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Consejeros y abanicos y viceversa. La letra con lipotimia no entra

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Desde Locomía nadie le había dado tanta gracia al abanico como usted, señor Sánchez Martos. En la recta final del curso escolar se han disparado las temperaturas y los niños se achicharran en el cole. ¿Solución? ¡Os hacéis un abanico de papel y a tomar vientos! Es un consejo del consejero de Sanidad. Muy fan.

Si los chicos guapetones que revolucionaron la tele ochentera, con ese vestuario renacentista de hombreras que no cabían por un callejón, chorreras, terciopelo y lentejuelas, nos metieron en la cabeza, a golpe de abanico, aquello de: “Moda Ibiza Locomía, loco Ibiza Locomía, sexo Ibiza Locomía”, su frase “dobla, dobla, dobla”, consejero, pasará a la historia de la política española.

Seguro que conoce la acepción castiza del “doblar” como sinónimo de morir, la expresión genérica es “doblar la servilleta”. Y podríamos tirar de humor negro para relacionar su “dobla, dobla, dobla”, el papel, con esos cuarenta y siete alumnos del instituto Neil Armstrong de Valdemoro. Los muchachos tuvieron que ser asistidos por el Summa el pasado jueves y trasladados al tanatorio municipal para poder ser atendidos en un lugar fresco. Yo me quedé muerta.

Todos sabemos que la sensación térmica tiene algo de subjetividad –son un clásico las peleas de oficina entre los curritos polares y los curritos volcánicos– pero, termostatos individuales aparte, existe una legislación laboral al respecto, concretamente el Real Decreto 486/1997 14 de abril establece en su anexo III: “La temperatura de los locales donde se realicen trabajos sedentarios propios de oficinas o similares estará comprendida entre 17 y 27 ºC”.  O sea, la letra con lipotimia no entra.

Es competencia del área de Educación garantizar que los centros escolares reúnan las condiciones mínimas para que profesores y alumnos puedan desempeñar su tarea, pero sorprende que el consejo de un profesional como usted, doctor en Medicina, diplomado en Enfermería y catedrático de Educación para la salud, se base, además de ventilar e hidratar, en el uso de la papiroflexia como solución a un problema tan serio. ¿Es eso lo que aconseja a los pacientes ingresados en los hospitales de la Comunidad, que se abaniquen? Parece una idea más propia de tronista: Consejeros y abanicos y viceversa.

El cambio climático es un hecho innegable que, a estas alturas, hasta reconoce el primo del primo catedrático de Física en la Universidad de Sevilla. Claro que no podemos culpar de la subida de las temperaturas en el planeta al consejero de Sanidad, ni al de Educación, el señor Van Grieken.

Si me apura, señor Sánchez Martos, ni siquiera Donald Trump, como ciudadano de a pie –dejemos aparte sus decisiones gubernamentales al respecto–, sería el responsable único de la subida planetaria de las temperaturas, por mucho que nos caliente con sus salidas de pata de banco y por mucha laca que se eche en ese rubio melenón. Pero de las respuestas de los gestores a los problemas del ciudadano, sí son responsables quienes las dan. Ya sabe, uno es dueño de sus silencios y esclavo de las “ocurrencias verdaderamente notables”, como diría el presidente del gobierno.

Consejero, un consejo de Martos a Martos, dese una vuelta por los institutos, por las redes sociales, lea a los docentes que se quejan del calor que hace imposible su trabajo y el de sus alumnos, a los padres que han tenido que llevar ventiladores al colegio de sus hijos, apague el aire acondicionado de su despacho y escuche al paisanaje, seguro que entiende entonces que su idea de “terapia ocupacional” haya provocado el calentamiento general.

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Los que utilizamos el humor para construir nuestro relato sobre el mundo, tenemos serios problemas para crear chistes a partir de ciertas declaraciones de algunos de nuestros representantes públicos. Es tal el nivel en cada intromisión profesional de los políticos en nuestro terreno profesional, que es difícil competir: “Cuanto mejor peor para todos, mejor para mí el suyo beneficio político”. Así no se puede trabajar.

Por cierto, la ampliación del instituto citado, el centro Neil Armstrong de Valdemoro, está paralizada a causa de la investigación de la trama Púnicatrama Púnica. Mayordomo, tráigame las sales y el abanico que me he quedado sin aire.

Acabo de caer en la cuenta de que “fan” en inglés significa “abanico”, hoy mi reflexión dobla, dobla y dobla el concepto. Muy abanico y mucho abanico.

Desde Locomía nadie le había dado tanta gracia al abanico como usted, señor Sánchez Martos. En la recta final del curso escolar se han disparado las temperaturas y los niños se achicharran en el cole. ¿Solución? ¡Os hacéis un abanico de papel y a tomar vientos! Es un consejo del consejero de Sanidad. Muy fan.

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