LA PORTADA DE MAÑANA
Ver
Las decisiones del nuevo CGPJ muestran que el empate pactado entre PP y PSOE favorece a la derecha

Kiev, cuidado con los fascistas

3

Lo que empezó el 21 de noviembre de 2013 como una protesta pacífica y proeuropea en Ucrania se ha transformado en una prerrevolución de consecuencias impredecibles que, en el peor escenario, podría provocar una confrontación civil. Algo que no sería una novedad en la historia reciente del país.

Nadie se acuerda en Kiev de los motivos originales: la decisión del Gobierno de Viktor Yanukovych de abandonar las negociaciones con la UE. Ahora el objetivo no es Europa, sino la cabeza del presidente, liquidar un régimen que consideran vasallo del Kremlin. Es media Ucrania contra la otra media. Ucrania sigue dividida por la Guerra Fría: una proeuropea frente a otra prorrusa. En esta batalla, que viene de lejos, no hay vencedor posible. Es lo que sostiene el novelista ucraniano Andrey Kurkov.

Además de sentimientos, el odio y las ilusiones, están en juego las fronteras, una pieza esencial en la geopolítica y en la Europa que surgió de la Segunda Guerra Mundial. Tras 'perder' los tres países bálticos (Lituania, Letonia y Estonia) a favor de la UE y la OTAN, Moscú se parapetó detrás de dos Estados colchón: Bielorrusia y Ucrania. Los temores rusos se basan en una cierta paranoia poscomunista y en la historia: las invasiones de Napoleón y Hitler. Son otros tiempos, es cierto, pero la memoria viaja más lenta que los hechos.

Kurkov asegura que esta vez hay diferencias significativas en la pugna histórica entre las dos Ucranias. Es la primera vez en 23 años, dice el novelista, que las fuerzas especiales (los Berkut) han atacado a manifestantes. El brutal desalojo (primer vídeo) a finales de noviembre de la plaza de la Independencia (rebautizada ahora plaza Europa) encendió la mecha y liquidó la posibilidad de una revolución pacífica, naranja o de terciopelo.

También es la primera vez, dice Kurkov, que un país pacífico con una población sumisa, se ha radicalizado hasta límites inconcebibles hace unos meses. El escritor sostiene que ese radicalismo procede de una población harta con su clase política; considera que ningún partido les representa, que solo están interesados en el poder y en hacerse ricos. ¿Nos suena de algo?

En Big Picture se recogen algunas de las mejores fotos de la revuelta. También en In Focus, de la revista The Atlantic

Ucrania está hundida en la corrupción, con oligarcas millonarios por arte de magia con poderes para comprar diputados y leyes, y sometida a un empobrecimiento general. Es un país al borde la bancarrota, sostenido por Moscú. El precio a pagar es seguir en su órbita, ejercer de Estado colchón. Para Europa es importante por los gasoductos que llevan el gas natural ruso hasta nuestras calefacciones.

Rutas de tránsito del gas ruso a través del territorio de Ucrania 

En este ambiente prerrevolucionario, el estilo autoritario del presidente Yanukovych, heredero de la cultura política soviética, no ha ayudado. Yanukovych ha ejercido de pirómano, no de bombero. Ha pasado de la intransigencia y de aprobar leyes para impedir las protestas –más multas y penas de cárcel– (¿nos suena?) a deshacerse del Gobierno, suprimir parte de esas leyes y ofrecer el puesto de primer ministro a la oposición. Eso sí, antes de irse los ministros dimisionarios aprobaron un aumento del 600% de las fuerzas especiales. Para mejorar la posición negociadora.

¿Llegan tarde las concesiones? Puede que la revuelta o la revolución busque un cambio de régimen. No será fácil. Tienen enfrente a la otra media Ucrania y a Vladimir Putin y los intereses de Rusia. Todas las opciones son posibles, incluso las peores: estado de excepción y represión de la oposición, confrontación civil, intervención rusa, cambio de sistema, caos.

Rusia y la UE esperan a actuar. Putin por razones obvias: está atado de pies y manos por los JJOO de Sochi. No se puede permitir una intervención antes de que concluyan. La Comisión Europea disimula poco en su entusiasmo por la oposición. Las revueltas de Kiev les parecen buenas, las de Hamburgo malas.

Kurkov asegura que la resistencia de Yanukovych a dejar el cargo no es solo política, es física, pues teme acabar en la cárcel como su odiada rival Timoshenko. Su puesta en libertad tampoco interesa a corto plazo a los tres líderes de la actual protesta, que perderían protagonismo, serían eclipsados. El novelista cree que el escenario a corto plazo es la ley marcial y la represión policial.

Habría que viajar a la Segunda Guerra Mundial para entender el problema esencial. Las regiones de Galitzia y una parte de Bucovina se integraron en la Ucrania soviética en el pacto Molotov-Ribbentrop, decisión que provocó una guerra partisana contra Stalin, una guerra de guerrillas que se prolongó hasta 1950. El fantasma de una nueva guerra civil cuenta con los mimbres necesarios: una historia que se puede utilizar como arma arrojadiza y mucho odio. Si no existieran las regiones del Oeste con Lviv en el centro, sería fácil convertir a Ucrania en una segunda Bielorrusia, asegura el escritor.

Acuerdo para celebrar elecciones en Ucrania en diciembre

Ver más

¿Quién es la oposición? Está Batkivshchyna (de Timoschenko), Udar (dirigido por el ex-campeón mundial de los pesos pesados, Vitali Klitschko) y Svoboda (un partido ultranacionalista), de gran crecimiento y popularidad. 

Las imágenes del asalto al Ministerio de Justicia y el hostigamiento a las fuerzas especiales en las regiones, como se puede ver en el vídeo anterior, traen a primer plano a las milicias filofascistas. Si acudimos a la historia, también comprobaremos la existencia de una Ucrania filonazi y colaboracionista en la matanza de cientos de miles de judíos. Der Spiegel alerta de ese peligro y de un resurgimiento de la extrema derecha.

La oposición se ha subido al carro de las protestas, cuya determinación y magnitud les cogió por sorpresa. Frente a un Gobierno cada vez más debilitado por sus errores se encuentra una oposición dividida y no menos débil. Un terreno abonado para los radicalismos y populismos. Svoboda tiene excelentes relaciones con el Frente Nacional de Le Pen y con los neofascistas italianos de Fiamma Tricolore. En asuntos de homosexualidad están de acuerdo con su archienemigo Putin. El antisemitismo es la otra marca de la casa.

Más sobre este tema
>