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¿Autor intelectual? Bin Laden, para empezar

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No sé muy bien qué quiere decir eso de “autor intelectual” de tal o cual acción terrorista. Si se refiere al ideólogo que inspira a sus autores materiales, a los tipos que disparan o colocan las bombas, no tengo la menor duda de que Osama Bin Laden fue el “autor intelectual” de los atentados del 11-M en Madrid. No sólo porque el saudí era entonces el máximo referente mundial del yihadismo, sino porque, en un mensaje difundido en el otoño de 2003, señaló explícitamente a España entre los objetivos del yihadismo a causa de su participación en la guerra de Irak.

Diez años después, me sigue sorprendiendo el ninguneo que los autores de la delirante teoría de la conspiración del 11-M hacen de un documento tan explícito como aquel mensaje de Bin Laden a sus seguidores en todo el mundo a través de Al-Jazeera. Desde Waziristán, Pakistán o donde estuviera en aquel momento, el saudí situó a España en la lista de sus enemigos junto a Estados Unidos, Reino Unido e Israel. Y lo que decía Bin Laden en persona no era moco de pavo para aquellos que le seguían directa o indirectamente.

Aquel mensaje de Bin Laden confirmó a los yihadistas presentes en España que se levantaba la veda, que este país ya no sólo era base, refugio o conexión, sino, además, territorio y población a castigar.

Si por “autor intelectual” se entiende a la persona en concreto que decidió la fecha, el lugar y el modus operandi de los atentados, los suicidios de Leganés impidieron ponerle un nombre incontestable. No obstante, las investigaciones de diferentes policías y servicios de inteligencia, reflejadas en los trabajos de Fernando Reinares, permiten acercarse con bastante exactitud a los “cerebros” del espanto.

Lo que, desde luego, no cabe esperar es que aparezca un acta con fecha, firma y sello en la que determinado yihadista, proclamándose jefe operativo de tal o cual comando, célula o grupúsculo, dé su Hágase al 11-M. Así no funcionan estas cosas.

Diez años después, lo mejor que puede decirse de aquellos atentados es que sus víctimas han demostrado desde entonces una dignidad admirable tanto frente a la barbarie yihadista como frente al maltrato del que han sido objeto por parte de la derecha política y mediática española. Pilar Manjón merece un monumento.

También puede decirse en positivo que la mayoría del pueblo español, tal vez por estar más acostumbrado al sufrimiento, tuvo una reacción mucho más serena que el norteamericano tras el 11-S. Aquí no hubo pogromos contra musulmanes, ni se aprobaron leyes de emergencia restringiendo derechos y libertades, ni se emprendieron campañas bélicas contra países árabes y musulmanes.

Del 11-M sabemos bastantes cosas.

1.- Aquellos atentados fueron organizados y perpetrados por yihadistas residentes en España y con conexiones con correligionarios en el extranjero. Esos yihadistas se habían convertido en seguidores del pensamiento y la obra de Bin Laden. Al Qaeda, recuérdese, no actúa como un partido leninista, con una organización y jerarquía claramente definidas, sino como una nebulosa, una red de redes, una difusa alianza de células, grupos y movimientos.

2.- Los yihadistas consiguieron los explosivos en el propio territorio español, comprando una dinamita robada en una mina asturiana. Los atentados tuvieron un bajo coste económico y los terroristas los financiaron con sus propios medios (incluida la venta de hachís). Así de claro. Ni en montañas lejanas ni en desiertos remotos, en efecto. Aquí mismo, ante la distraída mirada de los servicios de seguridad.

3.- Es estúpido decir que aquellos atentados eran imprevisibles. El autor de estas líneas publicó en enero de 2002, antes incluso del conflicto del islote de Perejil y de la participación española en la guerra de Irak, un libro titulado España en el punto de mira. La amenaza del integrismo islámico (Temas de Hoy). En su contraportada podía leerse: “España no está a salvo del terrorismo islámico. Todo lo contrario. Las atroces imágenes del 11 de septiembre podrían repetirse en cualquier ciudad española”.

