El elogio personal me lo guardo para mí. En medio de esta bien merecida exuberancia de parabienes, yo no podría añadir más de lo que se ha dicho. Trabajé para ella, y ella era mi amiga –amiga en el sentido clásico del término, no una amiga de facebook– y por tanto no siento la obligación de reivindicar su grandeza. Pero sí quiero contar las cosas que aprendí de ella y con ella, en la década en que compartí con ella avatares políticos.
1. Agrada, agrada siempre. Incluso aunque tengas que tomar decisiones duras, hazlo siempre en positivo. Busca la parte positiva de las decisiones. En su profesión Carmen no se enfadaba jamás. Podía luego desahogarse en privado, pero trataba de mantener siempre un equilibrio muy sano en sus relaciones profesionales.
2. Trabaja en equipo y delega. Carmen no preparaba una intervención, la estudiaba. Y la estudiaba a partir de documentos e ideas que pedía a su equipo. Se coordinaba con los equipos y pedía constantemente papeles, ideas, propuestas. En el Ministerio era habitual hacer reuniones de mera puesta en común de ideas. Si alguien sabía más que ella de algo, lo cual era naturalmente frecuente, ella se dejaba aconsejar y delegaba.
3. Detrás de una gran mujer siempre a veces hay un gran hombre. Es curioso. El machismo reinante siempre tendía a otorgar a su esposo, Miguel Barroso, el profesional de la comunicación más talentoso que he conocido, los méritos que eran de ella. Pero cuando Miguel llegó a su vida, ella ya era una destacada dirigente socialista. Hagamos la prueba. Casi siempre cuando la pareja de un político se da a conocer se le atribuyen a ella la ambición o la marrullería de él. Y cuando es la pareja de una política, él es el inteligente y sagaz. Niego la mayor. Carmen era inteligente y sagaz por mérito propio.
4. Concéntrate en una sola cosa. Aunque hagas mil más, la gente te recordará por una. En Vivienda se concentró en los jóvenes y el alquiler, creando una "renta básica de emancipación". Hicimos decenas de cosas más, en jornadas larguísimas, pero concentramos todo el esfuerzo de comunicación en esa sola. En Defensa, los acontecimientos vinieron más o menos dados, porque aquel Ministerio es en sí mismo un portaaviones, pero se la recordará siempre por sus políticas de igualdad, de laicidad y de acercamiento de los ejércitos al pueblo.
5. Los símbolos son fundamentales. Los progresistas, en general, le damos menos importancia a los símbolos que los conservadores. Pero resulta que los símbolos son fundamentales. Aunque estuviera en alguna portada de la prensa internacional, lo de pasar revista a las tropas embarazada de Miquel, en realidad, no era nada estudiado. Por supuesto que no. El protocolo lo hizo todo. Pero sí eran símbolos medidos no vestirse de princesita en la Pascua militar y sustituir el vestido de gala por un esmoquin, viajar a Afganistán aún estando embarazada o, por supuesto, votar no cuando el resto del partido votaba sí. Ella sabía de la importancia de todos esos símbolos.
6. Demuestra que sabes hacer más cosas. Irse a Miami para dar clases fue una decisión difícil. Yo discutí con ella. Me parecía que irse justo después de retirarse por segunda vez de la competición por el liderazgo del PSOE, sería visto como un abandono oportunista. No sé que habría pasado si se hubiera quedado. Pero marchándose demostró que no necesitaba de la política para vivir. El veneno de la política es difícil de sacar, pero ella supo alejarlo.
7. No te fíes nunca al cien por cien de tus compañeros de partido. Lo vimos muchas veces. La política es un juego tan inspirador y emocionante hacia afuera, como ruin y mezquino por dentro. Quienes están contigo hoy, mañana te abandonan sin miramientos. Quienes ayer te odiaban, ahora te agasajan. Los que proclaman tus virtudes en el sepelio son los mismos que ayer no te dejaron pasar, quizá porque no tenían garantizada tu fidelidad perruna.
Ver másSecuestrar titulares, o la estrategia del caos
8. Cuidado con el contexto. Carmen Chacón favoreció el desahucio exprés. Sí. En 2007 el problema del mercado del alquiler era que muchos propietarios no ponían sus casas en el mercado por miedo a los impagos. No había prácticamente desahucios de gente en situación vulnerable. Reformamos la ley para que si alguien no pagaba, el propietario recuperara su casa. Con el paso de los años, algunos imbéciles sacaron de contexto la medida para acusar a Chacón de estar detrás de los desahucios promovidos por los bancos, sobre créditos hipotecarios impagados, es decir, en casos de compra, no de alquiler, y a veces en situaciones de carencia social. Nada que ver... Pero así es la política. Y ella lo sabía y sabía encajarlo.
9. No seas extremista. Carmen siempre decía que no tenía por qué escoger entre su padre (que la llamaba Carmen) y su madre (que la llamaba Carme). Que no tenía por qué renunciar a su identidad española, ni a su identidad catalana. Eso a veces te sitúa en una posición más complicada. A fin de cuentas, es más fácil ser del Barça (como ella) o del Madrid, que apreciar el buen juego de los dos. Pero ella sabía que la política no puede ser como un partido de fútbol, aunque sea más difícil conducirse en ella como si se tratara del segundo.
10. Sigue, no te detengas. Aunque te caigas, levántate. El día antes de irse, me dijo que estaba en un momento excelente de la vida, y que lo único que quería era vivirlo. A su hijo le había advertido de su corazón débil, y eso permitió que el niño encajara mejor su despedida. Era tiquismiquis con sus alergias y sus rodillas, pero en las cosas grandes no se arredraba ante nada. Ni siquiera ante una dolencia congénita que ahí estaba y que se la llevó para siempre.
El elogio personal me lo guardo para mí. En medio de esta bien merecida exuberancia de parabienes, yo no podría añadir más de lo que se ha dicho. Trabajé para ella, y ella era mi amiga –amiga en el sentido clásico del término, no una amiga de facebook– y por tanto no siento la obligación de reivindicar su grandeza. Pero sí quiero contar las cosas que aprendí de ella y con ella, en la década en que compartí con ella avatares políticos.