Desmemorias históricas en Ucrania

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Aumenta el número de muertos, de manifestantes y policías. Los bandos se intercambian disparos y acusaciones. El edificio de los sindicatos, que era la sede de la revuelta, está en llamas, destruido. Se trata de los incidentes más graves de la historia de Ucrania desde la independencia de la URSS en 1991. Las posibilidades de una Revolución de Terciopelo como aquella que permitió el divorcio civilizado de checos y eslovacos, es una quimera en las tierras con querellas históricas y odio acumulado.

El vídeo que encabeza este texto permite medir la gravedad de la situación. También hay que tener en cuenta que RT es un televisión rusa, de calidad, pero rusa, y en este conflicto Moscú es parte interesada. Aquí se pueden ver varios vídeos de la misma fuente a vista de drone.

El presidente ucraniano, Viktor Yanukovich, culpa a la oposición de la violencia y de los muertos, también asegura que aún hay margen para negociar una salida. Junto a esa mano tendida les acusa también de terrorismo. La oposición culpa al presidente que mandó sus policías antidisturbios contra los manifestantes acampados en la plaza de la Independencia y asegura que no hay nada que negociar.

Yanukovich tiene dos opciones: ceder y dimitir o pasar a la acción. Vladímir Putin prefiere la segunda. La destitución del jefe del Ejército, general Volodimir Zamana, quien al parecer se negaba a sacar el Ejército a la calle, demuestra que el presidente también opta por la vía dura, pese a las críticas y la presión internacional. Es una jugada de alto riesgo, un órdago que puede apearle del poder. 

Como sucede siempre, en Ucrania o en Venezuela, nada es blanco o negro, buenos o malos, demócratas contra dictadores. La realidad es más compleja y alambicada. En Ucrania existen dos países. El país A con fuertes lazos con Rusia, incluidos los idiomáticos, y que Moscú cultiva, y el país B que desea ser parte de la UE. No está en los intereses de Moscú que Ucrania, un Estado que protege sus fronteras, pase a ser miembro de una alianza hostil. Napoleón y Hitler son los fantasmas del pasado; las declaraciones y actitudes contra Putin y su política, los hechos del presente.

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Ya escribí en infoLibre sobre el transfondo histórico de la división. Las regiones de Galitzia y una parte de Bucovina se integraron en la Ucrania soviética en el pacto Molotov-Ribbentrop. Estas son algunas de las zonas del país que no se sienten ucranianas. Aquella decisión generó una guerra partisana contra Stalin. También las regiones del Oeste se sienten europeas. El resto podría ser un émulo de la Bielorrusia de Lukashenko, un Estado tapón sin apenas libertades. Si viajamos en el tiempo hasta la II Guerra Mundial llegamos a la invasión nazi de Ucrania, la colaboración de muchos con Hitler, la participación de autoridades y grupos en el exterminio de los judíos ucranianos. Ese caldo de cultivo sigue vivo.

Si simplificamos un poco, se puede decir que la oposición la forman tres partidos. El Batkivshchyna de Yulia Timoschenko, que fue uno los actores esenciales en la revolución naranja al que podríamos calificar de democrático. Ella está en la cárcel acusada de corrupción en un proceso poco transparente. El Udar del excampeón mundial de los pesos pesados, Vitali Klitschko, que tiene un corte nacionalista, y Svoboda, ultranacionalistas. En esta crisis son los que más han crecido. Aunque su líder Oleg Tiagnibok ha moderado mucho su verbo y sus formas, este partido tiene relaciones de simpatía ideológica con el ultraderechista Frente Nacional de Le Pen y los neofascistas italianos de Fiamma Tricolore. Svoboda tiene una fuerza de choque que ha estado en la vanguardia de los enfrentamientos con la policía.

En Ucrania bulle la historia de Europa, tan poco resuelta en algunos lugares, como España. No hablamos solo de países alejados, exsoviéticos, sin tradición democrática. La amnesia histórica afecta a todos, también a Francia. Los fastos literarios de la Gran Guerra, de la que se cumplen 100 años de su inicio, son solo fuegos de artificio, negocio, no una reflexión colectiva. Si hablamos de nazis, colaboracionistas y del Holocausto, el bloqueo mental es absoluto. No se puede construir nada desde la desmemoria.

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