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La “contienda atronadora” es más ruido que parálisis: cinco acuerdos entre PSOE y PP en la España de 2024

Magdalena Álvarez

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Hola, Magdalena, perdona que te moleste, imagino que estarás súper liada en tu curro europeo, con lo madrugadores que son fuera de nuestras fronteras…

Nada, es sólo para decirte que admiro mucho tu inflexible resistencia. Luego dicen del “cholismo”, pero tú también tienes mérito: fuerte, firme, inamovible en tu sillón, aguantando el partido, la prórroga y lo que haga falta, como una campeona. Antes partía que doblá: “¡Que no le digo BYE al BEI, digo!”. Muy fan.

Aquí la peña, ERE que ERE, abrasándote con aquello de que queda feo que una persona que ostenta un cargo público esté imputada y embargada… Que si no da buena imagen una representante de España en Europa esté siendo investigada por un caso de corrupción de los chungos… Que si una vicepresidenta del Banco Europeo de Inversiones es algo así como la mujer del César- lo de serlo y parecerlo, ya me entiendes-. ¡Qué jartibles! ¿Desde cuándo dimitir es costumbre en España, a ver?

Aquí nadie tira la toalla a las primeras de cambio. ¿Si no, de qué íbamos a tener a nuestros equipos de fútbol brillando en las competiciones europeas? Ni hablar, los españoles no nos rendimos así como así, eso es para los extranjeros de piel blanca y pecosa, débiles y pusilánimes, que a la mínima se piran con la dimisión entre las piernas.

Como por ejemplo…

Pal Schmitt, expresidente de Hungría que dimitió en 2012 por el plagio de su tesis doctoral de 1992. La Universidad Semmelweis de Budapest le retiró el título de doctor. Por un asunto similar, el año pasado dejó su cargo la ministra de Educación del gobierno Merkel, Annette Schavan. Un compatriota de Schavan, Christian Wulff, expresidente de Alemania, dimitió por una acusación de soborno cuando gobernaba en la Baja Sajonia, finalmente fue absuelto de todos los cargos. Michael Martin, expresidente de la Cámara de los Comunes británica y veinte diputados más, dimitieron en 2009 a causa del follón originado por los gastos excesivos de los parlamentarios de Westminster. En 2012 otro británico, Chris Huhne, exministro de Energía, dimitió y renunció al escaño por hacer que su mujer asumiera una multa por exceso de velocidad cuando el que conducía era él. Qué pandilla…

Hay más de éstos, Magdalena, pero no te voy a entretener con historias de extravagancias de extranjeros que dimiten cuando su honestidad está en entredicho –incluso aunque finalmente se demuestre lo contrario– Ya sabes lo raritos que son, ¡pues no cenan de día! Ná. Spain is different, aquí una ardilla podría atravesar la península saltando de imputado en imputado, la imputación ibérica empieza a tomarle la delantera al jamón.

Es verdad que estar imputado no significa ser culpable. Que un imputado tiene derecho a la presunción de inocencia como todo hijo de vecino. Yes, it’s true. Pero también lo es que un cargo público no es exactamente “todo hijo de vecino” en lo que tiene que ver con el puesto que ocupa. Más que nada por aquello de que representáis a los ciudadanos… que deberíais dar ejemplo… que vuestros sueldos los pagamos entre todos… esos detallitos que os distinguen del resto de la masa, ya sabes.

Y ahora estamos en lo de siempre: tus rivales políticos piden tu dimisión –hay quien asegura que el gobierno está maquinando tu destitución–, mientras que los tuyos ponen la mano en el fuego por tu honradez, como hizo Felipe González en La Sexta, o van y dicen que lo de la dimisión tienes que decidirlo tú según las normas que dicta el BEI, como defendió Elena Valenciano en la Cadena SER. Esto responde a esa vieja tradición española según la cual cada uno defiende sus colores a muerte –los políticos la cumplís a rajatabla– y ve penalti o piscinazo en función de la camiseta que lleve el jugador que esté en el suelo.

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Claro, siempre hay alguna parte del paisanaje que flipa y se pregunta: ¿Papá, por qué no somos de dimitir?

En fin, Magdalena, no te quito más tiempo que tendrás lío con las inversiones europeas y tal. Asistiremos muy atentos a lo que suceda contigo de ahora en adelante. Que, oye, todo esto igual no es más que una borrasca de esas que le pillan a uno desprevenido, como dijiste en la comparecencia inolvidable tras la nevada ídem de aquel 9 de enero (2009): “Si la borrasca cambió de forma impredecible, no las pueden predecir, y si no la predicen quienes la tienen que predecir, ¿cómo quieren ustedes que lo vayamos a predecir aquellos que estamos esperando la predicción” O al final resulta ser una ciclogénesis, ya lo veremos.

Ahora bien, aunque aquí no dimita ni Perry, te diré una cosa en la que los futboleros creemos con fe ciega. SÍ SE PUEDE. Por si te animas.

Hola, Magdalena, perdona que te moleste, imagino que estarás súper liada en tu curro europeo, con lo madrugadores que son fuera de nuestras fronteras…

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