese reservado de El Ventorro le perseguirá toda su vida, si le queda un gramo de conciencia. Pero la ciudadanía valenciana, más aún las familias de las víctimas, no merecen seguir asistiendo a este ejercicio continuado de desvergüenza. La última y ¿definitiva? explicación que Mazón traslada a la jueza (que llegó al CECOPI más tarde de lo que sostienen otras autoridades presentes y de lo que él mismo dijo anteriormente) sólo es posible como ejercicio (funambulista) del derecho de defensa ante una futura y más que probable imputación. Haga lo que crea oportuno ante los tribunales, pero no ensucie más la dignidad de la política y váyase.

O Feijóo sabía y sabe más de lo que dice sobre los luctuosos sucesos, o se pasó un rato largo también por El Ventorro, o simplemente se inventó conversaciones "en tiempo real"

Otros deberían haberle empujado a irse hace mucho tiempo y no lo han hecho. Por eso desde el minuto uno el caso Mazón es el caso Feijóo. El 29 de octubre, día del desastre, era martes. La mañana del 31 de octubre, jueves, el líder del PP se trasladó a Valencia y afirmó ante las cámaras y en presencia del propio Mazón: "El presidente de la Generalitat desde el pasado lunes me ha venido informando en tiempo real…" (ver aquí).  ¿De qué? ¿Qué le venía contando Mazón desde antes incluso del aviso de la AEMET (que se produjo el martes a primera hora? Hemos reclamado a Feijóo respuestas a estas y otras preguntas sobre esas declaraciones suyas desde pocos días después de producirse. En todos los foros escritos y audiovisuales posibles. Silencio. O Feijóo sabía y sabe más de lo que dice sobre los luctuosos sucesos o se pasó un rato largo también por El Ventorro, o simplemente se inventó conversaciones "en tiempo real" que, por otra parte, no aparecen en el registro oficial de llamadas realizadas o recibidas por Mazón, según el sumario.

"Lo cierto y verdad" (como suele decir Feijóo) es que la dirección nacional del PP se dedicó desde el primer minuto posterior a la dana a desplegar todo tipo de maniobras de distracción que protegieran a Mazón: el mando debía tomarlo el Gobierno central; la AEMET no dio los avisos que dio; la Confederación Hidrográfica del Júcar no informó cuando debía; la culpa de la imprevisión era de Teresa Ribera (Feijóo viajó a Bruselas para intentar a base de acusaciones falsas que el PP europeo boicoteara el nombramiento de la ministra española como número dos de la Comisión Europea)… Todo este rosario de bulos por supuesto amplificado durante horas y horas de televisión, radio e internet y kilómetros de papel impreso desde las tropecientas cabeceras que la derecha controla, las mismas que hoy se preguntan por qué Feijóo no deja caer o provoca la caída de Mazón. Si se trata de medir la solvencia política, entre los dos no hacen uno. Y esto lo saben ya en unos cuantos territorios gobernados por el PP, por mucho que ahora Feijóo pretenda encabezar una rebelión verdaderamente curiosa: "¡No queremos que nos quiten deuda, de ninguna manera!" 

En un auto anterior, la magistrada de Catarroja ya estableció que, sin lugar a dudas, "la competencia en materia de protección civil es autonómica". Punto. Todas las maniobras políticas y mediáticas que han pretendido eximir a Mazón y a su equipo de la responsabilidad clave en la gestión de la dana quedan en evidencia. Por eso, resulta también un notable ejercicio de desvergüenza política que el expresidente Felipe González acuda a un acto en Valencia, en presencia del ínclito Mazón, y se permita lanzar la soflama de que la dana es "un fracaso de la política en general" (ver aquí). Sin distinguir a quienes cumplieron su obligación de servicio público y quienes llevan desde el mismo 29 de octubre mintiendo descaradamente sobre su gestión. Y, eso sí, procede un debate también profundo sobre todo lo que conviene hacer para prevenir la próxima dana. Que llegará, seguro. Con o (esperemos) sin un Mazón (unidad de medida de la incompetencia).

P.D. Resulta verdaderamente chusco que nos veamos obligados a atender las miserias de un Mazón o las insolvencias de un Feijóo cuando en España, Europa y el mundo se está jugando una partida geopolítica y moral que marcará nuestras vidas y las de futuras generaciones. Debemos esforzarnos (lo escribo en primera persona con intención y compromiso) mucho más para entender estos tiempos convulsos, con tantas similitudes respecto a los nefastos años treinta del pasado siglo, pero marcados por una aceleración de los acontecimientos y una velocidad de la acción política que dificultan mucho el análisis sosegado de la realidad. Y con una revolución tecnológica y de la comunicación que complica la distinción entre la verdad y la mentira y que multiplica los riesgos derivados de la "banalidad del mal" (Hannah Arendt).

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