¿De dónde sacaba el autor esta idea? De un trabajo periodístico que había revelado estos elementos: 1.- La creciente radicalización de algunos islamistas residentes en España ante la que consideraban actitud proamericana, proisraelí e islamófoba del Gobierno de Aznar. 2.- Las investigaciones emprendidas por el juez Garzón que probaban la existencia de núcleos yihadistas en España vinculados a Al Qaeda, incluyendo las visitas aquí efectuadas por Mohamed Atta, el líder operativo del 11-S. 3.- Las informaciones de fuentes policiales y de servicios de información españoles y su queja de que el Gobierno, en vez de reforzar los recursos humanos y materiales destinados a la prevención del terrorismo yihadista, los estaba reduciendo. Por no haber, no había ni confidentes que hablaran árabe y pudieran poner la oreja donde había que ponerla.

4.- Células yihadistas (Mustafa Setmarian y Abu Dahdah) ya conspiraban desde y contra España incluso antes de la guerra de Irak. La absurda participación española en esta calamitosa aventura fue, sin duda, el catalizador del 11-M, pero antes, insisto, el yihadismo ya intentaba enraizarse en España y contra España. Los blancos españoles en los atentados yihadistas de Casablanca de 2003 lo confirmaron.

5.- Una catarata de errores garrafales previos por parte de los servicios secretos, las fuerzas de seguridad del Estado y las autoridades políticas de la época facilitó la acción de los terroristas. Esos errores se debieron en gran medida a la obsesión del Gobierno de Aznar por la lucha contra ETA. Esa misma obsesión le llevó a atribuir los atentados desde el primer momento al grupo vasco.

6.- Pese a sus fallos de prevención, la Policía española tuvo una reacción ejemplar tras los atentados del 11-M y en pocos días descubrió lo esencial de su trama y detuvo (o acorraló en Leganés) a los principales implicados.

7.- Que los terroristas no se suicidaran en los atentados no prueba que no fueran yihadistas. El suicidio es para esa gente el último recurso, su bomba atómica, pero si cabe la posibilidad de matar sin morir, la prefiere, obviamente. En cambio, cuando se vieron acorralados en Leganés, optaron por inmolarse.

8.- Ni las esperpénticas "investigaciones" de El Mundo ni el juicio celebrado en Madrid permitieron establecer la más mínima conexión entre los terroristas del 11-M y ETA. El ácido bórico, la casete de la Orquesta Mondragón y las “confesiones” de Trashorras quedarán para siempre en la historia de la infamia periodística nacional.

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9.- El PP pudo haber ganado las elecciones del 14-M si, en la misma mañana del 11-M, en vez de intentar engañar a tirios y troyanos, hubiera comparecido para decir la verdad: este país, que ya sufría el azote del terrorismo etarra, tenía que enfrentarse a otro nuevo, el yihadista. Se hubiera producido con bastante probabilidad el fenómeno de agrupamiento en torno al poder ejecutivo que suele seguir a estas barbaridades. El que mintiera se ha convertido en un ejemplo de manual en todo el mundo de cómo no comportarse en una situación semejante. ¿Tal era su ofuscación con ETA? ¿Tenía sentimientos de culpabilidad por haber implicado a España en la guerra de Irak en contra de la opinión mayoritaria?

10.- España no está hoy a salvo del terrorismo yihadista, aunque su peligrosidad es manifiestamente inferior a la de hace una década. El primer Gobierno de Zapatero actuó con lucidez al retirar las tropas de Irak y adoptar en paralelo una batería de eficaces medidas policiales, judiciales, políticas y diplomáticas contra el yihadismo. Pero los yihadistas, aunque debilitados urbi et orbi en relación a comienzos de los años 2000, siguen teniendo a este país en el punto de mira.

Seguidores de Bin Laden cometieron los atentados del 11-M, como cometieron el 11-S en Nueva York, el 7-J en Londres y otras salvajadas. Negarles la capacidad de actuar en solitario es un disparate colosal. La teoría de la conspiración seguirá teniendo, no obstante, partidarios en España. En muchas partes hay gente que cree que Elvis vive, la CIA mató a Marilyn Monroe, lady Di fue asesinada por la reina Isabel II y los extraterrestres gobiernan el mundo.

No sé muy bien qué quiere decir eso de “autor intelectual” de tal o cual acción terrorista. Si se refiere al ideólogo que inspira a sus autores materiales, a los tipos que disparan o colocan las bombas, no tengo la menor duda de que Osama Bin Laden fue el “autor intelectual” de los atentados del 11-M en Madrid. No sólo porque el saudí era entonces el máximo referente mundial del yihadismo, sino porque, en un mensaje difundido en el otoño de 2003, señaló explícitamente a España entre los objetivos del yihadismo a causa de su participación en la guerra de Irak.

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