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Señoría, ¿usted a quién se debe?

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La teoría insiste en que cada diputado, cada diputada, representa a su circunscripción y al conjunto de la ciudadanía española. La realidad sabemos que es otra, y esta semana tendremos la oportunidad de volver a comprobarlo.

En pocos días se someterá de nuevo a votación en el Congreso la senda de déficit, esa que PP, Vox y Junts tumbaron en el mes de julio. Los números no han variado, y según se esfuerzan en insistir desde Moncloa en los últimos días, su aprobación supondría un incremento de margen fiscal de 12.000 millones a las Comunidades Autónomas, casi 1.300 millones de euros para Madrid y otros tantos para Cataluña.

De no aprobarse la senda de déficit, los PGE podrían seguir tramitándose, pero con mucho menos margen político

Los Presupuestos Generales del Estado son la concreción del programa político de un gobierno, con sus prioridades, sus líneas rojas y sus descartes. En buena lógica, debería ser el momento cumbre de la negociación parlamentaria, en el que cada cual intente incorporar partidas para aquellos temas que considera clave tanto desde el punto de vista ideológico como territorial. Es por ello que una oposición responsable debería fajarse en la presentación de enmiendas, negociar incrementos o rebajas de partidas, etc. Sin embargo, la oposición de brochazo que se ha instalado en el Congreso de los Diputados por parte del PP y Vox impide que esto se produzca.

La percepción de imposibilidad es tal que, ante cualquier cálculo de las probabilidades que una iniciativa del Gobierno tiene de salir adelante, las cuentas se hacen dando por descontado que ni el Partido Popular ni Vox se avendrán a un acuerdo. Juega a favor de este muro saber que el bloque de la investidura cada día es menos bloque y cada vez las exigencias son mayores, especialmente desde el adelanto electoral en Cataluña y el acuerdo con ERC para hacer president a Salvador Illa. 

En esta lógica hay que entender la visita del secretario de organización del PSOE a Puigdemont el pasado fin de semana con objeto de conseguir su aprobación, en primer lugar, a la senda de déficit, y a continuación a los PGE, pieza clave para que el Ejecutivo pueda desplegar el potencial de millones que le ofrecen los fondos europeos por todo el territorio. De no aprobarse la senda de déficit, los PGE podrían seguir tramitándose, pero con mucho menos margen político derivado de una merma del potencial de inversión del Gobierno.

¿A quién representan sus señorías?, ¿a sus circunscripciones y a la ciudadanía como dice la ley y la doctrina?, ¿o a los líderes de los partidos?

Desde Moncloa recuerdan a la oposición lo que sus territorios dejarían de ganar si este techo de gasto no se aprobara, como si sus señorías fueran a rendir cuentas por esto. Por parte de PP y Vox, no hay reacción alguna, lo que está dando lugar a una paradoja. Mientras algunos presidentes autonómicos del Partido Popular se reúnen con Sánchez para empezar a hablar de financiación autonómica, la cúpula del partido sigue instalada en el no. Es decir, barones del PP se avienen a negociar la reforma de la financiación autonómica mientras sus diputados y diputadas alejan la posibilidad de que puedan aumentar sus recursos. 

Distinta es la negociación con Junts, quien al parecer lo va a poner más difícil. No se trata en este caso de analizar las repercusiones en el presupuesto catalán, sino de forzar el pulso al PSOE, que pactó con ERC para darle la presidencia de la Generalitat a Illa. Lo vimos hace unos días cuando, de forma sorpresiva y en el último momento, votó en contra de tomar en consideración (es decir, iniciar la tramitación) de una norma para regular los alquileres de temporada, esos que amargan la vida de miles de ciudadanos y ciudadanas a la búsqueda desesperada de una vivienda que puedan pagar.

Ante la evidencia de estas contradicciones y paradojas, cabe preguntarse: ¿A quién representan sus señorías?, ¿a sus circunscripciones y a la ciudadanía como dice la ley y la doctrina?, ¿o a los líderes de los partidos, cada día día más ensimismados en sus circunstancias, a menudo personales, y más ajenos a la gestión, incluso a la que ostentan presidentes y alcaldes? Los próximos días la votación de la senda de déficit nos dará la respuesta. Atentos a sus pantallas.

La teoría insiste en que cada diputado, cada diputada, representa a su circunscripción y al conjunto de la ciudadanía española. La realidad sabemos que es otra, y esta semana tendremos la oportunidad de volver a comprobarlo.

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