Somos más de mantequilla que de cañones

Los españoles estamos cero preocupados por la guerra. Así somos, según el último Eurobarómetro, que está muy interesado en pulsar la opinión de los europeos ahora que se va a gastar un pastizal en aumentar el arsenal armamentístico. Mientras que el 36% de nuestros vecinos dan prioridad a la defensa, aquí sólo inquieta a un 20% y en cambio la educación nos parece más importante que la maquinaria de guerra. Por eso es tan complicado convencernos de pronto de lo importante que es destinar inversión en gasto militar, que es lo que pretende estos días el Gobierno, consciente de que a su votante le rechina tanto. 

Y en esas estamos, recuperando una frase que ha pasado por tantas bocas de políticos en distintas épocas que ha ido perdiendo el sentido con el que se pronunció. Fue el economista Paul Samuelson quien la popularizó a finales de los años 40: ¿Dónde debemos invertir los recursos, en cañones o en mantequilla? La famosa dicotomía, según ha explicado Pedro Sánchez en el Congreso, no se va a producir en nuestro país porque el dinero de los españoles va a dar para todo, para impulsar la compra de material y para mantener la inversión social. Es decir, que nos vamos a poder poner ciegos de mantequilla, solo hay que imaginar lo que supondría el consumo de un 2% del PIB en esa deliciosa grasa de nata batida, el equivalente a la adquisición de ‘cañones’.

“Esa dicotomía es falsa, una economía como la nuestra puede hacer ambas cosas. Vamos a cumplir con Europa pero sin tocar un céntimo en gasto social o medioambiental”, se esfuerza por clamar Sánchez sin que ningún grupo político se lo crea tampoco. Aunque la derecha comparta sin fisuras el acopio de tecnología y armas y aproveche la tesitura para poner a Moncloa ante las contradicciones que le enfrentan a sus socios. 

Fue el economista Paul Samuelson quien la popularizó a finales de los años 40: ¿Dónde debemos invertir los recursos, en cañones o en mantequilla?

Te sientas en el hemiciclo y piensas en lo poco que le importa a la ciudadanía lo que se debate aquí. No es que seamos unos inconscientes, es que sabemos que una guerra global en serio va a durar bien poco y que por mucho que se rearme la UE poco tiene que hacer ante el poderío acumulado por China, Estados Unidos y Rusia. Una visión simplista, tan simplista como vendernos que esto va sobre defender el modelo de vida que adoramos todavía más cuando se pone en riesgo. Es como ha planteado el Gobierno el difícil trance en que se encuentra: “Invertir en seguridad es invertir para garantizar la paz”, corrobora Patxi López desde la tribuna. 

Hay cierta rebeldía en oponerse a que Trump se salga con la suya, a que la industria de defensa estadounidense tenga más beneficios récord que los del año pasado. Al presidente americano le han bastado dos meses para asegurarse de que las compañías de defensa de su país obtengan ganancias estratosféricas, con sus acciones en máximos históricos, porque generar contextos internacionales de inestabilidad le sienta muy bien a su negocio. Puede que la Unión Europea quiera impulsar a su propia industria, pero ¿cuánto se tarda en que produzca al mismo ritmo que las más poderosas?

Otro de los argumentos de fuerza que maneja Sánchez es que hay que ser solidario con Europa porque se han portado muy bien con los fondos Next Generation, que suman casi 80.000 millones de euros destinados a España como estímulo tras el covid. “No se puede hablar de rearmar Europa sino de seguridad”, insiste el presidente. A la gente no le emociona sentirse infantilizada, la verdad. Y si le dan a elegir, responden en los sondeos que prefieren la mantequilla, que proporciona muchas más alegrías al cuerpo que las armas.

Más sobre este tema
stats