La flor de la canela: del puente a la pradera

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Jazmines en el pelo, y rosas en la cara/

Airosa caminaba, la flor de la canela/

Derramaba lisura, y a su paso dejaba/

Aromas de mistura, que en el pecho llevaba

La flor de la canela, Chabuca Granda

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Los candidatos populares de Madrid empezaron la semana de puente a puente en las bicis de Botella y terminaron encontrándose con los de los otros partidos en la pradera de San Isidro en el viernes de la fiesta del patrón.

El márketing político, que es cada vez más márketing y menos político, nos ha vuelto a demostrar esta semana la aplicada disposición que desde todos los bandos tienen los candidatos a ponerse al filo del ridículo si con ello creen que van a arañar algún voto de ciudadanía indecisa.

Es un paradigma universal de la limitada capacidad de los políticos de recibir con visión crítica los consejos de supuestos expertos en comunicación política, que les hacen creer que obtienen cercanía con la gente común haciendo las tonterías que se supone que comúnmente hace la gente.

Ejemplos hay a montones, y este vídeo de las bicis es una buena prueba de esa capacidad de rozar el patetismo sin aparentar arrepentimiento alguno. Llamadas a programas de televisión “populares”, autofotos –también conocidas como “selfies”– con gente a la que normalmente ni hablarían, caricias y atenciones a niños a quienes sus padres sitúan en la luz pública con tal de sentir la cercanía de su “líder”… los gestos de “normalidad” y “cercanía” comprenden un amplio abanico de acciones, siempre públicas, siempre viralizadas por la prensa o en las redes, a través de las cuales creen que el votante siente que están más cerca de él.

Algún día habrá que acabar con esa farsa. Y ya que los impagables asesores de imagen no son capaces de hacerlo, habremos de ser los ciudadanos quienes les expliquemos que lo de la campechanía impostada, la cercanía de salón, el cariño de telediario, son interpretaciones que no nos creemos. Que esa norma aparentemente inexorable del desdoblamiento de personalidad que les lleva al exceso en los afectos vale para su universo irreal, pero ni consuela ni atrae de verdad a quienes han de confiarles su voto. Que no cuela, vamos.

Lo de la bici de las candidatas de Madrid y el jefe Rajoy puede ser un ejemplo del que partir. Supongo que alguien les aconsejó, entre las acciones de campaña, utilizar un servicio municipal que en Madrid funciona medianamente bien, para conseguir la foto del día. Ese objetivo lo lograron, sin duda.

Pero también mostrarnos que su distancia de la realidad no tiene límites, que sólo desde la infinita tolerancia con el postureo electoral menos sutil, puede aceptarse que el paseo en plan Verano Azul rodeados de asesores y guardaespaldas, con las señoras enfundadas en vaqueros y Rajoy en mangas de camisa, tiene algo de verdadera voluntad de cercanía. Puestos a ser creíbles debieran haber dejado sus bolsos y chaqueta en los portaequipajes de las bicis, como hace cualquier usuario, colocarse los sillines en una posición que no produzca incomodidad sólo de verlo y, por supuesto, haberse puesto un casco. Esto último no es obligatorio en vías urbanas en Madrid, pero habría sido un detalle de responsabilidad y también cercanía que cualquier practicante concienciado del ciclismo habría agradecido.

En realidad no es tan difícil conseguir que resulten creíbles los gestos y los compromisos. Basta con hacerlos cuando no se está en campaña. Pero eso ya no es márketing, es política, y es mucho más difícil que ir por ahí cada cuatro años de flor de la canela derramando lisura y dejando aromas en el aire, aunque éstos ya no sean de grato efecto seductor.

Jazmines en el pelo, y rosas en la cara/

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