¿Cómo se llama la película? España

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¿Cómo consigue destacar la calma chicha de la cultura en medio del temporal catalán que no cesa, el huracán Irma que sigue su camino de destrucción y esa pareja de tornados tronados que forman Kim y Trump? Pues con algún “incendio” en las redes que dé cuerda para mitad de cuarto de chistes y memes.

Hace dos días, el Secretario de Estado de Cultura, Fernando Benzo, contó en la cadena COPE que en 2018 el IVA del cine iba a bajar del 21 al 10%. “Antes de que acabe el año lo veremos, yo creo que lo veremos en los próximos Presupuestos”.

“¡Alabado sea el señor de los Anillos!", pensó alborozado el paisanaje cinéfilo, “¡una alegría entre tanta tensión!”. Y ya estábamos algunos ilusos salpicando el aire de confeti para celebrar la buena nueva, cuando salió el Ministerio de Cultura a matizar y a chafarnos el matasuegras: “Las declaraciones de Benzo obedecen más a un deseo que a una realidad”. Circulen. ¿Cómo se llama la película? “España, muy fan”.

Cuenta la leyenda que estaba Montoro en albornoz en el cuarto de baño, escuchando la radio mientras se afeitaba y, al oír al secretario, le salió un alien de la cartera de los Presupuestosalien. Total, que cogió el teléfono y llamó en directo.

–Cristóbal, Madrid. Buenos días.

–¿Es la radio? mire, solo quería decir que ese señor, que no me acuerdo ahora de su nombre, ese que ha dicho que va a bajar el IVA del cine... pues que no se lo cree ni él. Por hacer un chiste cultural, ¡lo lleva clarinete! Hala adiós, que me gusta mucho su programa.

Ese paso atrás del ministerio de Cultura, que dejó la aparente certeza en “deseo”, me recordó a aquel viejo chiste del sargento que tenía que comunicar a un soldado que había muerto su padre e intentó hacerlo con sutileza:

–Que den un paso al frente todos los que tengan padre, usted no, Martínez.

“Usted no” es la forma habitual de dirigirse a la cultura en este país. Usted no es prioridad, usted no es indispensable, usted no es un bien de primera necesidad, tenemos asuntos importantes que resolver, deje de dar la matraca con la claquetita que no tengo los Presupuestos para farolillos. Circule.

Porque la cultura en España es un entretenimiento, un accesorio, un capricho, como las chucherías... corrijo, la economía de las chuches provoca mayor preocupación: “¡Zapatero va a subir el IVA de los chuches!”, se lamentaba desgañitándose Rajoy en 2009 y tres años después llegó el subidón del IVA de Montoro. Ahí Mariano tuvo el mismo ojo que la no hija de Dalí que, siendo vidente, no vio venir lo de su no padre…

Pero se acabó la crisis de raíz, no se rían, estamos tan bien que hasta nos podemos permitir dar por perdidos 40.078 millones de euros de los 54.353 que nos gastamos para rescatar a los bancos. Ahora el gobierno saca pecho por lo bien que lo ha hecho, purito al pecho, aunque algunas cosas han cambiado en esta legislatura, el Partido Popular ya no tiene mayoría absoluta.

El pasado mes de junio entró en vigor la bajada del tipo impositivo para los espectáculos en vivo, que habían recibido en 2012, como el cine, la mayor bofetada impositiva de Montoro a la cultura, pasando del 8 al 21%.

Esa reducción al 10% que se anunció en marzo, formaba parte de las “lentejas”, citando al foodie Martínez Maíllo, que puso Ciudadanos en el menú como condición para apoyar los Presupuestos de Montoro. El sector y los consumidores habituales, no entendieron que el plato “lentejas a la reducción del IVA” prescindiera de uno de los ingredientes esenciales en la nutrición cultural, el cine.

Anteayer, por un momento, llegamos a pensar que el agravio comparativo estaba a punto de un “The end” con beso, pero todo quedó en “el deseo” –nombre de productora de cine, bonita coincidencia– del número dos de Cultura.

Pero el IVA no es el único problema de la cultura en España. Lo verdaderamente preocupante es el desprecio habitual por lo que habría de ser la columna vertebral de un país en condiciones. Lo que ocurre con la cultura, esa visión de asunto menor, no es el problema de un sector, es el problema de todo un país.

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Cultura es la María de los ministeriosMaría, el adorno de los gabinetes, el lacito. En el intercambio de carteras de ministros entrantes y salientes, siempre tengo la sensación de que la que lleva dentro la gestión cultural está más vacía que las demás y es de atrezo, como esas cervezas falsas de las tiendas de regalos.

Y si las personas se definen por la manera en la que tratan a los demás, un país se define, en gran medida, por el trato que le da, que le damos, a la cultura. Un país que no se la toma en serio, nunca será serio, por mucha corbata que se ponga.

Consciente del escaso tirón que tienen los asuntos relacionados con la cultura frente a los “temazos” y “monotemazos” del momento –siempre hay algo más urgente e importante que abordar–, tentada he estado de subtitular: “El artículo que Carme Forcadell se niega a leer en voz alta”, pero me he cortado, tampoco vayamos a perder la compostura por el clickbait.

¿Cómo consigue destacar la calma chicha de la cultura en medio del temporal catalán que no cesa, el huracán Irma que sigue su camino de destrucción y esa pareja de tornados tronados que forman Kim y Trump? Pues con algún “incendio” en las redes que dé cuerda para mitad de cuarto de chistes y memes.

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