¿Voy a votar este domingo, 28 de mayo? Sí, voy a hacerlo. Aunque sea escéptico sobre las posibilidades de cambiar las cosas tan solo desde las instituciones políticas. Aunque vea a nuestras izquierdas demasiado acomodadas a lo oficial y eche en falta más combatividad en la calle y más trabajo en lo social, cultural e ideológico. Y aunque crea que el partido del 28M, como todos los electorales, se libra de antemano en situación de desigualdad: unos saltan al césped dopados y con el árbitro a favor.
¿A quién voy a votar? No tendría inconveniente en decirlo si lo tuviera claro. Estoy censado en Madrid y aquí votaré, pero aún no sé a quién. Sé contra quién votaré y por qué lo haré. Votaré contra la chulería de Ayuso y a favor de la salvación urgente de la sanidad pública madrileña. Votaré contra la insoportable levedad del alcalde Almeida y a favor de un Madrid más limpio, más verde y más culto.
Pero me decepciona y desanima la división de las izquierdas en tres candidaturas con posibilidades: PSOE, Más Madrid y Podemos-IU. Y muy en particular, me asquea el odio manifiesto que se profesan las dos últimas. ¿Tan imposible les ha resultado llegar a un acuerdo ante una cita tan importante como la del 28M? ¿Augura esto que volverán a estar divididos en las elecciones generales del próximo invierno?
Ojalá me equivoque, pero me preparo para lo peor en Madrid. Que Ayuso consiga mayoría absoluta porque una determinada candidatura progresista no ha llegado al 5%
Los progresistas no vamos así a ninguna parte. Bastante difícil resulta remar contra la abrumadora marea mediática que empuja a favor de las derechas, como para desperdiciar votos y perder escaños con una pluralidad meramente egolátrica de candidaturas. Así ni se suma ni se puede.
Ojalá me equivoque, pero me preparo para lo peor en Madrid. Que Ayuso consiga mayoría absoluta porque una determinada candidatura progresista no ha llegado al 5%. Que Almeida, más fácil de derrotar, la logre con los de Vox por algo semejante. ¿Quién fue el gilipollas que, en el espacio a la izquierda del PSOE, dijo que la ley D´Hondt beneficia a las corrientes políticas que acuden divididas a las elecciones? ¿De qué planeta remoto procede?
Por lo demás, tengo la impresión de que, a escala nacional, el PP va a decepcionar a sus patrocinadores económicos y mediáticos. Feijóo no va a borrar de una tacada lo que él llama el sanchismo, como llevan meses y meses augurando los habituales predicadores audiovisuales. Parece que el PSOE va a resistir bastante bien, que millones de españoles valoran que Sánchez haya impedido que España caiga en el Apocalipsis económico que predecía, y hasta deseaba, Feijóo. Que se lleve bien con Europa y se traiga de allí un dinerito muy necesario para las arcas patrias. Que haya protegido en circunstancias muy difíciles los empleos, los salarios y las pensiones.
No se puede engañar a todo el mundo todo el rato, señor Feijóo. Ni ETA gobierna en España, ni España está en la ruina, ni Sánchez es el primer presidente que viaja en un Falcon, ni Extremadura es lo mismo que Andalucía. Si esto es todo lo que tiene usted que decir, no debería haber abandonado su Galicia natal.
Ahora que lo pienso, igual el que tiene un problema tras el 28M es usted, señor Feijóo. Si Ayuso arrasa en Madrid y el PP no gana con indiscutible contundencia en el conjunto de España, probablemente se afilarán los cuchillos en Sol. La indiscutiblemente audaz Ayuso se cargó a Pablo Casado en cuatro telediarios, no necesitará muchos más para zamparse con grelos a alguien tan poquita cosa como usted.
¿Voy a votar este domingo, 28 de mayo? Sí, voy a hacerlo. Aunque sea escéptico sobre las posibilidades de cambiar las cosas tan solo desde las instituciones políticas. Aunque vea a nuestras izquierdas demasiado acomodadas a lo oficial y eche en falta más combatividad en la calle y más trabajo en lo social, cultural e ideológico. Y aunque crea que el partido del 28M, como todos los electorales, se libra de antemano en situación de desigualdad: unos saltan al césped dopados y con el árbitro a favor.